El exceso de grasa visceral en el abdomen puede afectar órganos internos y aumentar la probabilidad de complicaciones médicas severas (Freepik)

La obesidad en la zona abdominal ha dejado de ser solo una cuestión estética para convertirse en un motivo de alerta médica. Este estado, cada vez más frecuente en la población adulta, se asocia con un aumento considerable del riesgo de desarrollar enfermedades graves, lo que la sitúa en el centro de las preocupaciones de salud pública.

Más allá del peso corporal total, la distribución de la grasa en el abdomen puede pasar inadvertida, pero sus consecuencias para la salud resultan profundas y están bien documentadas. Por lo tanto, la reducción se ha identificado como una medida clave para disminuir la incidencia en condiciones adversas.

Este fenómeno afecta tanto a personas con sobrepeso general como a quienes, pese a mantener un índice de masa corporal (IMC) dentro de los parámetros considerados normales, presentan un exceso de tejido adiposo en la región del vientre. Esta condición puede aparecer en cualquier etapa de la vida adulta, especialmente cuando confluyen factores como una alimentación poco saludable, sedentarismo, consumo de tabaco o alcohol, entre otras.

Qué es la obesidad abdominal

La presencia de grasa visceral en torno a los órganos internos se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Se define como la presencia de un exceso de grasa en la zona del abdomen, que puede clasificarse en dos tipos principales: la grasa visceral y la grasa subcutánea. La primera rodea órganos internos como el hígado y los intestinos, y se considera la más peligrosa debido a su relación directa con enfermedades graves, según explicaron desde la universidad de Harvard. Por su parte, el otro tipo se encuentra justo debajo de la piel y representa cerca del 90% de la grasa corporal en la mayoría de las personas.

El método más utilizado para detectar la obesidad abdominal es la medición de la circunferencia de la cintura. Se considera que existe esta condición cuando la cintura supera los 88 centímetros en personas asignadas como mujeres al nacer y los 102 centímetros en personas asignadas como hombres al nacer.

Es relevante matizar que estos valores de referencia pueden variar en otros grupos étnicos. Además, puede presentarse incluso en personas con un IMC saludable, lo que incrementa su riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Adoptar hábitos saludables, como una alimentación equilibrada y actividad física regular, es clave para prevenir y reducir la obesidad abdominal (Freepik)

Causas de la obesidad abdominal

Alimentación inadecuada

Una dieta basada en alimentos procesados, grasas y azúcares, así como el consumo de porciones grandes y bebidas azucaradas, favorece la acumulación de grasa en el abdomen, destacó una investigación. Expertos recomiendan limitar la ingesta de grasas saturadas, presentes en productos como manteca, crema y queso. También aconsejan eliminar por completo las grasas trans artificiales, habituales en productos de pastelería y comida rápida.

Consumo de tabaco

El tabaquismo, aunque no se ha vinculado de manera directa con la obesidad general, sí se ha relacionado con un mayor volumen de grasa visceral. Un estudio realizado en 2012 identificó que las personas fumadoras presentaban una mayor cantidad de este tipo de grasa, lo que sugiere una posible conexión entre el consumo de tabaco y la obesidad abdominal.

El consumo de tabaco se identifica como uno de los factores que impulsa el aumento de la grasa abdominal- (Imagen Ilustrativa Infobae)

Consumo de alcohol

La relación con el consumo de alcohol presenta matices. Si bien la evidencia científica es contradictoria, expertos manifiestan que el consumo elevado de bebidas alcohólicas, junto con otros factores como la inactividad, puede contribuir al desarrollo de obesidad en algunas personas. Lo que sí está comprobado científicamente es que el alcohol aporta una cantidad significativa de calorías, lo que facilita el aumento de peso y la acumulación de grasa abdominal.

Inactividad física

La falta de actividad física tiene una amplia relación con obesidad abdominal. Profesionales recomiendan realizar al menos 150 minutos de actividad física semanal, equivalentes a 30 minutos diarios durante cinco días. Un estilo de vida sedentario favorece el aumento de peso y la acumulación de grasa en esta parte del cuerpo.

El estrés, la predisposición genética y ciertas enfermedades, como el síndrome de ovario poliquístico, también pueden influir en esta condición. Estos factores pueden actuar de manera independiente o en combinación con los hábitos de vida, incrementando la probabilidad de acumular grasa en la zona de la panza.

La inactividad física y el sedentarismo incrementan la acumulación de grasa en la zona del vientre y aumentan el riesgo de complicaciones metabólicas (Freepik)

Impacto en la salud

La presencia de grasa visceral en torno a los órganos internos se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Además, puede incrementar la probabilidad de padecer demencia, asma, cáncer de mama y cáncer colorrectal. La acumulación de grasa también eleva el riesgo de enfermedades hepáticas y de muerte súbita. La detección temprana y la reducción resultan fundamentales para disminuir estos riesgos y mejorar la calidad de vida.

Para prevenir y reducir la obesidad abdominal, expertos aconsejan adoptar hábitos saludables que incluyan una dieta equilibrada baja en azúcares y grasas. También resulta fundamental la práctica regular de actividad física, evitar el consumo de tabaco y asegurar un descanso adecuado, con al menos siete horas de sueño diarias para adultos entre 18 y 60 años.

La incorporación de estos hábitos en la vida cotidiana puede marcar una diferencia significativa en la reducción de los riesgos asociados a esta condición y contribuir a una mejor salud a largo plazo.