El tabaco sigue siendo una de las principales amenazas para la salud pública, con más de ocho millones de muertes anuales, incluidas 1,3 millones por exposición al humo ajeno, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Frente a esta crisis, surgieron dispositivos como los cigarrillos electrónicos, presentados como alternativas “menos dañinas”, aunque implican nuevos riesgos, especialmente entre los jóvenes.
Ahora, se dieron a conocer otros dispositivos con la misma premisa, los cigarrillos ultrasónicos. Sin embargo, un reciente estudio advirtió que estas nuevas versiones son igual o más dañinas que las ya conocidas.
Estos productos forman parte de los sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN) y sin nicotina (SESN), que calientan líquidos para generar aerosoles inhalables. Aunque no contienen tabaco, sus líquidos incluyen sabores, aditivos y compuestos tóxicos, e incluso nicotina, según enumera la OMS.
Asimismo, la falta de regulación favoreció su uso en menores: en 88 países no hay edad mínima para comprarlos, y en 74 no existen normas específicas. Además, el máximo ente sanitario mundial advierte que su promoción en redes sociales y el uso de personajes animados, junto a más de 16.000 sabores, incrementan su atractivo.
Incluso, se demostró que estos dispositivos pueden afectar el desarrollo cerebral en menores, alterar el embarazo y causar lesiones físicas, como quemaduras por fallos técnicos. También se detectaron nicotina en productos que aseguran no contenerla, y estudios indican que su consumo triplica el riesgo de iniciar el uso de cigarrillos convencionales.
¿Qué son los cigarrillos ultrasónicos y cómo funcionan?
También conocidos como u-cigarettes son una nueva versión de los cigarrillos electrónicos. En lugar de calentar el líquido con una resistencia (como hacen los vapeadores comunes), usan un pequeño dispositivo llamado sonicador, que vibra a gran velocidad con ondas ultrasónicas. Esas vibraciones convierten el líquido —que puede contener nicotina, sabores y otros ingredientes como propilenglicol o glicerina vegetal— en un aerosol que se puede inhalar.
Es como si, en vez de hervir el líquido, lo “agitara” con sonido muy rápido hasta convertirlo en una especie de niebla para respirar.
De acuerdo con la Universidad de California, Riverside, esta tecnología se promociona como más segura por no utilizar bobinas de calentamiento. Sin embargo, la evidencia científica sobre su seguridad era limitada, lo que llevó a un equipo de investigación a analizar su composición química y toxicidad.
Metodología del estudio y productos analizados
El estudio, publicado en la revista Environmental Health Perspectives, analizó y comparó líquidos y aerosoles de u-cigarettes y electrónicos. Para ello, los científicos usaron herramientas como la microscopía electrónica de barrido y la espectroscopía de emisión óptica por plasma acoplado inductivamente.
En total, se detectaron 16 metales en al menos una muestra. La comparación buscaba determinar si la tecnología ultrasónica reducía realmente los riesgos frente a los dispositivos tradicionales de cuarta generación.
Metales detectados y niveles preocupantes
Según el estudio, los u-cigarettes presentaron concentraciones más altas de metales que los cigarrillos electrónicos convencionales. Entre los elementos identificados figuran:
- Silicio.
- Níquel, en concentraciones bajas en la mayoría de los líquidos, salvo en uno de los dispositivos analizados, que alcanzó 66.050 microgramos por mililitro.
- Cobre y zinc, detectados en los líquidos, aunque con poca transferencia al aerosol.
El hallazgo más alarmante fue la presencia de arsénico y selenio en niveles elevados. Ambos metales están incluidos en la lista de constituyentes nocivos y potencialmente nocivos de la FDA. “Nuestro estudio destaca la urgente necesidad de regular los niveles de arsénico y selenio en estos productos”, declaró la profesora Prue Talbot, autora principal.
Riesgos para la salud por inhalación de metales
La exposición a metales pesados por vía inhalatoria se asocia con riesgos severos como cáncer, neurotoxicidad y enfermedades pulmonares. La inhalación de arsénico y níquel, ambos reconocidos como carcinógenos, puede provocar daños en órganos y afecciones como la silicosis (enfermedad pulmonar crónica e irreversible).
La investigadora Esther Omaiye advirtió que incluso metales esenciales como el zinc y el selenio pueden ser tóxicos en altas concentraciones. Estos aerosoles penetran profundamente en el tejido pulmonar, eludiendo los mecanismos naturales de defensa.
Talbot agregó que, independientemente de la tecnología empleada, la inhalación de arsénico, níquel, plomo o cromo representa un peligro, incluso en concentraciones bajas sostenidas. A diferencia de la ingestión, los pulmones no filtran estos metales, lo que incrementa el riesgo de toxicidad.
Regulación y vigilancia: el pedido de los investigadores
Los autores del estudio instaron a los entes reguladores y a la industria a fortalecer los controles sobre estos productos. Talbot reclamó límites estrictos para arsénico y selenio, además de una vigilancia rutinaria para detectar dispositivos con niveles anormales.
Omaiye, por su parte, subrayó la necesidad de regulaciones más exigentes y de una mayor responsabilidad de los fabricantes. También destacó la importancia de que profesionales de la salud, autoridades y el público estén informados sobre las tecnologías emergentes, ya que los cambios técnicos no garantizan menor riesgo.
Incluso, Omaiye aconsejó precaución frente a las promesas de seguridad de los fabricantes, y recordó que lo más seguro es no empezar a vapear, al tiempo que señaló que quienes ya lo hacen, deben conocer los riesgos asociados a la inhalación de metales.
Vale destacar que los investigadores remarcaron la urgencia de promover estudios independientes que analicen el diseño, los materiales y los efectos a largo plazo de la exposición a estos compuestos. Además de los riesgos que representa cada uno para la salud pública.