La Dra. Sabine Donnai advierte sobre la presencia de microplásticos en órganos humanos, incluido el cerebro (Captura de video: YouTube)

La advertencia de la Dra. Sabine Donnai, médica clínica especializada en longevidad, refuerza un dato inquietante expuesto en el último episodio de ZOE Podcast: los microplásticos pasaron a formar parte del cuerpo humano, incluso en órganos tradicionalmente protegidos, como el cerebro.

Ante la pregunta de si las personas tienen plástico en la cabeza, respondió: “Sí”. Su mensaje advirtió que la exposición a estos materiales y a los químicos añadidos representa un desafío real para la salud, ya que pueden atravesar barreras biológicas consideradas impenetrables, entre ellas la barrera hematoencefálica.

Un crecimiento descontrolado y una presencia en todos los ambientes

La Dra. Donnai relató que la producción mundial de plásticos se duplicó desde el año 2000 y puede triplicarse en las próximas dos décadas. Los microplásticos, definidos como partículas de menos de cinco milímetros, se liberan en forma constante tanto por degradación de objetos más grandes como durante procesos industriales.

“El plástico no es inerte… hay pequeños trozos que se desprenden del plástico constantemente, y eso es lo que son los microplásticos”, explicó a Jonathan Wolf, conductor del podcast y a la Dra. Federica Amati.

El aumento acelerado de la producción plástica alimenta la presencia constante de partículas diminutas que ingresan al cuerpo por inhalación, bebidas y alimentos (Captura de video: YouTube)

La especialista subrayó que “estos fragmentos invisibles están en el agua, en el aire, en el suelo, en todas partes. No podemos evitarlo”. La inhalación es una de las principales vías de entrada, especialmente en ciudades, donde la fricción de neumáticos y el polvo doméstico contribuyen a la concentración de partículas.

“Gran parte del polvo doméstico proviene de las fibras de la ropa… si secas la ropa, todas esas pequeñas fibras de plástico se liberan en el aire”, añadió. El agua de grifo y embotellada, los alimentos, especialmente pescados y mariscos, y productos cotidianos constituyen otras fuentes de exposición ineludibles.

Efectos en órganos vitales y el cerebro

Según la Dra. Donnai, hay estudios clínicos que confirman que los microplásticos se hallan en la sangre y se acumulan en órganos vitales. “Nunca hemos visto a nadie sin plásticos en la sangre”, afirmó en el podcast.

Investigaciones de la Universidad de Nuevo México demostraron que “el cerebro tenía una concentración de microplásticos aproximadamente un 60% mayor que el hígado y el riñón”, y la cantidad de partículas detectadas se duplicó entre 2016 y 2024.

Estudios recientes muestran que las partículas sintéticas pueden atravesar la barrera hematoencefálica y concentrarse en el tejido cerebral (Imagen Ilustrativa Infobae)

La barrera hematoencefálica deja de ser un muro eficaz bajo ciertas condiciones ambientales, permitiendo que los microplásticos lleguen al cerebro. “Tenemos una vía casi directa desde la nariz hasta el cerebro… el bulbo olfatorio, el primer nódulo nervioso en la base del cerebro, está lleno de plástico”, advirtió la experta.

Químicos añadidos y riesgos cardiovasculares

Más allá del daño físico, la experta llamó la atención sobre los aditivos de los plásticos, como el bisfenol A (BPA), el bisfenol S (BPS) y los ftalatos, ampliamente reconocidos como disruptores hormonales. Estos compuestos bloquean los receptores de hormonas y alteran funciones esenciales del cuerpo.

“Existen investigaciones que demuestran el impacto del bisfenol A en la fertilidad, así como de los ftalatos”, afirmó. La exposición al BPA, incluso a través del contacto con recibos térmicos, se vinculó a niveles bajos de testosterona e infertilidad, especialmente en personas que manipulan estos materiales con frecuencia.

La exposición a microplásticos y sus químicos añadidos incrementa el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares en personas vulnerables (Imagen Ilustrativa Infobae)

En el plano cardiovascular, los microplásticos irritan la pared de los vasos sanguíneos, propiciando la formación de placas y aumentando el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares en personas con factores de riesgo previos. “El plástico por sí solo no va a causar obstrucción arterial. Donde ya existen factores de riesgo, el plástico la vuelve más inestable”, puntualizó.

Cómo minimizar la exposición y proteger la salud

Frente a un entorno donde los microplásticos son ineludibles, la Dra. Donnai compartió en ZOE Podcast medidas para reducir la exposición y favorecer la eliminación natural de toxinas. Entre las recomendaciones destacó acciones como:

Una dieta rica en fibra, a partir de frutas, y verduras, contribuye a expulsar microplásticos y otras toxinas al mejorar el tránsito intestinal (Crédito: Freepik)

  • Usar sistemas de filtrado de agua por ósmosis inversa.
  • Evitar calentar alimentos en plástico; preferir vidrio, cerámica o acero inoxidable.
  • Sustituir utensilios plásticos en la cocina por variantes de madera o metal.
  • Preferir botellas reutilizables de metal.
  • Priorizar fibras naturales en la indumentaria y reducir el uso de secadoras internas.
  • Mantener una dieta rica en fibra, frutas y verduras, que favorece la eliminación intestinal de toxinas y microplásticos.
  • Estimular el sistema glinfático mediante sueño profundo y ejercicio, lo que contribuye a la eliminación de residuos cerebrales.

La experta explicó que lo importante es estar informados y adoptar medidas razonables sin caer en la preocupación excesiva. Señaló que es útil poner el problema en perspectiva, entender qué cosas se pueden cambiar y cuáles no, y actuar en consecuencia.

Al cierre de la entrevista, aseguró que la información y la acción consciente pueden convertir un entorno tóxico en una oportunidad para mejorar la salud. Mantener una dieta equilibrada y hábitos responsables permite reducir la carga de microplásticos y refuerza los mecanismos naturales de defensa del cuerpo.