
En el vasto universo de las matemáticas, hay números que esconden secretos curiosos. Algunos se comportan de manera impredecible, otros revelan patrones ocultos, y unos pocos, por extrañas razones, se ganaron un adjetivo inesperado.
Existen los números primos, los amigos y los perfectos. Pero hoy vamos a conocer a los números felices.
El procedimiento para comprobarlo es muy simple: se toma el número, se elevan al cuadrado todas sus cifras y se suman los resultados.
Luego, se repite el proceso con el nuevo número obtenido. Si en algún momento se llega al número 1, entonces el número inicial es feliz. Si, en cambio, el proceso entra en un ciclo que nunca alcanza el 1, el número es infeliz o triste.

Por ejemplo, tomemos el 19:
1² + 9² = 1 + 81 = 82
8² + 2² = 64 + 4 = 68
6² + 8² = 36 + 64 = 100
1² + 0² + 0² = 1
Como el proceso terminó en 1, el 19 es un número feliz.

Ahora veamos un caso opuesto. Si comenzamos con el número 4:
4² = 16
1² + 6² = 1 + 36 = 37
3² + 7² = 9 + 49 = 58
5² + 8² = 25 + 64 = 89
8² + 9² = 64 + 81 = 145
1² + 4² + 5² = 1 + 16 + 25 = 42
4² + 2² = 16 + 4 = 20
2² + 0² = 4
Volvemos al punto de partida: 4. Es decir, el número 4 no podrá alcanzar la felicidad, porque queda atrapado en un bucle infinito que nunca llega a 1.
Se sabe que existen infinitos números felices.

Los primeros son 1, 7, 10, 13,19, 23, 28, 31 y 32.
Algunos aficionados se divierten buscando nuevos números felices, mientras otros estudian su distribución o frecuencia.
¿Para qué sirven? Simplemente, para disfrutar del placer de descubrir.
Porque más allá de la utilidad práctica, los números felices nos recuerdan algo esencial: que la curiosidad, la búsqueda de patrones y el gusto por entender son también una forma de felicidad humana.