No reprima la emoción: el cuerpo lo paga. Una emoción que no se procesa ni se expresa termina manifestándose físicamente. No desaparece, sino que se transforma en otra cosa.
Muchas veces, una emoción negativa reprimida se convierte en un síntoma o en una enfermedad digestiva, en insomnio, en alteraciones hormonales, en problemas en la piel o en dificultades para concentrarse. La emoción negativa reprimida no se desvanece: se transforma.
¿Qué es una emoción?

Es una vivencia experiencial. Las emociones básicas son miedo, ira, alegría, tristeza, asco y sorpresa.
En este momento, quiero centrarme en esas emociones negativas que no deben reprimirse: el miedo, la ira —que incluye el enojo y la bronca— y la tristeza.
El miedo sostenido en el tiempo eleva la adrenalina, una hormona directamente relacionada con el estrés. La ira y el enojo activan el sistema neuroautonómico, el sistema simpático, que nos prepara constantemente para la lucha o la huida.
La tristeza, por su parte, nos quita energía y disminuye el ánimo. No hay que reprimir estas emociones, sino aprender a expresarlas.
Lo que queda dentro debe procesarse, porque si no, se transforma en otra cosa.
¿Cómo se procesa una emoción negativa?

El primer paso es identificarla y ponerle nombre. Cuando se le pone nombre, la emoción toma cuerpo. Existe una frase que lo resume: “Cuando lo pones con palabras, lo haces tuyo”. Muchas veces, uno experimenta una emocionalidad negativa y no sabe bien de qué se trata. Por eso, es fundamental rotularla: miedo, frustración, enojo, bronca, tristeza. Póngale nombre.
El segundo paso es respirar hondo, utilizando la respiración abdominal. Esto estimula el sistema parasimpático y ayuda a relajarse.
El tercer paso es tomar papel y lápiz y escribir lo que se siente. Al escribirlo, se le da forma y se facilita el procesamiento. Luego, es importante hablar con alguien de confianza, alguien cercano, de ese círculo íntimo.
Extrovertir la emoción no significa explotar ni perder el control, sino utilizar estas herramientas para comunicar lo que se siente. Además de hablar con un amigo o una persona de confianza, la actividad física es fundamental: si siente una emoción negativa, salga a caminar.
Así consumirá la adrenalina que se generó durante el desarrollo de esa emoción. No sea fuerte reprimiendo. Sea fuerte afrontando y comunicando adecuadamente una emoción. Eso ayuda a procesarla.
Siempre digo: no somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan. Respete la emoción.
*El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.