En uno de los estudios de salud más increíbles efectuados a un esqueleto de casi 1000 años, la ciencia avanza para determinar el rastro y la evolución de una rara enfermedad.
El estudio de los huesos de un menor de entre 2,5 y 3,5 años descubierto en Afrodisias, Turquía, ofrece una ventana única hacia la salud de los menores de edad en el período bizantino medio (alrededor del año 1100 d.C.).
Excavados en 1985 del cementerio de Tetrapylon de la “Tumba 73A”, los restos de dos individuos no adultos, entre ellos, el niño “73A”, presentaron deformidades esqueléticas poco frecuentes, incluyendo engrosamiento e hinchazón de la mandíbula, el omóplato y el cúbito izquierdo, que casi duplicaba su tamaño habitual.
Estas alteraciones llamaron la atención de los investigadores debido a su rareza en contextos arqueológicos y su similitud con la hiperostosis cortical infantil (HIC), conocida también como enfermedad de Caffey.
El doctor Duru Yağmur Başaran publicó recientemente los resultados del análisis de este esqueleto en la revista Childhood in the Past, en donde afirmó que este estudio presenta un posible caso de hiperostosis cortical infantil (HIC) en los restos de un individuo de 2,5 a 3,5 años de edad hallado en un contexto funerario bizantino medio del siglo XII de Afrodisias, Turquía.
“La HIC, una enfermedad ósea inflamatoria típicamente de la infancia, rara vez se identifica arqueológicamente debido a su naturaleza transitoria. Este niño exhibió una neoformación ósea perióstica asimétrica en la mandíbula, la escápula y las diáfisis del cúbito, el húmero y el radio. El diagnóstico diferencial consideró afecciones patológicas como anemias hemolíticas, escorbuto, raquitismo, tuberculosis y maltrato infantil; sin embargo, las alteraciones son más consistentes con la HIC”, sostuvo el experto.
Y agregó que este es el primer caso arqueológico conocido de Turquía, que contribuye a las discusiones sobre la salud infantil en las poblaciones bizantinas.
Desafortunadamente, en la mayoría de los casos, cuando solo contamos con restos esqueletizados, no se puede determinar la causa de la muerte, pero este hallazgo permite profundizar en la comprensión de las enfermedades infantiles en sociedades pasadas y abre un camino para mejorar los métodos de diagnóstico de HIC en contextos históricos y arqueológicos.
Según los expertos, la HIC es una enfermedad rara y autolimitada que afecta principalmente a niños pequeños y a los tejidos conectivos que rodean los huesos. Se caracteriza por la inflamación del periostio, la membrana que recubre los huesos, lo que provoca un engrosamiento óseo asimétrico.
Las zonas más afectadas incluyen la mandíbula, el cúbito, la tibia, la clavícula, el omóplato y las costillas. Esta afección suele aparecer alrededor de los cinco meses de edad, aunque existen casos que se manifiestan desde el nacimiento o incluso en el útero. La enfermedad generalmente remite de forma espontánea hacia los tres años, aunque en casos excepcionales puede reaparecer.
El análisis de los restos de Afrodisias reveló una coincidencia notable con la HIC, no solo por el patrón de deformaciones, sino también por signos tempranos de recuperación antes del fallecimiento del niño. Estas evidencias refuerzan la interpretación de que se trató de un caso de HIC y lo posicionan como uno de los pocos casos conocidos de esta enfermedad en arqueología.
Además, el estudio amplía el registro geográfico de la HIC, convirtiéndose en el primer caso arqueológico posible documentado en Turquía.
Diagnóstico diferencial y relevancia histórica
Para establecer el diagnóstico más probable, los investigadores realizaron un análisis comparativo con diversas enfermedades infantiles conocidas, incluyendo anemias hemolíticas, escorbuto, raquitismo, tuberculosis, maltrato infantil y otras condiciones óseas. Ninguna coincidió completamente con las deformidades observadas.
La HIC fue la que mostró mayor similitud, consolidando su identificación como la causa subyacente. Este enfoque de diagnóstico diferencial es crucial, ya que permite distinguir entre patologías que presentan manifestaciones óseas similares y refina las herramientas de análisis para contextos arqueológicos.
La comparación entre la edad estimada según los huesos largos y los dientes también aportó información sobre la enfermedad. Los huesos sugirieron una edad de entre 1,5 y 2 años, mientras que los dientes indicaron 2,5 a 3,5 años. Esta discrepancia probablemente reflejó la influencia de factores ambientales estresantes, como la desnutrición, que afectan el desarrollo óseo.
La HIC, al comprometer la mandíbula, puede dificultar la alimentación, lo que explicaría en parte esta diferencia y aporta datos sobre la vulnerabilidad de los niños bizantinos frente a enfermedades y factores nutricionales.
Implicancias médicas y arqueológicas
La HIC sigue siendo difícil de diagnosticar incluso en la práctica clínica moderna, lo que hace que su identificación en contextos arqueológicos sea especialmente relevante. La enfermedad es autolimitada, pero puede generar fiebre, irritabilidad, engrosamiento óseo e inflamación del tejido blando suprayacente.
Algunos casos familiares sugieren que podría existir un componente hereditario, aunque la mayoría de los casos se presentan de forma esporádica. La documentación arqueológica de la HIC permite a los investigadores comparar patrones patológicos a lo largo del tiempo y evaluar cómo factores ambientales y culturales pudieron influir en la expresión de la enfermedad.
El análisis detallado de los restos del niño permitió documentar la extensión de las deformidades y su distribución específica, incluyendo la mandíbula, el cúbito, el omóplato y la clavícula. La observación de engrosamientos y signos de recuperación antes de la muerte ofrece pistas sobre la progresión natural de la enfermedad y cómo pudo afectar la vida cotidiana del niño.
Esta información es valiosa para entender la dinámica de la salud infantil en sociedades antiguas, especialmente en lo que respecta a la alimentación, el cuidado y la exposición a factores estresantes.
El estudio del niño de Afrodisias ilustra cómo la arqueología y la medicina pueden complementarse para reconstruir la historia de la salud humana. Identificar una enfermedad rara en un contexto bizantino medio amplía nuestro conocimiento sobre la diversidad de patologías que afectaban a los no adultos y sobre los factores que influían en su desarrollo y supervivencia.
Este enfoque permite generar hipótesis sobre nutrición, prácticas de cuidado y resiliencia frente a enfermedades en sociedades pasadas. Además, el hallazgo plantea preguntas sobre la mortalidad infantil y la forma en que la HIC pudo interactuar con otros factores de riesgo, como desnutrición, infecciones o trauma.
El descubrimiento en Afrodisias también tiene implicancias para la distribución geográfica de la HIC, confirmando su presencia en la región de Turquía durante el período bizantino medio. Este hallazgo amplía el registro de la enfermedad y permite comparar patrones de manifestación con casos clínicos modernos, aportando datos relevantes para la historia de la medicina y la antropología.
Por último, el caso del niño de Afrodisias resalta la importancia de la preservación y el análisis detallado de restos arqueológicos. Cada hallazgo contribuye a reconstruir aspectos fundamentales de la vida y la salud en sociedades antiguas, y permite establecer conexiones entre factores genéticos, ambientales y culturales que influyeron en la infancia histórica.