La investigación sobre el cáncer de próstata dio un paso significativo con la presentación de un estudio europeo que demuestra que los hombres portadores de mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 tienen hasta tres veces más probabilidades de desarrollar formas agresivas de la enfermedad.
El hallazgo, difundido en el Congreso 2025 de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), podría marcar un giro en las políticas de detección, al abrir la puerta a programas específicos para este grupo de alto riesgo.
El trabajo, liderado por el Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, se enfocó en un grupo de 3064 hombres de entre 40 y 69 años, más de la mitad portadores de mutaciones en BRCA1 y BRCA2. Los genes BRCA suelen conocerse como los “genes Jolie”, en referencia a la decisión de la actriz Angelina Jolie de someterse a una mastectomía preventiva tras descubrir que era portadora de una mutación hereditaria.
Durante cinco años, los hombres que participaron del estudio se sometieron a pruebas anuales de antígeno prostático específico (PSA), una herramienta que mide los niveles de una proteína que puede elevarse en presencia de tumores. Los resultados fueron contundentes.
Los portadores de BRCA1 mostraron un riesgo tres veces mayor de cáncer de próstata agresivo y los de BRCA2 más que duplicaron sus probabilidades, además de recibir el diagnóstico a edades más tempranas que el resto de la población. En promedio, el cáncer apareció a los 60 años, cinco antes que en los hombres sin mutaciones.
Para los especialistas, este tipo de evidencia refuerza la necesidad de adaptar las estrategias sanitarias. “Nuestra investigación muestra que los hombres con mutaciones en los genes BRCA 1 y BRCA 2 se enfrentan a un riesgo significativamente mayor de cáncer de próstata agresivo. Hasta que se disponga de pruebas diagnósticas más precisas, la detección selectiva del PSA en este grupo de alto riesgo podría detectar estos cánceres de forma más temprana, cuando el tratamiento es más eficaz”, explicó la profesora Rosalind Eeles, responsable principal del estudio.
Un riesgo más alto que redefine las prioridades de detección
Mientras que las versiones normales de BRCA1 y BRCA2 actúan como un escudo reparando el ADN dañado, sus variantes mutadas aumentan el riesgo de varios cánceres, incluidos mama, ovario y próstata. Se estima que una de cada 400 personas porta estas mutaciones.
El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en hombres en Gran Bretaña, con más de 55.000 nuevos casos y 12.200 muertes cada año. Y es una de las patologías más comunes en Argentina, con aproximadamente 11.500 casos anuales y una tasa de mortalidad significativa, según datos del Ministerio de Salud.
La detección temprana, crucial para su curación, se basa en la consulta anual con un urólogo a partir de los 50 años o 45 si hay antecedentes familiares. Las herramientas de diagnóstico incluyen el examen digital rectal, el análisis de PSA y, si es necesario, una biopsia prostática.
A diferencia de otros tipos de cáncer, muchos de estos tumores evolucionan lentamente y no representan una amenaza grave, lo que complica la implementación de programas de cribado masivos.
Las pruebas de PSA, por ejemplo, no son completamente fiables: pueden pasar por alto tumores agresivos o arrojar falsos positivos, lo que conduce, en ocasiones, a sobrediagnósticos y tratamientos innecesarios con efectos secundarios importantes, como incontinencia o disfunción eréctil.
Sin embargo, este nuevo estudio pone el foco en un grupo muy específico. Al observar a portadores de mutaciones BRCA, los investigadores detectaron un cambio llamativo en el perfil de la enfermedad. Según el profesor Alastair D. Lamb, investigador clínico avanzado del CRUK, Instituto Oncológico Barts, de la Universidad Queen Mary de Londres, “la presencia de una mutación BRCA aumentó la proporción de cáncer de próstata de alto riesgo del 31 % de los diagnósticos al 64 %. Esto es crucial”.
Para Lamb, los resultados se alinean con lo que se sabía hasta ahora, pero ofrecen un impulso adicional a nuevas estrategias. “Es un grupo de gran reputación, liderado por Ros Eeles”, destacó. El especialista recordó que la puntuación del riesgo genético de la línea germinal ya se evalúa en el ensayo Transform, financiado con 42 millones de libras, y que estos datos “nos dan confianza en el posible papel de estas pruebas en la detección del cáncer de próstata”.
La evidencia es tan sólida que varios expertos británicos esperan que el Comité Nacional de Cribado del NHS actualice sus directrices. Este organismo emitirá recomendaciones en las próximas semanas.
Si bien es probable que mantenga su postura crítica sobre los programas masivos de PSA, podría sugerir la implementación de un esquema específico para portadores de mutaciones, hombres con antecedentes familiares y poblaciones de mayor riesgo, como los hombres negros.
De la investigación a la práctica clínica
El debate ya no gira solo en torno a si se debe implementar un cribado poblacional, sino a cómo identificar y proteger a grupos concretos. El profesor Hashim Ahmed, presidente del Departamento de Urología del Imperial College de Londres, señaló que “este estudio refuerza la evidencia de que los hombres con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 tienen un mayor riesgo de cáncer de próstata y podrían beneficiarse de una detección dirigida”.
Ahmed recordó que solo 1 de cada 260 hombres presenta estas mutaciones, por lo que detectarlas representa un desafío logístico importante. Los antecedentes familiares no siempre están bien registrados en la atención primaria, por lo que la concienciación pública será clave.
La profesora Alena Pance, de la Universidad de Hertfordshire, subrayó que el resumen presentado en ESMO es parte de una línea de investigación que lleva dos décadas. Según explicó, mutaciones en BRCA2 duplican el riesgo de desarrollar cáncer de próstata antes de los 80 años. BRCA2 participa en la recombinación homológica, un mecanismo esencial para reparar roturas graves de ADN. Si este proceso falla, las células acumulan errores genéticos que aumentan su potencial maligno.
Para Pance, la detección temprana en hombres con estas mutaciones “constituye un avance médico significativo”. La propuesta no es aplicar indiscriminadamente la prueba de PSA, sino enfocarla en quienes tienen más probabilidades de desarrollar formas peligrosas de la enfermedad.
En tanto, el profesor James Catto, de la Universidad de Sheffield, fue contundente: “Los resultados parecen convincentes. Los hombres con mutaciones genéticas en los genes BRCA1 y BRCA2 tienen mayor probabilidad de desarrollar cáncer de próstata, mayor probabilidad de cáncer agresivo y de desarrollarlo a una edad más temprana que la población general. Dado que se trata de una pequeña proporción de la población, parece muy sensato comenzar a realizar pruebas de PSA a estos hombres a partir de los 40 años”.
Esta recomendación coincide con la propuesta central del estudio: controles anuales de PSA desde los 40 años para portadores de BRCA. La profesora Eeles y su equipo instaron a los reguladores a actuar en función de la evidencia. Su objetivo es que la detección selectiva permita diagnosticar tumores peligrosos en etapas iniciales, cuando los tratamientos son más eficaces.
El camino hacia un cribado específico no está exento de dificultades. El doctor Ben Lamb, cirujano urológico y profesor clínico superior del Barts Cancer Institute, recordó que todavía faltan datos sólidos sobre cómo identificar a todos los portadores de BRCA y cómo integrar esa información en los registros médicos.
“Se debe informar a los portadores del gen BRCA sobre el mayor riesgo de cáncer de próstata, pero no se conoce el protocolo óptimo de evaluación del riesgo y este estudio no está diseñado para especificarlo”, señaló. También remarcó que se requieren ensayos aleatorizados para definir el mejor método de detección, aunque reconoció que los portadores representan una minoría, lo que podría dificultar su representación adecuada en esos estudios.
Aun así, la publicación completa del estudio podría acelerar discusiones en organismos sanitarios y hospitales. Si bien el cribado poblacional del cáncer de próstata sigue siendo controvertido, la detección en grupos de alto riesgo se percibe como una vía intermedia prometedora. “Será importante ver el estudio completo publicado antes de implementar cambios en políticas o prácticas”, advirtió Lamb.
El impacto de esta estrategia queda ilustrado en historias personales como la de Tony McHale, de 74 años. A los 61, descubrió que tenía una mutación en BRCA2 y se sumó al ensayo. Dieciocho meses después, una prueba anual de PSA detectó un cáncer de próstata en etapa inicial.
“No podía creerlo. Me sentí completamente bien y no tenía síntomas. Inmediatamente me administraron un tratamiento intensivo de radioterapia de tres meses. Al finalizar, me dijeron que ya no tenía cáncer. Fue un momento fantástico. Lloré de alivio. Sentí que me habían dado una nueva vida”, relató.
Las mutaciones BRCA1 y BRCA2 se han asociado con el riesgo de cáncer de próstata (CaP), pero se conocen una amplia gama de estimaciones de riesgo basadas en estudios retrospectivos. Los resultados corroboran los patrones de riesgo de CaP indicados por análisis retrospectivos para portadores de BRCA2, incluida evidencia adicional de asociación con CaP agresivo, y brindan cierto respaldo a una asociación más débil en los portadores de BRCA1.
Anteriormente, en un estudio pionero realizado en 2020 y publicado en la revista de Urología Europea en 2020, expertos realizaron un seguimiento de hombres sanos con mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 para investigar si presentan un mayor riesgo de desarrollar cáncer de próstata en comparación con la población general.
Descubrieron que los portadores de mutaciones en el gen BRCA2 presentan un alto riesgo de desarrollar cáncer de próstata, en particular cáncer de próstata más agresivo, y que este riesgo varía según los antecedentes familiares de cáncer de próstata y la ubicación de la mutación en el gen.
“Uno de los factores de riesgo más importantes para el cáncer de próstata son los antecedentes familiares de la enfermedad. Las mutaciones de la línea germinal en el gen de predisposición al cáncer de mama 2 (BRCA2) son los eventos genéticos conocidos hasta la fecha que confieren el mayor riesgo de cáncer de próstata (8,6 veces en hombres ≤65 años). Aunque el papel de BRCA2 y BRCA1 en la tumorigénesis prostática sigue sin revelarse, las mutaciones en ambos genes se han asociado con una enfermedad más agresiva y malos resultados clínicos”, describieron los expertos responsables del estudio.
Y concluyeron: “La creciente incidencia del cáncer de próstata en todo el mundo respalda la necesidad de nuevos métodos para predecir el resultado e identificar a los pacientes con formas potencialmente letales de la enfermedad. Como presentamos aquí, las mutaciones de la línea germinal BRCA, principalmente en el gen BRCA2, son uno de esos factores predictivos”.
Un futuro cercano con programas personalizados
El debate sobre cómo, cuándo y a quién ofrecer pruebas de detección del cáncer de próstata está cambiando rápidamente. Los nuevos datos sobre mutaciones BRCA aportan argumentos científicos y clínicos sólidos para abandonar el enfoque único y avanzar hacia estrategias personalizadas. En lugar de someter a millones de hombres a controles que pueden generar más problemas que beneficios, se plantea dirigir los recursos a quienes más lo necesitan.
Si las recomendaciones del NHS avanzan en esa dirección, el cribado selectivo de PSA en hombres con mutaciones BRCA podría convertirse en una herramienta habitual en la práctica médica. Al igual que ocurrió con los programas de detección de cáncer de mama en mujeres con mutaciones BRCA, este modelo busca detectar temprano, tratar eficazmente y, en última instancia, salvar vidas.
El próximo mes será clave: los expertos esperan con atención las decisiones regulatorias que podrían transformar la prevención del cáncer de próstata en Reino Unido y, posiblemente, en otros países.