La medicina moderna está atravesando una etapa innovadora marcada por la integración progresiva de la tecnología en cada etapa del diagnóstico y el tratamiento. Uno de los ejemplos más contundentes de esta transformación es la cirugía robótica, un enfoque quirúrgico que combina la habilidad humana con la precisión asistida por sistemas automatizados de última generación.
Y específicamente el área médica de urología es una de las más beneficiadas con la implementación en los quirófanos de los exitosos robots cirujanos, que comenzaron a trabajar en el año 2000 justamente en esta especialidad de la medicina, para hoy expandirse a otras ramas que atienden diferentes patologías.
Cada vez más estudios y expertos afirman que este tipo de operación representa una mejora sustancial frente a las técnicas tradicionales, con beneficios que impactan tanto en los resultados clínicos como en la experiencia del paciente.
El método se basa en un aparato fijo con cuatro grandes brazos robóticos que son controlados por el cirujano desde una consola. A diferencia de la imagen popular de un robot que opera de forma autónoma, en la cirugía robótica todo depende de la destreza del profesional, que dirige los movimientos del equipo en tiempo real con sus propias manos.
Esta tecnología brinda una visión tridimensional en alta definición del campo operatorio, junto con la capacidad de realizar maniobras complejas dentro del cuerpo del paciente con una precisión difícil de igualar por la mano humana sola.
Lo que distingue a esta técnica no es solo el empleo de un robot, sino el diseño de una interfaz ergonómica y refinada, donde el cirujano se sienta frente a un panel de control y dirige el procedimiento desde una posición de mayor comodidad y visibilidad. Durante una operación, el robot replica los movimientos del médico especialista con un grado de exactitud amplificado, eliminando temblores, acortando tiempos y facilitando el acceso a zonas anatómicas de difícil acceso.
Uno de los médicos cirujanos que más experiencia tiene en el uso de robots para operar es el doctor Norberto Bernardo (MN 77886), Jefe de Servicio de Urología del Hospital de Clínicas Jose de San Martin y director del Centro Argentino de Urología (CAU), quien dialogó con Infobae y contó cómo es operar con esta gran innovación tecnológica y cuáles son los grandes beneficios para los pacientes.
“Es una etapa apasionante de la Urología. Hoy tenemos la posibilidad de poder operar con robots cirujanos que nos dan muchas ventajas”, sostuvo el experto.
En el campo de la urología, Bernardo explicó que la cirugía robótica se utiliza especialmente en casos de cáncer de próstata, ya que su precisión permite reducir al mínimo riesgos como la disfunción eréctil o la incontinencia urinaria. También se aplica en pacientes con cáncer de vejiga que requieren extirpación del órgano y reconstrucción del tracto urinario, así como en intervenciones de resección total o parcial del riñón por cáncer renal.
Otra indicación frecuente es en quienes necesitan extirpar ganglios linfáticos abdominales debido a tumores testiculares u otras masas en el retroperitoneo. Además, este tipo de cirugía puede ser una alternativa para tratar alteraciones funcionales como la dilatación de la pelvis renal o el prolapso vesical. De todas formas, será el especialista quien evaluará si esta tecnología es la más adecuada para cada caso en particular.
“En el caso intervenciones de próstata, se pueden preservar las estructuras nerviosas y vasculares que luego sirven para conservar la erección. También operar con un robot ayuda a mantener las estructuras musculares, tan importantes para evitar la incontinencia urinaria”, sostuvo Bernardo.
Y agregó: “En términos renales, se puede extraer un cáncer sin afectar el funcionamiento del riñón en muchos casos. Con la nueva aparatología se puede operar la enucleación de la próstata, un procedimiento para tratar la hiperplasia benigna de próstata (HBP) o agrandamiento de la próstata. La enucleación implica la extracción del adenoma prostático (tejido agrandado) de la cápsula prostática”.
El especialista señaló que el robot permite realizar una biopsia diagnóstico de precisión ante la sospecha de cáncer de próstata. Se hace a través de la piel con una aguja que extrae tejido para ser analizado en 48 horas. Se trata de una terapia focal, con la idea de no sacar la glándula prostática ante posibles tumores de bajo nivel de agresividad y que sean pequeños”.
Para Bernardo, “operar con un robot le permite al cirujano hacer una operación mínimamente incisiva que redunda en una recuperación más rápida. Las incisiones son de 8mm y a través de ellas, los 4 brazos del robot pueden operar. Además, la internación del paciente es mucho más breve y eso reduce la pérdida de sangre y el riesgo de infecciones”.
El experto destacó que esta modalidad quirúrgica permite ejecutar procedimientos que antes resultaban inviables o demasiado riesgosos, sobre todo en cavidades profundas o estructuras de difícil abordaje. Al minimizar la agresión quirúrgica, se logra una recuperación más rápida y una disminución de las complicaciones postoperatorias.
Sin embargo, no se trata de una técnica exenta de desafíos. La curva de aprendizaje es empinada, requiere entrenamiento intensivo y una familiarización con posibles fallas técnicas. A su vez, el costo de implementación es elevado y no siempre es cubierto por los seguros de salud.
“El uso de robots en los quirófanos se ha expandido en el mundo. Por ejemplo, hoy en EEUU, el 95 % de las cirugías de cáncer de próstata se hace en forma robótica. En Europa es del 80%. En Argentina está atravesando un proceso dinámico también con cada vez más robots instalados en hospitales y clínicas del AMBA y en el interior del país. Hay unidades en el Hospital Churruca, Italiano, Sanatorio Finochietto y también en Misiones, en Rosario, en Mar del Plata y otras ciudades de la provincia de Buenos Aires”, remarcó Bernardo que es también Profesor Titular de Urología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Y completó: “Su expansión en EEUU es debido a que los seguros cubren el costo de las cirugías, cosa que en Argentina no está contemplado aún, aunque cada vez hay más presión para que los pacientes de obras sociales y prepagas contemplen los costos. Hoy es una barrera muy importante. Cuando el financiador es el propio paciente, esta técnica casi no se puede desarrollar“.
La formación específica de los cirujanos es un requisito indispensable. “Quienes deseen operar con esta tecnología deben completar una fase de simulación prolongada, donde practican distintos escenarios quirúrgicos, resuelven eventos críticos y dominan el funcionamiento del equipo ante cualquier eventualidad. Este entrenamiento, guiado por protocolos internacionales y estrictas normas de seguridad, busca garantizar un dominio absoluto de la herramienta antes de llegar al quirófano. El objetivo es reducir al mínimo el margen de error y aprovechar al máximo las capacidades que ofrece el sistema”, precisó Bernardo.
El surgimiento de los robots cirujanos
El origen de esta tecnología se remonta al año 1985, pero el verdadero punto de inflexión llegó en 2000, con el desarrollo del sistema Da Vinci, que revolucionó por completo la cirugía mínimamente invasiva. Este robot quirúrgico fue creado para superar las limitaciones de la cirugía laparoscópica tradicional, donde la movilidad de los instrumentos está condicionada y la visión interna es plana. El Da Vinci incorporó visión tridimensional, mayor rango de movimiento y control absoluto sobre los instrumentos, lo que abrió la puerta a intervenciones más seguras y precisas. Desde entonces, su evolución fue constante.
Hoy en día, el sistema Da Vinci se consolidó como el más utilizado en el mundo. Fabricado por la compañía Intuitive Surgical, este robot cuenta con una consola desde la cual el cirujano manipula los brazos robóticos, que replican los movimientos humanos con mayor estabilidad y precisión. El dispositivo está compuesto por tres partes principales: los brazos robóticos, la consola de mando y una cámara 3D de alta resolución que proporciona una visión interna con un nivel de detalle sin precedentes.
Existen varios modelos dentro de la familia Da Vinci, cada uno adaptado a necesidades quirúrgicas específicas. El Da Vinci Xi, por ejemplo, ofrece instrumentos articulados de última generación, imágenes mejoradas e integración con la tecnología fluorescente Firefly, que permite visualizar estructuras anatómicas ocultas durante la operación.
El Da Vinci SP está diseñado para intervenciones de puerto único, lo que significa que todo el procedimiento se realiza a través de una sola incisión, utilizando un brazo robótico que integra múltiples instrumentos y un endoscopio en calidad 3DHD. Aunque más antiguo, el modelo Da Vinci 5 sigue en uso en distintas instituciones médicas debido a su fiabilidad y compatibilidad con diversos procedimientos.
Otras empresas también han desarrollados sus robots cirujanos, como Microport, Medtronic, Edge, Renovo y la japonesa Medicaroid.
Cirugía robótica en múltiples especialidades
La cirugía robótica se utiliza hoy en una amplia gama de especialidades médicas, desde urología, ginecología y cirugía general, hasta intervenciones torácicas y cardiovasculares. En cada una de ellas, la precisión milimétrica del sistema mejora la preservación de tejidos, la reducción de sangrado y la exactitud del abordaje anatómico. El objetivo es siempre el mismo: lograr intervenciones menos invasivas con mejores resultados clínicos.
En términos de experiencia del paciente, el impacto también es significativo. Gracias a las pequeñas incisiones, el dolor postoperatorio disminuye, lo que reduce el uso de analgésicos. Al mismo tiempo, la menor agresión quirúrgica acelera el regreso a las actividades cotidianas y reduce el riesgo de infecciones o complicaciones en el sitio quirúrgico. Las hospitalizaciones suelen ser más cortas y la necesidad de transfusiones de sangre se reduce de forma sustancial. Esto no solo mejora la calidad de vida del paciente, sino que también representa un alivio para los sistemas de salud en términos de costos y ocupación de camas.
Según describió Bernardo, el uso de sistemas robóticos no implica la automatización del acto médico, sino una expansión de sus posibilidades. El criterio clínico, la toma de decisiones y la ejecución del procedimiento continúan dependiendo del juicio del cirujano. Lo que cambia es la herramienta: una extensión tecnológica de la mano humana que permite superar límites físicos y mejorar los resultados de la práctica quirúrgica.
En paralelo, el desarrollo de esta tecnología impulsa una transformación más amplia en la manera de concebir la cirugía. Los quirófanos del futuro ya no girarán en torno a la camilla del paciente como centro absoluto, sino que integrarán consolas, interfaces digitales y entornos híbridos donde convivan la destreza médica y la precisión automatizada. La robótica es solo una de las manifestaciones de esa tendencia.
El camino de la cirugía robótica está lejos de haber terminado. La integración de inteligencia artificial, realidad aumentada y plataformas conectadas en tiempo real ya empieza a insinuar una nueva generación de sistemas que aprenderán, corregirán desviaciones y asistirán en la planificación quirúrgica con una precisión aún mayor.
El robot no opera solo, pero potencia lo mejor del criterio y la habilidad humana. En esa alianza entre mano, ojo y máquina se abre paso una nueva forma de operar, más precisa, más segura y cada vez más cercana al paciente.