
El Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires lanzó el nuevo Protocolo Integral para la prevención, detección, intervención y seguimiento de situaciones de Bullying o Acoso Escolar entre pares, con alcance en todos los establecimientos educativos porteños, tanto públicos como privados.
La guía propone estrategias claras para identificar, abordar y dar continuidad a los casos de acoso escolar, que van desde la prevención y la participación escolar hasta la intervención formal y el acompañamiento. Entre las principales novedades se destaca la inclusión expresa del ciberbullying, con una guía de orientaciones para abordar la violencia digital en los entornos escolares.
El protocolo, que se presentó a principios de noviembre, ya está en vigencia y es de cumplimiento obligatorio. Introduce procedimientos diferenciados para los niveles primario y secundario, y otorga un papel relevante a las familias en la prevención y el abordaje de estas situaciones. Su objetivo es fortalecer la convivencia escolar y garantizar entornos seguros y respetuosos para los estudiantes.
“La escuela tiene un rol clave en la formación ciudadana y en la construcción de vínculos saludables. Este protocolo acompaña ese compromiso, brindando herramientas para prevenir y actuar frente a cualquier forma de violencia entre pares”, definió la ministra de Educación porteña, Mercedes Miguel, al presentar la nueva guía.
Ejes del protocolo y herramientas institucionales
La prevención es parte fundamental del protocolo, orientada a incorporar el bienestar socioemocional y la convivencia pacífica como principios rectores en la escuela. Se promueve un enfoque integral, transversal a los proyectos pedagógicos e institucionales, con el fin de anticipar situaciones de acoso mediante la promoción de relaciones saludables, el diálogo y la construcción de acuerdos colectivos.

El protocolo establece acciones y dispositivos clave que deberá implementar cada escuela:
- Conformar el Consejos Escolar de Convivencia (CEC), formados por directivos, docentes, estudiantes y familias para idear políticas preventivas y sugerir estrategias pedagógicas.
- Incorporar en el Proyecto Curricular Institucional un apartado específico sobre convivencia y prevención de la violencia.
- Elaborar Acuerdos Escolares y Áulicos de Convivencia, revisados cada ciclo lectivo, que expliciten normas y procedimientos consensuados. Realizar jornadas de reflexión y campañas anuales de sensibilización sobre el acoso escolar.
- Realizar jornadas de reflexión sobre el acoso escolar. Fomentar la participación estudiantil y la colaboración entre todos los miembros de la comunidad educativa.
¿Qué hacer ante un caso de bullying?

Las propuestas del nuevo Protocolo Integral para situaciones de Bullying o Acoso Escolar plantea:
1. Detección temprana y abordaje inicial: si la escuela observa diariamente señales como aislamiento, cambios de ánimo, miedo a asistir, u otras señales, se promueve que los docentes y directivos generen espacios de diálogo individuales o grupales. El objetivo es escuchar sin minimizar los relatos e implementar actividades pedagógicas para promover la reflexión y el respeto.
2. Notificación e involucramiento del entorno familiar: las familias recibirán comunicación directa y oportuna sobre lo detectado. Se comparten orientaciones específicas y se solicita su compromiso para acompañar tanto emocionalmente como con acciones conjuntas en el hogar y en el colegio.
3. Intervención con equipos técnicos: si la situación se agrava o persiste, la escuela convoca a equipos técnicos interdisciplinarios (psicopedagogos, orientadores, entre otros). Esta etapa contempla entrevistas confidenciales, contención emocional y medidas de cuidado adicionales.
4. Acciones formativas y sanciones: se pueden disponer acciones reparatorias dentro de la comunidad escolar, advertencias formales o sanciones según lo previsto en el Reglamento Escolar, siempre con foco en el aprendizaje y el bienestar colectivo. Las intervenciones alcanzan tanto a los estudiantes principales como al grupo de compañeros, mediante talleres, debates y actividades de reflexión.
5. Participación del entorno familiar del estudiante: las familias de todas las partes involucradas (víctima, agresores, testigos) participan en reuniones, reciben información clara sobre las intervenciones y firman compromisos de acompañamiento y seguimiento. El incumplimiento injustificado da lugar a nuevas medidas institucionales.
6. Intervención ante riesgos o vulneración de derechos: si se identifica algún riesgo para un estudiante, la escuela contacta a organismos especializados, garantiza la confidencialidad e inicia los expedientes administrativos necesarios para asegurar el acceso a medidas de protección.
7. Seguimiento continuo: la escuela realizará seguimiento periódico mediante observaciones en el aula y entrevistas regulares tanto con estudiantes como con familias, con el fin de evitar la repetición de situaciones de acoso.
Definición y formas de acoso escolar

La nueva guía define al bullying como “toda forma de violencia ejercida intencionalmente, de manera sostenida en el tiempo y dentro de una relación asimétrica de poder entre estudiantes, que causa daño físico, psicológico, emocional, social y/o material a una persona”. Se diferencia de los conflictos esporádicos por su carácter deliberado y repetido. Las modalidades del bullying o acoso escolar pueden implicar:
- Violencia física (agresiones directas)
- Violencia material (daño a pertenencias)
- Violencia verbal (insultos, amenazas, humillaciones)
- Violencia psicológica (ataques a la autoestima)
- Violencia social (aislamiento, rumores)
- Violencia digital o ciberbullying (acoso en redes sociales, difusión de contenidos privados)
- Acoso por prejuicios (motivos de raza, religión, identidad u orientación sexual)
Procedimientos de intervención: nivel primario y secundario
El protocolo distingue entre niveles primario y secundario, adaptando las estrategias a las capacidades y necesidades evolutivas de cada edad.

Nivel primario
“El abordaje del bullying/acoso escolar en el nivel primario requiere estrategias específicas que contemplen el momento evolutivo de niños y niñas, sus capacidades cognitivas, emocionales y sociales, y el rol central de la escuela en la construcción de vínculos saludables y aprendizajes significativos”, plantea el protocolo.
La detección temprana descansa en la observación cotidiana de docentes y personal, así como en la comunicación con las familias. Frente a manifestaciones leves, se prioriza la resolución pedagógica, el diálogo y la reparación colectiva del daño, reforzando normas de convivencia y desarrollando actividades que promuevan la cooperación.
Si la situación escala o persiste, se recurre a la intervención de equipos técnicos especializados y se establecen espacios de contención, medidas de cuidado y acciones reparatorias o sanciones según el Reglamento Escolar. Las familias son llamadas a involucrarse, con compromisos de seguimiento y acompañamiento directo en el proceso educativo. Ante posibles vulneraciones de derechos, las escuelas deben activar canales formales de notificación y aseguramiento de la confidencialidad, en comunicación con organismos competentes como el Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y, de ser necesario, el Ministerio Público Tutelar.
Nivel secundario

En secundaria, el abordaje reconoce el desarrollo cognitivo y emocional de los adolescentes, y propicia su participación activa en la construcción de la convivencia. La respuesta institucional sigue un esquema progresivo: detección temprana y actuaciones pedagógicas ante situaciones leves; intervención integral con equipos técnicos, entrevistas individuales, medidas de protección y eventuales sanciones en casos graves o reiterados.
El protocolo prevé talleres y espacios de reflexión grupal, así como la asesoría del Consejo Escolar de Convivencia. Las familias y adultos responsables intervienen de manera obligatoria, asumiendo compromisos por escrito para garantizar la reparación y el sostenimiento del bienestar de todos los estudiantes implicados. Ante riesgos de vulneración de derechos, el procedimiento exige notificación y registro formales, intervenciones técnicas y comunicación explícita a las familias sobre las medidas de protección adoptadas.
Seguimiento y cumplimiento del protocolo
El proceso de seguimiento es esencial para evitar la repetición de situaciones de acoso y consolidar los aprendizajes generados. Incluye observaciones sistemáticas, reuniones periódicas con los involucrados y vinculación permanente con las familias. Toda actuación queda documentada en los registros institucionales.
El incumplimiento del protocolo puede ocasionar sumarios administrativos para instituciones que no den respuesta conforme lo dispuesto por el Ministerio de Educación porteño.