La hernia discal ocurre cuando el núcleo de un disco intervertebral se desplaza y presiona los nervios cercanos de la columna (Imagen Ilustrativa Infobae)

El dolor de espalda puede transformar cada movimiento en un desafío. Entre las causas frecuentes se encuentran las hernias discales o de disco, desplazamientos en los discos intervertebrales que afectan la movilidad y la calidad de vida.

Esta afección figura entre los motivos más consultados en neurología y ortopedia. ¿Qué sucede en la columna cuando aparece una hernia discal y cuáles son las alternativas para recuperar el bienestar? Especialistas de Mayo Clinic describen un universo complejo de síntomas y tratamientos.

¿Cómo se produce una hernia discal?

Según Mayo Clinic, el problema surge cuando uno de los discos intervertebrales —amortiguadores entre las vértebras— se lesiona o desgasta, permitiendo que parte de su contenido interno se desplace y presione los nervios cercanos.

El doctor Brett Freedman, cirujano ortopédico de columna en Mayo Clinic, explica: “Si la envoltura externa del disco se rompe, la sustancia interna puede desplazarse y entrar en contacto con los nervios, causando inflamación y molestias en la espalda, las extremidades o el cuello”.

El dolor de espalda irradiado hacia las piernas o el cuello, junto con debilidad y ardor, destaca entre los síntomas de una hernia discal (Imagen Ilustrativa Infobae)

La columna vertebral humana tiene 23 discos entre 24 vértebras. Cada disco cuenta con un núcleo blando cubierto por una capa externa resistente y elástica, en una estructura similar a una rosquilla rellena de gelatina.

La hernia discal puede no generar síntomas y detectarse de forma incidental, como detalla el doctor Mohamad Bydon, neurocirujano de Mayo Clinic. Cuando aparecen síntomas, suelen presentarse como dolor irradiado a las piernas (ciática) si la lesión afecta la zona lumbar, o molestias en el cuello y brazos si la hernia es cervical.

Otros síntomas incluyen ardor, entumecimiento, hormigueo, debilidad muscular y dolor que se intensifica al realizar esfuerzos. En raras ocasiones, puede haber complicaciones graves con alteraciones del control de esfínteres, lo que requiere atención médica inmediata.

Factores de riesgo

El envejecimiento de los discos, lesiones por levantar objetos pesados, sedentarismo y hábitos como el tabaquismo o el sobrepeso aumentan el riesgo. Freedman indica: “La columna vertebral no está adaptada a permanecer largos períodos sentados, lo que incrementa la presión sobre los discos y la probabilidad de daño”.

Especialistas de Mayo Clinic identifican el envejecimiento, el sedentarismo y el sobrepeso como principales factores de riesgo para la hernia discal (Imagen Ilustrativa Infobae)

El diagnóstico de la hernia discal se basa en la evaluación clínica y, en ocasiones, en estudios de imagen como la resonancia magnética. No obstante, Mayo Clinic aclara que muchas veces el diagnóstico se confirma mediante los antecedentes del paciente y la exploración física, evaluando fuerza, sensibilidad y reflejos.

El personal médico solicita movimientos específicos para identificar posturas que desencadenan dolor y así localizar el disco dañado. Freedman destaca que suele haber una relación precisa entre la ubicación de los síntomas y el nervio afectado.

Tratamientos no quirúrgicos

El abordaje inicial es conservador. Mayo Clinic recomienda modificar las actividades diarias y utilizar analgésicos de venta libre —ibuprofeno— para aliviar el dolor. Si es necesario, se prescriben relajantes musculares, medicamentos que modifican la función nerviosa o inyecciones de esteroides en la zona afectada para reducir la inflamación.

Freedman señala que esta técnica permite actuar directamente sobre el área implicada. Si los síntomas persisten, la fisioterapia se convierte en un recurso relevante. En la mayoría de los casos, el organismo supera la sintomatología en semanas o meses, sin procedimientos invasivos.

Mayo Clinic recomienda como primer tratamiento de la hernia discal el uso de analgésicos, cambios en la rutina y fisioterapia (Freepik)

Cuando el dolor no mejora con medidas conservadoras o afecta la calidad de vida, se considera la cirugía. Freedman compara esta molestia con “caminar con una piedra grande en el zapato”, en la que el dolor se intensifica a cada paso. El objetivo quirúrgico es eliminar la presión sobre el nervio mediante la extracción del segmento dañado del disco.

El procedimiento más frecuente es la discectomía, realizada por vía abierta o mediante técnicas mínimamente invasivas, que pueden requerir la remoción parcial de la lámina vertebral para acceder al disco afectado. Esta intervención suele proporcionar alivio rápido de los síntomas irradiados, aunque el dolor en la espalda o el cuello puede mantenerse por otras causas.

Casos complejos y avances médicos

En hernias recurrentes, el cirujano puede extraer el disco por completo e inmovilizar las vértebras mediante fusión espinal o la colocación de un disco artificial. Freedman afirma que los avances médicos actuales permiten reducir el daño a los tejidos, aunque cualquier cirugía de columna sigue considerándose de alta complejidad.

El tiempo para retomar las actividades depende del tipo de intervención y del estado general del paciente. Mayo Clinic precisa que la recuperación tras una cirugía de columna puede extenderse desde algunas semanas hasta varios meses. El equipo médico determinará las recomendaciones adecuadas para cada caso.