El dolor persistente y la pérdida de movilidad no representan consecuencias inevitables del envejecimiento. La fisioterapia y la prehabilitación, respaldadas por investigaciones recientes, se consolidan como herramientas eficaces para aliviar molestias, mejorar la recuperación tras una cirugía y reducir el riesgo de caídas.
De acuerdo con un reporte compartido por The Washington Post y una revisión sistemática publicada en The BMJ. Estas intervenciones, valoradas en la práctica clínica y la observación científica, presentan alternativas concretas para potenciar la calidad de vida, sobre todo en adultos mayores y personas que se preparan para procedimientos quirúrgicos.
Beneficios ampliados de la fisioterapia en adultos mayores
La fisioterapia, aunque fue asociada tradicionalmente a la rehabilitación de lesiones, ofrece beneficios que van más allá de este ámbito. Robyn Culbertson, fisioterapeuta especializada en atención geriátrica en Columbia (Carolina del Sur), y portavoz de la Asociación Estadounidense de Fisioterapia, señaló en The Washington Post que “el dolor en la espalda baja, los hombros o las rodillas suele provocar que las personas reduzcan su actividad física, hecho que agrava el malestar a largo plazo”.
Con este contexto, la fisioterapia permite analizar los patrones de movimiento para fortalecer y flexibilizar el cuerpo, evitando que problemas menores se transformen en afecciones incapacitantes.
Joseph Lume, fisioterapeuta en el NYU Langone Orthopedic Center de Nueva York, añadió que este enfoque también beneficia a quienes padecen enfermedades crónicas como la artritis, ya que protege las articulaciones y refuerza los músculos circundantes, lo que contribuye al alivio del dolor con el paso del tiempo.
Prehabilitación: preparación activa para la cirugía
En el ámbito quirúrgico, la prehabilitación gana relevancia como estrategia preventiva. Consiste en preparar activamente a los pacientes antes de una intervención mediante programas que incluyen ejercicio físico, mejora nutricional, apoyo psicológico y entrenamiento cognitivo.
Sobre esto, el especialista Lume sugirió que quienes tienen una cirugía programada deben considerar al menos un par de sesiones de fisioterapia previas, dado que esto optimiza la condición física y facilita la posterior recuperación.
El metaanálisis publicado en The BMJ, con 186 ensayos controlados aleatorizados y más de 15.000 participantes, concluyó que los programas de prehabilitación centrados en ejercicio reducen el riesgo de complicaciones quirúrgicas, acortan la estancia hospitalaria y mejoran la calidad de vida de los pacientes.
Sin embargo, los autores señalaron que, a pesar de la prioridad que pacientes, profesionales y sistemas de salud asignan a la prehabilitación, la certeza global sobre sus beneficios sigue siendo baja por las limitaciones metodológicas y la variabilidad en los resultados de los abordajes.
Modalidades de fisioterapia e impacto en la calidad de vida
Actualmente, la expansión de las plataformas de telemedicina permite que los pacientes accedan a evaluaciones virtuales, programas de ejercicios personalizados y seguimiento remoto mediante dispositivos electrónicos. El fisioterapeuta Culbertson remarcó que, por videollamadas, los especialistas pueden detectar factores de riesgo de caídas en el hogar y capacitar a los familiares para asistir en los ejercicios.
Sin embargo, quienes presentan un alto riesgo de caídas o trastornos graves del movimiento, como la enfermedad de Parkinson, requieren atención presencial para una supervisión adecuada. Además, algunas técnicas terapéuticas, entre ellas el masaje o la estimulación eléctrica, solo pueden aplicarse en persona.
La prevención de caídas constituye otro pilar de la fisioterapia, especialmente en adultos mayores. The Washington Post recopiló que uno de cada cuatro adultos de 65 años o más sufre una caída anualmente. Para abordar este problema, los médicos deberían evaluar el riesgo de caídas y, si resulta necesario, derivar a fisioterapia.
De esta manera, los programas contemplan fortalecimiento muscular, entrenamiento del equilibrio, técnicas para mejorar la reacción ante situaciones de riesgo y estrategias específicas como el control de la urgencia urinaria, un factor que puede incrementar el riesgo de caídas al apresurarse hacia el baño.
Retos y recomendaciones para la integración de fisioterapia
Pese a los avances, existen barreras que dificultan la integración sistemática de la prehabilitación y la fisioterapia. La revisión de The BMJ identificó obstáculos como la baja certeza de los beneficios, la variabilidad en la calidad de los estudios y la falta de incorporación sistemática en los protocolos prequirúrgicos.
Culbertson destacó que la cobertura de seguros suele limitarse a ciertos tratamientos y que algunas regulaciones restringen el número de sesiones autorizadas, incluidas las de prehabilitación. Recomendó que los pacientes verifiquen su cobertura y consulten si necesitan una derivación médica para acceder al reembolso.
Para que la fisioterapia brinde los mejores resultados, los especialistas sugieren definir objetivos claros —como retomar una actividad específica—, mantener la motivación y medir el progreso. Además, es fundamental consultar con el equipo médico antes de iniciar cualquier programa, especialmente en el contexto de una cirugía, y asegurar que la modalidad seleccionada (presencial o virtual) se ajuste a las necesidades individuales.
La personalización y el acceso virtual abren nuevas oportunidades para mantener la movilidad y potenciar la recuperación física. Trabajar en la preparación del cuerpo favorece una mejor calidad de vida, especialmente en etapas avanzadas de la vida o frente a procedimientos quirúrgicos.