
Un estudio científico realizado por la Universidad de East London, Reino Unido, analizó los beneficios de la natación en aguas abiertas en mujeres mayores de 39 años.
El trabajo fue publicado en European Journal of Ecopsychology. Los expertos analizaron el fenómeno a través de entrevistas en profundidad con participantes que nadan todo el año en un lago monitoreado del sur de Londres.
“La experiencia de nadar regularmente en agua fría ha adquirido sentido para nosotras de una manera difícil de imaginar desde fuera”, compartió una de las participantes.
Esas conversaciones llevaron a descubrir “un cambio profundo en la manera en que las nadadoras perciben su identidad, sus vínculos y sus recursos emocionales”, coincidieron los autores de la investigación.
Natación en aguas abiertas: bienestar físico y emocional

Entre los principales beneficios reportados por las entrevistadas, que tenían entre 39 y 59 años, el estudio identificó patrones que se repiten cuando se indaga en el significado de la actividad.
Además, sin que nadie introdujera el tema durante las entrevistas, algunas mujeres mencionaron espontáneamente que nadar en el lago había ayudado a mitigar los síntomas más incómodos de esta etapa. “El agua fría me devolvió una calma y un equilibrio emocional del que carecía antes”, relató una de ellas, según cita la Universidad de East London.
James Beale, autor principal del trabajo, aclaró a la prensa universitaria: “Nuestro estudio demuestra que las mujeres asocian de forma reiterada la natación al aire libre con una mayor estabilidad emocional y confianza para afrontar esta etapa de la vida”.
Un “reinicio” mental y físico

Muchas participantes describieron la sensación de resetearse tras cada inmersión. Mejoras en el estado de ánimo, aumento de energía y una reconexión con las capacidades físicas fueron algunos de los efectos más mencionados. La naturaleza del entorno jugó un rol crucial. Las mujeres diferenciaron la experiencia del lago frente a la piscina cubierta, en la que sentían mayor incomodidad y encierro debido al cloro y el ruido.
“Después de nadar aquí, afronto el día con otra actitud. Es como si todo el cuerpo y la cabeza respiraran distinto”, afirmó una de las nadadoras entrevistadas.
Fortaleza y resiliencia para afrontar la vida cotidiana
Otra de las conclusiones que recoge el European Journal of Ecopsychology señala que la práctica ayuda a desarrollar confianza en la salud, la fortaleza física y la resiliencia emocional de quienes la practican. El agua fría brinda una oportunidad para fortalecer la capacidad de afrontar desafíos, según el testimonio de las participantes. La natación se convierte en una herramienta para gestionar situaciones difíciles, como enfermedades, procesos de duelo o el estrés diario, según relataron las entrevistadas.

La presencia de socorristas, controles de calidad del agua y el uso de elementos de seguridad fueron claves para que las participantes se sintieran cómodas al acudir solas y mantener la rutina semanal. La confianza y claridad de pensamiento logradas en el agua a menudo se trasladan a otras áreas, como el trabajo o las relaciones personales.
Si bien los beneficios de la natación en aguas abiertas para el bienestar quedaron plasmados con claridad, los investigadores de la Universidad de East London alertaron sobre las barreras de acceso. La mayoría de las nadadoras entrevistadas comparten perfil: mujeres blancas, clase media y residentes en zonas urbanas con acceso a lagos seguros y monitoreados. “El acceso a lugares adecuados, el tiempo libre y el equipamiento dependen muchas veces de la ubicación y los recursos”, admitió Beale en el comunicado oficial.
“Nunca he salido del agua deseando no haberme metido”, resumió una de las entrevistadas cuando se le preguntó por la razón última que la lleva a nadar cada semana.