
Pese a que a menudo se percibe como una molestia menor, la infección urinaria puede derivar en complicaciones graves si no es tratada a tiempo. El daño renal, infecciones recurrentes o incluso sepsis son ejemplos de condiciones que son desencadenadas por este problema de salud. Su detección temprana es vital para evitar consecuencias a largo plazo.
Entre el 50% y el 60% de las mujeres la han experimentado en algún momento de su vida, lo que evidencia la magnitud de este problema. Más allá de los factores comúnmente asociados, como la actividad sexual o la higiene, existen hábitos cotidianos y desencadenantes menos conocidos que pueden aumentar el riesgo de desarrollarla.
Conocer estos factores, así como los síntomas de alerta, permite actuar de manera preventiva y buscar atención médica antes de que la situación se agrave y provoque enfermedades en el cuerpo.

Los hábitos perjudiciales
Consumo de carne contaminada
El consumo de la carne contaminada con la bacteria Escherichia coli representa un factor relevante en el desarrollo de infecciones urinarias. Una investigación estiman que hasta el 18% de los casos pueden estar relacionados con este origen, siendo el pollo y el pavo los productos de mayor riesgo.
“Se han considerado durante mucho tiempo un problema de salud personal, pero nuestros hallazgos sugieren que también son un problema de seguridad alimentaria”, afirmó el profesor Lance Price, de la Universidad George Washington. Aunque cocinar la carne suele eliminar la bacteria, este microorganismo dañino puede transferirse a otros alimentos durante la manipulación.
Se calcula que este hábito provoca medio millón de infecciones cada año. Para reducir este riesgo, se recomienda lavarse las manos y las superficies con frecuencia, utilizar tablas de cortar separadas para la carne, cocinarla a la temperatura interna adecuada y desinfectar todas las superficies.

El ciclismo
La práctica de este deporte se asocia con una mayor probabilidad de desarrollar esta condición, especialmente en mujeres. Una encuesta publicada en PubMed (base de datos perteneciente a la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos) y realizada a más de 3.100 mujeres reveló que las ciclistas presentan una incidencia superior en comparación con quienes no lo practican.
Aunque las causas exactas no se han determinado, se consideran factores como la anatomía femenina o la fricción del asiento. Para minimizar el riesgo, los expertos aconsejan mantener una buena hidratación antes y durante el ejercicio, así como cambiarse la ropa sudada tras finalizar la actividad.
Uso de antidepresivos
El uso de estos fármacos, en particular los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los antidepresivos tricíclicos (ATC), puede favorecer la aparición de infecciones urinarias debido a la retención de líquido, un efecto secundario poco conocido, afirman los expertos citados por New York Post.

Esta condición propicia la acumulación de bacterias en la vejiga, creando un entorno favorable para la infección. Para quienes toman estos medicamentos, recomiendan incrementar la ingesta de agua y mantener una higiene adecuada.
Estreñimiento
Constituye otro factor de riesgo, especialmente en adultos mayores de 50 años. Ensayos científicos han identificado una fuerte relación con el estreñimiento en este grupo etario. La contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico puede contribuir a la retención de orina, facilitando la proliferación bacteriana. Para aliviarlo, sugieren aumentar el consumo de fibra, beber más agua y realizar actividad física.
También existen otros factores que pueden incrementar la probabilidad de contraer esta condición, como la deshidratación, los cambios en el método anticonceptivo y el tipo de ropa interior utilizada. Las mujeres posmenopáusicas presentan un riesgo mayor debido a los cambios en el pH vaginal, que alteran el equilibrio de bacterias y levaduras, facilitando el acceso de microorganismos a la uretra.

Cómo identificar una infección urinaria
Dolor o ardor al orinar
Suele ser el primer indicio de la presencia de bacterias en la uretra o la vejiga. Según la doctora Kavita Mishra, profesional de Stanford Medicine, si la molestia es esporádica y no se acompaña de otros síntomas, es posible que el organismo haya eliminado las bacterias por sí solo.
Por su parte, la doctora Lisa Dabney, directora de uroginecología en Nueva York, recomendó: “Beber más agua tan pronto como comience el ardor puede ayudar a eliminar pequeñas cantidades de bacterias y a prevenir que la situación se agrave”.
Urgencia de ir al baño constante
La sensación persistente de necesidad de orinar, incluso después de haber vaciado la vejiga, constituye otro síntoma característico. Las bacterias pueden irritar la uretra y la mucosa vesical, generando una urgencia constante. Es importante distinguir este síntoma de la vejiga hiperactiva, que puede presentarse sin infección.

Orina frecuente de escaso volumen
La frecuencia aumentada, acompañada de la expulsión de pequeñas cantidades de orina, es un signo de alerta. La infección puede provocar la sensación de vejiga llena, aunque solo se eliminen gotas al orinar. La reiteración de este patrón, sin alivio, debe motivar la consulta médica.
Alteraciones en el color
La orina turbia, con sangre o descolorida, puede indicar la presencia de una infección. La doctora Mishra señaló que “cualquier tonalidad fuera del amarillo o transparente debe considerarse sospechosa”. Sin embargo, ciertos alimentos como la remolacha pueden modificar temporalmente el color, diferencia que se reconoce por la ausencia de dolor y la rápida desaparición del tinte anómalo.
Olor fuerte

Un olor intenso y penetrante en la orina es otro síntoma frecuente. Aunque algunos alimentos, como el café o los espárragos, pueden alterar el olor, si este persiste tras varias micciones o se acompaña de otros signos, es recomendable consultar a un profesional.
Dolor pélvico o abdominal
Las mujeres mayores pueden experimentar presión, calambres o dolor en la pelvis y el abdomen. En ocasiones, el malestar se extiende al costado o la parte baja de la espalda. Estos síntomas suelen pasar inadvertidos o atribuirse a otras causas, pero requieren atención médica para descartar una infección urinaria.
Fatiga extrema o fiebre
La fatiga intensa o la fiebre pueden ser un acompañamiento de la enfermedad, reflejando la respuesta inflamatoria del organismo. La liberación de glóbulos blancos en respuesta puede provocar cansancio, especialmente si se presentan otros síntomas urinarios.