
Caminar es mucho más que una actividad cotidiana: pequeños cambios en la forma de hacerlo pueden transformar este movimiento simple en una poderosa herramienta para mejorar la salud.
Nuevas recomendaciones de Elroy Aguiar, profesor asistente de ciencias del ejercicio en la Universidad de Alabama, revelan que no hace falta cumplir metas exigentes ni rutinas agotadoras para reducir el riesgo de enfermedades y fortalecer el cuerpo. Ajustes sencillos y accesibles permiten que la caminata diaria brinde beneficios metabólicos, musculares y cardiovasculares, según explicó el especialista a The Independent.
Accesibilidad y respaldo científico
Caminar se destaca como una de las formas de ejercicio más accesibles y fáciles de incorporar a la rutina diaria. “Para la mayoría de las personas hay pocas barreras en términos de costo, equipamiento o habilidades; por eso la consideramos una de las mejores opciones”, explicó Aguiar. En esa misma línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda la caminata regular como un hábito eficaz para reducir el riesgo de mortalidad por cualquier causa.
Un meta-análisis publicado en la European Journal of Preventive Cardiology demostró que con solo 3.867 pasos diarios la mortalidad general desciende, y para la mortalidad cardiovascular bastan 2.337 pasos al día.

Elevar el ritmo de los pasos es una de las formas más eficaces de obtener más resultados en menos tiempo. Caminar a 100 pasos por minuto equivale a una actividad física de intensidad moderada, definida por la OMS como el umbral mínimo recomendado. Para quienes buscan mayor estímulo, 130 pasos por minuto permite alcanzar intensidad vigorosa.
La mayoría de las personas, al caminar con decisión, ya adopta una cadencia de entre 110 y 115 pasos por minuto. “Aumentar el número de pasos por minuto maximiza el beneficio que obtienes de la caminata”, destacó Aguiar.
Minutos de mayor intensidad e impacto metabólico
Las investigaciones de Aguiar indican que sumar breves periodos de mayor exigencia, incluso de un solo minuto diario, mejora la circunferencia de cintura, presión arterial, colesterol y glucosa. “Con solo un minuto diario de actividad de mayor intensidad puedes obtener beneficios para la salud”, sostuvo el investigador.
Esta combinación ayuda a reducir el riesgo de síndrome metabólico, que agrupa factores como presión arterial elevada, triglicéridos altos y glucosa aumentada. Quienes cuentan con poco tiempo también pueden beneficiarse si incluyen episodios cortos a un ritmo más elevado.

Caminar durante 15 minutos después de cada comida principal ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre y previene picos que elevan el riesgo de resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 e hipertensión.
Aguiar destacó que la medicación para el control glucémico debe ser la última opción, priorizando siempre el ejercicio regular.

Por otra parte, existe el rucking que consiste en caminar con peso añadido, generalmente en una mochila. Aguiar señaló que este método aumenta el consumo de oxígeno, la frecuencia cardíaca y el gasto calórico.
Además, exige un mayor esfuerzo de los músculos de las piernas y favorece la mejora de la fuerza muscular y la densidad ósea. Se recomienda empezar con cargas bajas, como dos kilogramos, e incrementarlas gradualmente para facilitar la adaptación del cuerpo y reducir el riesgo de lesiones.
Dosis y resultados: más flexibilidad, menos rigidez
Las pruebas reunidas por Aguiar muestran que los 10.000 pasos diarios no son imprescindibles. Un rango de 2.000 a 4.000 pasos al día ya se asocia con una reducción de la mortalidad general y cardiovascular.
Un estudio de la Universidad de Granada identificó que la mayor parte de los beneficios frente al riesgo cardiovascular surge a partir de 7.000 pasos diarios. Por cada incremento de 1.000 pasos, el riesgo de muerte por cualquier causa disminuye un 15%, y por cada 500 pasos más, la mortalidad cardiovascular cae un 7%.

Aguiar recomienda alternar intervalos de mayor velocidad durante la caminata habitual, sumar minutos tras las comidas y probar el rucking con cargas ligeras, incrementando el peso poco a poco.
Adaptar la caminata con estos ajustes representa una estrategia accesible y de bajo costo para fortalecer el sistema cardiovascular, mejorar la salud muscular y ósea y favorecer el control del peso corporal. Según The Independent, estos beneficios incluyen la protección frente a lesiones y la promoción de un estilo de vida saludable a largo plazo.