
Las fiestas en torno a Año Nuevo traen consigo un cambio notable en los hábitos cotidianos. Las mesas se llenan de comidas abundantes, postres y bebidas que, en muchos casos, superan ampliamente el consumo calórico habitual. El brindis se repite entre familiares y amigos, y tanto las bebidas azucaradas como las que contienen alcohol ocupan un lugar central en los encuentros. A este panorama se suman jornadas más largas, con menos horas de descanso debido a la sucesión de celebraciones, cenas y reuniones que se extienden hasta la madrugada.
En medio de este escenario, la rutina de actividad física suele verse alterada o interrumpida, relegando el ejercicio a un segundo plano. Frente a estos excesos propios de la temporada, surge la necesidad de identificar estrategias que permitan cuidar el bienestar general sin resignar el disfrute que caracteriza a las fiestas. De este modo, se conocieron las estrategias de especialistas para poder mantener la rutina de actividad física sin comprometer ninguna de las celebraciones.
Por qué cuesta tanto mantener la rutina de entrenamiento entre las celebraciones de fin de año
La llegada de la temporada festiva modifica los hábitos y el entorno cotidiano de las personas. Los desplazamientos para visitar a familiares y amigos, la culminación de actividades laborales y académicas, y la intensificación de la vida social generan un quiebre en la estructura diaria.

Por lo tanto, el tiempo destinado al ejercicio físico suele verse desplazado por compromisos y encuentros, mientras que la disponibilidad de espacios habituales para entrenar puede verse afectada por cierres temporales o por la saturación de personas. De acuerdo con Noelia Belando, especialista en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, estos factores contribuyen a que mantener la práctica deportiva resulte más desafiante durante estas fechas, tanto para quienes ya integran el ejercicio en su vida como para quienes buscan establecer nuevos hábitos saludables.
Asimismo, las celebraciones de fin de año se organizan principalmente en torno a la convivencia social. Las reuniones familiares y con amigos, además de su valor afectivo, suelen estar centradas en comidas y brindis, lo que margina a un segundo plano otras actividades, como el deporte. Además, la necesidad de priorizar el contacto social, especialmente tras largos periodos de distanciamiento, refuerza la tendencia a relegar el ejercicio físico.
El cansancio acumulado por el menor descanso y los excesos alimentarios también incide en la motivación para entrenar. La reducción de las horas de sueño, sumada al consumo de comidas pesadas y bebidas, puede generar una sensación de fatiga que disminuye la predisposición a realizar actividad física. Por otro lado, la percepción de que durante las fiestas el esfuerzo del entrenamiento es mayor puede llevar a postergar o abandonar la rutina.

Cómo mantener la rutina de entrenamiento: consejos prácticos
La temporada de fiestas demanda una adaptación consciente de la rutina de entrenamiento. Los especialistas coinciden en que la clave para sostener la actividad física radica en la flexibilidad y la capacidad de ajustar los planes ante cambios inesperados. Grace Wade, experta en salud pública y nutrición, resalta la importancia de adoptar una mentalidad que permita modificar la estructura habitual de los entrenamientos, en función de los compromisos y el tiempo disponible. Optar por rutinas más breves o dividir la actividad en pequeños bloques durante el día puede facilitar la adherencia y evitar el abandono temporal de los hábitos saludables.
Aprovechar los espacios y momentos disponibles para moverse, incluso si la duración de la sesión es menor a la habitual, ayuda a mantener el ritmo y la motivación. La eficiencia se vuelve un factor fundamental: priorizar ejercicios o modalidades que ofrezcan beneficios en poco tiempo permite cumplir con los objetivos de salud, aun en jornadas comprimidas por las celebraciones.

Integrar la actividad física en los encuentros con familiares y amigos representa una alternativa práctica y efectiva para no perder continuidad. Noelia Belando sugiere aprovechar los días festivos para organizar salidas al aire libre, como caminatas, senderismo o paseos en bicicleta. Estas actividades, además de favorecer el bienestar físico, contribuyen al equilibrio anímico y facilitan el contacto social en un entorno distinto al de la mesa. Las propuestas conjuntas, como disputar un partido, realizar circuitos de ejercicios sencillos o explorar nuevos paisajes, pueden ser especialmente motivadoras y accesibles para quienes no tienen el hábito incorporado.
La evidencia científica sugiere que sostener cierta regularidad en los horarios de descanso, alimentación y entrenamiento, incluso en periodos de mayor flexibilidad, es beneficioso para la salud. Aunque las celebraciones dificulten la posibilidad de entrenar todos los días, es recomendable intentar realizar actividad física al menos dos o tres veces por semana. Establecer días y franjas horarias concretas para ejercitarse, aunque sean diferentes a las habituales, ayuda a mantener el compromiso y reduce la sensación de interrupción.