
La programación de entrenamientos deportivos antes de las 8:00 puede tener consecuencias negativas en el descanso y la recuperación de los atletas universitarios, según la evidencia científica más reciente.
Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio ha demostrado que los entrenamientos matutinos afectan la cantidad y calidad de sueño en estos deportistas, lo que repercute tanto en su bienestar físico como en su rendimiento.
Impacto en el sueño: los efectos de los entrenamientos tempranos
El análisis, basado en más de 27.000 registros de sueño, revela que los atletas que participan en prácticas programadas a primera hora, específicamente antes de las 8:00, duermen menos que quienes entrenan en horarios posteriores.

Los varones pierden en promedio 30 minutos de sueño, mientras que las mujeres duermen 20 minutos menos. Además, la calidad del descanso también se ve comprometida: los deportistas presentan un sueño más fragmentado y menos reparador cuando deben presentarse temprano a las actividades deportivas, aspecto que afecta a ambas ramas, aunque con ciertas diferencias de género.
Los investigadores identificaron otro patrón relevante: la noche previa a una sesión de entrenamiento en la mañana, los atletas demoran más en conciliar el sueño. Esta dificultad suele estar asociada a la anticipación del despertar temprano, lo que genera ansiedad e impacta negativamente en el descanso nocturno. En contraposición, cuando los entrenamientos se programan en horas de la tarde, los jóvenes tienden a acostarse más tarde, pero experimentan menos interrupciones en sus ciclos de sueño.
Metodología innovadora y hallazgos clave
El enfoque adoptado por el equipo de la Universidad Estatal de Ohio destaca por su rigor científico. Los investigadores emplearon dispositivos Oura Ring, que miden de forma objetiva parámetros relacionados con el sueño y el sistema cardiovascular durante la noche.

El estudio incluyó a 359 atletas de 15 equipos universitarios, entre los que figuran disciplinas como fútbol americano, baloncesto, hockey sobre hielo y natación. La recolección de datos abarcó desde 2019 hasta 2024 y produjo un total de 27.576 registros nocturnos, lo que convierte a esta investigación en una de las más amplias y detalladas hasta la fecha en este ámbito.
Uno de los aspectos sobresalientes del análisis es la comparación realizada según tres franjas horarias de entrenamiento: temprano (a las 8:00 o antes), mañana (de 8:00 a mediodía) y tarde (de mediodía a 16:00). A diferencia de investigaciones previas, que se sustentaban en autoinformes subjetivos y muestras más pequeñas, este trabajo aporta un enfoque cuantitativo y una muestra significativamente mayor, factores que refuerzan la solidez de los resultados obtenidos.
Repercusiones para la planificación deportiva universitaria
Emaly Vatne, autora principal del artículo y estudiante de doctorado en kinesiología, valoró la importancia de demostrar el efecto de los entrenamientos tempranos en el sueño mediante datos objetivos y una muestra amplia de participantes.

Según explicó, la dificultad para conciliar el sueño antes de una práctica en la mañana puede estar vinculada al estrés anticipatorio que genera la obligación de levantarse más temprano, lo que interfiere directamente en la calidad del descanso.
En opinión de Joshua Hagen, director de la Human Performance Collaborative y coautor de la investigación, estos resultados confirman con datos precisos lo que muchos entrenadores ya sospechaban: si bien puede ser necesario programar sesiones a primera hora en situaciones puntuales, es fundamental reconocer los sacrificios que esto implica, especialmente en términos de sueño y recuperación.
Equilibrio entre descanso y rendimiento atlético
El contexto universitario exige encontrar un equilibrio entre las demandas deportivas y el bienestar integral de los estudiantes-atletas.

Si bien la intensidad y la frecuencia de los entrenamientos son esenciales para el desarrollo de las habilidades físicas, el descanso adecuado es imprescindible para la recuperación muscular y el estado general de salud.
Vatne sugiere que entrenadores y deportistas consideren los beneficios de retrasar las prácticas matutinas o ajustar la carga de entrenamiento, buscando favorecer la calidad del sueño.
El mensaje central que emerge de esta investigación es contundente: descansar bien puede ser una de las herramientas más poderosas para maximizar el rendimiento deportivo. Para los atletas universitarios, adelantar la hora de acostarse o replantear el horario de los entrenamientos podría marcar una diferencia significativa en su nivel competitivo y en su bienestar a largo plazo.