
Cada mañana, millones de personas en todo el mundo preparan su café con cápsulas de plástico, sin sospechar que este gesto cotidiano podría estar introduciendo microplásticos y sustancias químicas en su bebida.
Investigaciones recientes, citadas por TIME, advierten que el uso masivo de estos envases no solo plantea un problema ambiental, sino que también podría tener consecuencias para la salud a largo plazo. Asimismo, los expertos aclaran que esta realidad, que no se evidencia en todas las marcas, se manifiesta por el método de preparación y el uso de máquinas antiguas.
Microplásticos detectados en el café de cápsulas
Diversos estudios han detectado la presencia de microplásticos en el café preparado con cápsulas plásticas. En 2024, un equipo liderado por Mohamed Abdallah, profesor de química ambiental en la Universidad de Birmingham, analizó tres marcas diferentes y halló niveles significativos de microplásticos en las bebidas resultantes.
Abdallah rastreó el origen de estas partículas hasta el mismo tipo de plástico utilizado en la fabricación de las cápsulas. Además, investigaciones previas ya habían demostrado que los envases plásticos pueden liberar sustancias químicas en los alimentos, aunque el enfoque específico en microplásticos es relativamente reciente.

El proceso de preparación del café en máquinas de cápsulas contribuye a la liberación de estos contaminantes. El agua se calienta hasta aproximadamente 88°C y se fuerza a través de la cápsula bajo alta presión. Este entorno de calor y presión provoca que el plástico se fragmente y libere tanto microplásticos como aditivos químicos en la bebida.
Christopher Helt, toxicólogo y director del programa GreenScreen Certified de Clean Production Action, explicó a TIME que existe una “clara oportunidad para la migración de aditivos químicos al café”. Sin embargo, matizó que la exposición es breve, lo que podría limitar la cantidad de contaminantes, aunque la complejidad de los materiales y las condiciones de uso dificultan establecer cifras exactas.
Otras fuentes de contaminantes en el café
No solo las cápsulas representan una fuente de microplásticos. Las propias máquinas de café, especialmente aquellas con componentes plásticos internos, también pueden liberar partículas, según constató Abdallah en un estudio de 2025.

El análisis de cafeteras con diferentes años de uso reveló que los modelos más antiguos desprendían más microplásticos que los nuevos. Además, los tanques de agua de plástico y el propio líquido pueden contener estas partículas antes incluso de entrar en contacto con la máquina.
Abdallah observó que el café preparado contenía casi dos tercios más microplásticos que el agua utilizada inicialmente. Incluso la leche, al pasar por largos conductos plásticos durante su procesamiento, puede añadir más microplásticos a la taza final. El uso de vasos de papel desechables, que suelen tener un recubrimiento plástico, también incrementa la exposición, por lo que los expertos recomiendan optar por recipientes de vidrio cuando sea posible.
La preocupación por los efectos en la salud de la exposición a microplásticos y sustancias químicas asociadas va en aumento. Un estudio publicado en 2024 encontró que pacientes con microplásticos en las arterias presentaban un mayor riesgo de infarto, accidente cerebrovascular y muerte prematura.
Justin Boucher, ingeniero ambiental y director de operaciones del Food Packaging Forum, señaló a TIME que “ya existe evidencia de que muchos plásticos y microplásticos relacionados contienen sustancias químicas peligrosas que pueden causar daño”.

Los microplásticos, al ser tan pequeños, pueden ser absorbidos por el torrente sanguíneo y llegar a órganos vitales, donde estudios en células humanas y animales han demostrado que pueden provocar inflamación, estrés oxidativo y alteraciones inmunológicas. No obstante, Mohamed Abdallah advirtió que “la comprensión de la toxicidad de los microplásticos aún está en sus primeras etapas”, aunque considera que la información disponible ya justifica la preocupación.
Opciones y regulaciones: ¿cómo reducir los riesgos?
Frente a estos riesgos, los expertos consultados por TIME recomiendan alternativas más seguras. Las cápsulas y tazas de acero inoxidable se presentan como una opción preferible, ya que este material no requiere la compleja química de los plásticos para soportar el calor y la presión.
Aunque su precio inicial es más alto, pueden reutilizarse y son compatibles con máquinas populares. También existen cápsulas fabricadas con bioplásticos, materiales parcialmente de origen vegetal, pero los especialistas advierten que estos productos siguen incluyendo aditivos y pueden liberar sustancias químicas no deseadas.
Algunos estudios sugieren que los bioplásticos pueden ser tan tóxicos como los plásticos convencionales. En tanto, el contexto regulatorio añade complejidad a este panorama problema. Actualmente, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) no ha establecido normas específicas para la presencia de microplásticos en alimentos.

Tracey Woodruff, profesora de políticas de salud en la Universidad de California, San Francisco, declaró a TIME que existe una ausencia de regulación que deja a los consumidores y a la industria sin directrices claras sobre los límites de exposición o las mejores prácticas para reducir riesgos.
Ante la falta de regulación y la complejidad de las alternativas, los expertos sugieren a los consumidores adoptar cambios graduales para reducir la exposición a microplásticos.
Entre las recomendaciones prácticas, además del uso de cápsulas de acero inoxidable, señalan la importancia de optar por cafeteras con menos componentes plásticos, elegir vasos de vidrio y considerar la antigüedad de las máquinas.
Lisa Zimmermann, bióloga del Food Packaging Forum, subrayó que los materiales utilizados en cápsulas y tazas son “altamente complejos y contienen muchos ingredientes diferentes”, lo que dificulta prever todas las posibles migraciones químicas.
En última instancia, la responsabilidad de abordar el problema de los microplásticos en el café es de los consumidores, pero también, como concluyó TIME, requiere la acción conjunta de gobiernos e industria.