La lectura silenciosa reduce el estrés hasta en un 68%, según estudios citados por Hello Magazine y Mindlab International (Imagen Ilustrativa Infobae)

En tiempos marcados por la velocidad, la hiperconectividad y el bombardeo constante de información, el estrés y la ansiedad se han convertido en compañeros habituales. Frente a este escenario, emerge una herramienta silenciosa y poderosa: la lectura.

Lejos de ser solo un pasatiempo, sumergirse en las páginas de un libro puede convertirse en un auténtico refugio para el equilibrio mental. Expertos y estudios científicos señalan que abrir un libro no solo alimenta la mente, sino que activa mecanismos fisiológicos capaces de calmar el sistema nervioso y restaurar la serenidad, incluso en los días más agitados.

La lectura como refugio ante el estrés

Diversos expertos y estudios científicos destacan la lectura como una herramienta eficaz para calmar el sistema nervioso y favorecer el bienestar mental. Según Hello Magazine, sumergirse en un libro impacta rápidamente la actividad fisiológica, lo que reduce el estrés y modula el nervio vago, un elemento clave en las respuestas de relajación del cuerpo.

Investigaciones lideradas por el Dr. David Lewis en Mindlab International, citadas por el medio, revelan que dedicar seis minutos a la lectura silenciosa puede disminuir los niveles de estrés hasta un 68%, superando otras estrategias como escuchar música o caminar.


Expertos destacan la lectura como una de las mejores herramientas para combatir el estrés y mejorar la salud mental (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este hallazgo se vincula con el creciente interés en el nervio vago, considerado por especialistas como el más largo del sistema nervioso parasimpático, con influencia en el cerebro, el cuello, el pecho y el abdomen, y relevante para el equilibrio emocional y físico.

Desde la neurociencia, Anne-Laure Le Cunff, del King’s College de Londres, explicó que la lectura, actividad de baja intensidad, “redirige suavemente la atención lejos de los ‘bucles de preocupación’ internos y de los estímulos externos, como notificaciones y listas de tareas, hacia un único flujo estructurado de información: el texto”. Este enfoque posibilita que el cuerpo pase de un estado de alerta a uno de descanso y recuperación, mediado por la activación del sistema parasimpático y, en particular, del nervio vago.

Efectos neuroquímicos y beneficios duraderos

En el plano neuroquímico, la lectura fomenta la liberación de neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y las endorfinas, vinculados tanto al placer como a la concentración, y ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Sumergirse en un libro activa neurotransmisores placenteros como la dopamina, la serotonina y las endorfinas, vinculados al placer y la concentración (Imagen Ilustrativa Infobae)

Esta combinación se traduce en una disminución de la frecuencia cardíaca y una relajación muscular significativa. Le Cunff explicó que leer implica un proceso cerebral complejo, donde participan la visión, la comprensión lingüística, la concentración y la memoria, proporcionando así un descanso estructurado y relajante al cerebro.

Los expertos advierten que los beneficios de la lectura superan el momento inmediato. Mejoras en la memoria, la neuroplasticidad y la comunicación entre los hemisferios cerebrales fortalecen la adaptabilidad mental y el aprendizaje con el tiempo. Además, la empatía y la conexión social se ven reforzadas, recursos valiosos en situaciones de aislamiento. Le Cunff agregó que la lectura aleja la mente de las preocupaciones cotidianas y ayuda tanto a relajarse como a entrenar al cerebro para responder mejor al estrés futuro.

Consejos para incorporar la lectura como hábito de bienestar

Para aprovechar la lectura como método de relajación, los especialistas brindaron recomendaciones prácticas en Hello Magazine. Entre ellas, se destaca integrar la lectura en la rutina diaria, aunque sea con textos breves o ligeros, llevar siempre un libro y priorizar el disfrute del contenido por sobre la cantidad leída.

Convertir la lectura en un hábito cotidiano requiere constancia y prioriza el disfrute del contenido, por encima de la cantidad leída (Imagen Ilustrativa Infobae)

El objetivo es ofrecer al cerebro una pausa consciente, apartándolo del flujo constante de estímulos digitales y preocupaciones. Transformar la lectura en un ritual cotidiano requiere constancia más que grandes esfuerzos. La reflexión recogida por Hello Magazine señala que avanzar unas pocas páginas al día puede producir un cambio tangible en el equilibrio psicológico y la calma del sistema nervioso.