
En los últimos años, el uso de redes sociales para autodiagnosticarse trastornos psicológicos ganó presencia entre usuarios de todas las edades. Hoy, miles de personas consultan plataformas digitales ante síntomas de malestar emocional y buscan, en publicaciones e infografías, etiquetas como “depresión” o “ansiedad”. Esta tendencia plantea riesgos relevantes para la salud mental y el acceso al tratamiento profesional.
La proliferación de términos clínicos en internet crea un clima de accesibilidad. Según portales especializados, en el entorno digital abundan videos, listados y “tests” que identifican signos asociados a diferentes trastornos. Al adoptar una etiqueta diagnóstica, los usuarios tienden a emplearla como explicación de sus propias experiencias.
De acuerdo con análisis publicados en Acimut Psicología Aplicada, muchos términos populares carecen de sustento científico suficiente y son presentados en formatos que prometen respuestas simples.

Definición y función de las etiquetas diagnósticas
En psicología, el diagnóstico se utiliza como herramienta descriptiva. Agrupa síntomas observados y facilita el lenguaje entre profesionales, pero no explica causas ni orienta tratamientos personalizados. Según Acimut Psicología Aplicada, afirmar que alguien “tiene depresión” solo indica que cumple determinados criterios, sin precisar el porqué de su malestar ni proponer estrategias de mejora. Las etiquetas no sustituyen a una evaluación individual, compleja y adaptada.
El peligro de utilizar una etiqueta obtenida fuera del ámbito clínico se aprecia en la vida cotidiana. Quien se identifica con un diagnóstico ajeno puede limitar sus expectativas y comportamiento para ajustarse a una “identidad” construida por información imprecisa. Según expertos, este fenómeno es comparable a definirse por rasgos superficiales de personalidad, sin profundizar en la raíz de los problemas ni reconocer la variabilidad de las experiencias humanas.

Motivaciones y consecuencias del autodiagnóstico
Numerosas personas recurren al autodiagnóstico para aliviar la incertidumbre sobre su estado emocional o sentir pertenencia a un grupo. De acuerdo con fuentes especializadas, existe un deseo de encontrar explicación a conductas o sensaciones incómodas, y el reconocimiento social de una etiqueta puede brindar apoyo y comprensión inmediatos. Sin embargo, este mecanismo conlleva el riesgo de encasillarse y dejar de buscar soluciones reales.
El uso incorrecto de etiquetas diagnósticas también puede reforzar ideas estigmatizadas sobre los trastornos mentales. El imaginario colectivo suele asociar la depresión, por ejemplo, a estereotipos poco realistas, lo que dificulta la comprensión y aceptación. Según Acimut Psicología Aplicada, definir la vida a través de una descripción obtenida en redes sociales consolida el sesgo y reduce la posibilidad de cambio personal o de pedir ayuda profesional.

Desinformación y diagnósticos sin aval científico
Las plataformas digitales multiplican los ejemplos de diagnósticos “virales” desvinculados de la evidencia médica. Acimut Psicología Aplicada explica que el fenómeno se asemeja a los sistemas de clasificación de personalidad como el eneagrama, que carecen de validación científica y contribuyen a justificar comportamientos sin análisis riguroso. La pseudociencia, respaldada por la apariencia de autenticidad en internet, puede llevar a conclusiones erróneas sobre el propio estado mental.
Uno de los principales problemas que denuncian los especialistas es la falsa seguridad que aportan los diagnósticos obtenidos en redes. Videos que sugieren “cinco signos de ansiedad” o infografías sobre el TDAH pueden inducir a errores tanto en la autovinculación a un trastorno como en la desestimación de síntomas reales. La evaluación profesional requiere un proceso individualizado, basado en entrevistas, pruebas clínicas y análisis de contexto.

El rol de los profesionales y los riesgos de excluirlos
El diagnóstico clínico cumple una función delimitada: permite a los especialistas compartir información técnica y diseñar intervenciones adaptadas. Según Acimut Psicología Aplicada, el objetivo de la terapia radica en proveer herramientas terapéuticas para la vida cotidiana, no únicamente en nombrar una condición. Centrarse en la etiqueta diagnóstica puede retrasar el abordaje efectivo de las dificultades y alimentar el estigma asociado a los problemas de salud mental.
Confiar exclusivamente en fuentes digitales limita la comprensión integral de la persona. La atención profesional parte de una exploración exhaustiva, que integra historia vital, aprendizaje, contexto y relación con el entorno. Los test y videos online no pueden reemplazar estos pasos. Sólo un especialista puede determinar la existencia de un trastorno psicológico tras un análisis objetivo y sistemático.
Si un usuario experimenta síntomas emocionales intensos o persistentes, lo recomendable es buscar orientación psicológica oficial. Las redes sociales pueden ofrecer información y compañía, pero nunca deben suplir el diagnóstico profesional respaldado por criterios científicos. Como advierten los especialistas, el bienestar emocional depende de intervenciones educativas, preventivas y clínicas avaladas y no del etiquetado superficial basado en contenidos virales.