La anemia es un trastorno en el cual la sangre tiene menos capacidad para llevar oxígeno, porque hay poca hemoglobina o pocos glóbulos rojos.
Las mujeres con anemia suelen experimentar cansancio persistente, debilidad, palidez, dificultad para respirar con poco esfuerzo, mareos, dolor de cabeza, palpitaciones y uñas frágiles.
Una década atrás, la Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó una meta global: se debería reducir a la mitad la prevalencia de anemia en mujeres de 15 a 49 años para el año 2030.
Sin embargo, expertos de la agencia sanitaria advirtieron en un nuevo reporte que la prevalencia mundial permanece alta.
La mayoría de los países no logra avances importantes. Por lo tanto, la meta fijada para 2030 estaría lejos de cumplirse.
En ese contexto, la situación en América Latina también preocupa porque hubo un estancamiento de la prevalencia e incluso un leve empeoramiento de los indicadores regionales.
En diálogo con Infobae, Francisca Rojas, médica y jefa de hematología del Hospital de Clínicas José de San Martín de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro del consejo asesor científico de la revista de la Sociedad Argentina de Hematología, afirmó que “la anemia no es solo cansancio ni una condición menor. Es un problema de salud que afecta la vida, la energía y los sueños de muchas mujeres”.
Durante años “se la ha normalizado o dejado en segundo plano, y por eso el mundo no ha logrado grandes avances según lo que informa el reporte de la OMS”, subrayó.
Síntomas de la anemia y cómo reconocerla
La anemia afecta a millones de mujeres y adolescentes en todo el mundo. Esta condición aparece cuando el cuerpo pierde la capacidad de transportar suficiente oxígeno en la sangre, principalmente por una deficiencia de hierro, un mineral esencial para producir hemoglobina.
La hemoglobina es la proteína que transporta oxígeno a los músculos y órganos. Cuando el cuerpo no produce suficiente hemoglobina, surgen síntomas como cansancio extremo, debilidad persistente y dificultad para concentrarse.
Otros síntomas frecuentes son palidez, sensación de ahogo tras esfuerzos leves y mareos. Muchas personas también observan uñas frágiles, dolor de cabeza o palpitaciones. No siempre los signos aparecen en las primeras etapas, lo que dificulta su detección inicial.
El nuevo informe, que fue publicado por el Departamento de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS mencionó que “los síntomas de la anemia suelen pasar inadvertidos en el inicio”, lo que provoca demoras en el tratamiento y aumenta los riesgos.
La prevalencia de la anemia en mujeres puede tener estas consecuencias:
- Mayor riesgo de complicaciones durante el embarazo y el parto.
- Aumento de infecciones frecuentes.
- Reducción del rendimiento escolar y de la capacidad de aprendizaje en niñas y adolescentes.
- Limitaciones en el desarrollo físico e intelectual.
- Menor productividad y dificultades para trabajar o estudiar.
- Impacto negativo en el desarrollo económico y social de las comunidades.
“La magnitud del problema no disminuyó de manera sustancial en la última década”, escribieron. Esta falta de avances coloca a muchas niñas y mujeres en mayor vulnerabilidad y riesgo de padecer enfermedades relacionadas.
Cómo se diagnostica la anemia en mujeres
Detectar la anemia requiere un análisis de sangre que mide la cantidad de hemoglobina y glóbulos rojos. Una proporción baja de hemoglobina confirma el diagnóstico.
Entre las causas figuran una dieta con poco hierro, hemorragias, enfermedades prolongadas o problemas en la absorción de nutrientes.
El reporte indicó que “el tamizaje sistemático en mujeres y niñas” resulta fundamental. Este control implica realizar análisis de sangre en los chequeos de rutina para lograr una detección precoz.
Si se incluye ese estudio en la atención primaria de la salud, se mejora la salud de niñas, adolescentes y adultas en todas las etapas de la vida.
Prevalencia de la anemia en Latinoamérica y el Caribe
América Latina y el Caribe muestran indicadores estancados de anemia en mujeres jóvenes y adolescentes. En 2023, la prevalencia alcanzó el 18,3% en mujeres de 15 a 49 años.
Los datos de la región señalan una situación de estancamiento y en algunos países un leve empeoramiento durante la última década, lo que presenta un reto importante para las instituciones de salud pública.
La zona de los países del Caribe registra una de las tasas más elevadas, con un 29,1% de mujeres en edad reproductiva afectadas, un valor semejante a la media mundial de acuerdo con el informe.
En Sudamérica la prevalencia es del 21,8%, mientras que en Centroamérica alcanza el 13,8%. Países como la Argentina se encuentran dentro de la franja con prevalencia de anemia moderada, siguiendo el perfil regional de Sudamérica.
África y el sur de Asia reportan los valores más altos de anemia en mujeres en edad fértil. En ciertas zonas hasta el 40% de esas mujeres vive con la afección.
Los expertos remarcaron la urgencia de actualizar los programas de prevención y control de la anemia.
Según el reporte, las principales medidas recomendadas para que los países puedan cumplir con la meta para 2030 son:
- Fortalecer los programas de suplementación de hierro y ácido fólico, especialmente para mujeres, niñas y personas gestantes.
- Implementar la fortificación de alimentos básicos con hierro y otros micronutrientes.
- Mejorar el acceso a alimentos ricos en hierro a través de políticas alimentarias y educativas.
- Realizar detección y diagnóstico regular de anemia en mujeres y adolescentes mediante análisis de sangre.
- Promover campañas educativas sobre nutrición en escuelas y comunidades.
- Garantizar el acceso a servicios de salud y atención primaria para la detección y tratamiento oportuno de la anemia.
- Mejorar el monitoreo y la vigilancia de los casos de anemia en la población.
La doctora Rojas sostuvo que “darle importancia a la anemia significa priorizar la salud de las mujeres, de sus hijos y de las comunidades enteras”.
Además, explicó a Infobae que “su persistencia muestra que todavía faltan políticas efectivas y acciones de salud pública. Se deberían adoptar estrategias basadas en evidencia científica y adaptadas a los contextos locales. Es esencial para revertir la tendencia y avanzar hacia la meta de 2030”.