Investigadores identifican a la trompa de Falopio como el origen principal del cáncer de ovario, transformando la comprensión de la enfermedad (Crédito: Freepik)

Un diagnóstico que suele llegar tarde, síntomas que se confunden con molestias cotidianas y un origen que la ciencia apenas empieza a descifrar: así se presenta el cáncer de ovario. Es el octavo tumor más común en mujeres, responsable del 3,7% de los casos de cáncer femenino en el mundo, según el National Cancer Institute.

Asia concentra el 54,9% de los diagnósticos y Europa el 21,4%. Se prevé que las muertes anuales aumenten casi un 70% hacia 2050 por el envejecimiento poblacional. La supervivencia global a cinco años ronda el 51,6%.

En este escenario, un hallazgo clave redefine la manera en que se entiende esta patología: la trompa de Falopio emerge como el punto de partida más frecuente para este tipo de tumor, según nuevas investigaciones.

El cáncer de ovario representa el 3,7% de los tumores femeninos a nivel mundial y suele diagnosticarse en etapas avanzadas (Imagen Ilustrativa Infobae)

En una entrevista con Health Matters, la Dra. Marion Curtis, investigadora de Mayo Clinic en Phoenix, Arizona, ofreció detalles sobre los síntomas inespecíficos, los riesgos genéticos y las nuevas estrategias de tratamiento para una enfermedad difícil de detectar en sus primeras etapas.

Aunque es menos frecuente que otros tumores ginecológicos, el cáncer de ovario se caracteriza por su complejidad y por la alta mortalidad derivada de diagnósticos tardíos, según la clínica estadounidense.

El verdadero origen: la trompa de Falopio

La Dra. Curtis explicó que, en aproximadamente el 70% de los casos, el cáncer de ovario de alto potencial maligno no se origina en el ovario sino en la trompa de Falopio. “Creemos que se disemina temprano al ovario, donde encuentra factores de crecimiento necesarios para desarrollarse en la cavidad peritoneal”, dijo. Además, precisó que la cavidad peritoneal es la zona abdominal donde se ubican la mayoría de los órganos digestivos.

Actualmente no existe un método de cribado efectivo para el cáncer de ovario, lo que impacta en el retraso del diagnóstico y el tratamiento (Freepik)

La especialista aclaró que, aunque puede haber confusión en la terminología, los tumores localizados en las trompas reciben ese diagnóstico específico. Sin embargo, las neoplasias de la trompa de Falopio, el ovario y la cavidad peritoneal suelen agruparse, ya que comparten características clínicas y tratamiento.

Curtis sostuvo que probablemente el origen esté en una célula madre del endometrio que migra y se implanta en la trompa, el ovario o el peritoneo, aunque reconoció que este proceso sigue sin estar completamente aclarado.

Síntomas y factores de riesgo

Según explicó Curtis, los síntomas del cáncer de ovario suelen ser inespecíficos: pueden manifestarse como hinchazón, dolor en la pelvis o el abdomen, cambios en el apetito, alteraciones urinarias o dolor de espalda. La especialista puso énfasis en que, debido a la diversidad y ambigüedad de estos signos, la mayoría de las pacientes recibe el diagnóstico en etapas avanzadas. “Solemos atribuir estos malestares a causas cotidianas”, reconoció.

Los síntomas del cáncer de ovario tienden a ser inespecíficos y pueden confundirse con molestias cotidianas, dificultando su detección precoz (Imagen Ilustrativa Infobae)

En cuanto a los factores de riesgo, la Dra. Curtis subrayó que la edad es el principal: la mayoría de las pacientes son diagnosticadas después de la menopausia. También destacó la importancia de las mutaciones en los genes BRCA-1 y BRCA-2, que aumentan el riesgo tanto de cáncer de mama como de ovario.

Aunque se suele asociar la menopausia como desencadenante, Curtis precisó que la acumulación de errores celulares a lo largo de la vida favorece la aparición de cánceres epiteliales como el de ovario en edades avanzadas.

Las personas portadoras de mutaciones BRCA suelen desarrollar el cáncer antes de la menopausia. Por este motivo, la especialista recomendó considerar el test genético en familias con antecedentes de estos tumores, para evaluar mejor el riesgo individual.

Desafíos en la detección y nuevas estrategias

Curtis fue clara al afirmar que no existe actualmente un método de cribado efectivo y generalizado para el cáncer de ovario. Explicó que, si bien existen pruebas como la determinación de la proteína CA125, su sensibilidad resulta insuficiente para la detección precoz.

Según la investigadora, en Mayo Clinic se realizan estudios para detectar células cancerosas en tampones menstruales, lo que permitiría un envío no invasivo a la clínica. Aunque consideró que estas investigaciones son prometedoras, advirtió que aún requieren mayor desarrollo antes de poder utilizarse de forma masiva.

Los ensayos clínicos con inmunoterapia abren nuevas perspectivas para el tratamiento del cáncer de ovario, mejorando la supervivencia y previniendo recaídas (Imagen Ilustrativa Infobae)

La dificultad para acceder a las lesiones iniciales, que suelen formarse en lo profundo del abdomen, y la ausencia de un marcador sanguíneo fiable complican la implementación de pruebas de cribado similares a las de otros cánceres. “El ultrasonido se ha considerado, pero presenta problemas tanto de sensibilidad como de especificidad. Detectar una masa no basta: se requeriría una biopsia invasiva para confirmar el diagnóstico, lo que dificulta su aplicación práctica y aumenta los costes”, detalló.

La prevención del cáncer de ovario sigue siendo un desafío. Según la Dra. Curtis, no hay evidencia sólida que relacione factores ambientales o de estilo de vida, como la obesidad o la dieta, con el riesgo de desarrollar la enfermedad, a diferencia de otros tumores ginecológicos.

Sin embargo, el uso de anticonceptivos orales, haber tenido hijos y tomar metformina —medicamento para la diabetes tipo dos— se asocian con menor incidencia. Disminuir el número de ciclos menstruales parece reducir el riesgo, ya que ovular repetidamente favorece la aparición de errores celulares.

La edad avanzada y las mutaciones genéticas en los genes BRCA-1 y BRCA-2 figuran como los principales factores de riesgo del cáncer de ovario (Imagen Ilustrativa Infobae)

La especialista señaló que la terapia hormonal tras la menopausia puede aumentar el riesgo, mientras que los anticonceptivos orales ofrecen un efecto protector. En personas con mutaciones BRCA, la extirpación de las trompas de Falopio reduce drásticamente el riesgo de cáncer, y cada vez es una opción más solicitada cuando se realiza otra cirugía pélvica.

El diagnóstico suele producirse en fases avanzadas, con metástasis en abdomen o peritoneo, lo que limita las posibilidades de curación. En estadios iniciales, la curación es posible, aunque poco frecuente. El pronóstico a cinco años, en fases avanzadas, ronda el 30%.

El tratamiento estándar sigue siendo la combinación de cirugía y quimioterapia, aunque “las remisiones rara vez son duraderas”, advirtió Curtis. El marcador CA125 se utiliza para monitorizar recurrencias.

Inmunoterapia y nuevos horizontes

Entre los avances recientes, la Dra. Curtis destacó los ensayos de Mayo Clinic con inmunoterapia, donde se activan células T de la paciente para crear una “memoria” que pueda combatir futuras recaídas. Este procedimiento apunta a una proteína presente en varios tumores, lo que podría ampliar su uso a otras enfermedades oncológicas.

Además, la identificación de un antígeno tumoral exclusivo en cánceres de ovario abre la puerta a futuras vacunas para prevenir recurrencias.

El tratamiento estándar del cáncer de ovario combina cirugía y quimioterapia, pero la remisión prolongada es poco frecuente en estadios avanzados (Imagen Ilustrativa Infobae)

La especialista manifestó optimismo sobre el futuro de la inmunoterapia, convencida de que potenciar el sistema inmune representa una vía prometedora para mejorar la supervivencia y ofrecer nuevas perspectivas a quienes enfrentan este cáncer.