La ciencia y la tecnología revolucionan el fitness con entrenamientos basados en evidencia y datos (Imagen Ilustrativa Infobae)

En los últimos años, el mundo del fitness ha experimentado una transformación profunda: la ciencia y la tecnología han irrumpido en los entrenamientos, multiplicando la información disponible y dando lugar a una nueva generación de influencers que promueven rutinas basadas en la evidencia.

Este auge ha generado una reacción que reivindica el valor del esfuerzo tradicional y la simplicidad en el gimnasio, abriendo un debate sobre si la sobredependencia en la ciencia puede desplazar la importancia de la experiencia práctica y la intuición.

Según un análisis de Men’s Health, esta discusión afecta tanto a deportistas de élite como a quienes buscan mejorar su bienestar y progreso muscular en cualquier gimnasio del mundo.

El fenómeno del entrenamiento basado en la ciencia se ha consolidado gracias a plataformas digitales como YouTube y Spotify, donde abundan videos y podcast que desglosan investigaciones, manuales y estudios en formatos accesibles.

Plataformas digitales como YouTube y Spotify popularizan el entrenamiento científico con videos y podcasts especializados (Imagen Ilustrativa Infobae)

Esta tendencia ha dado lugar a los llamados “influencers de fitness basados en la ciencia”, creadores de contenido que utilizan el conocimiento científico para diferenciarse y ofrecer rutinas supuestamente optimizadas.

Como resultado, cualquier persona puede acceder a conceptos como “rate coding” o “reps in reserve” y aplicarlos a su entrenamiento diario, con la promesa de maximizar el progreso y evitar errores comunes.

Críticas a la sobredependencia científica

No obstante, Men’s Health señala que el péndulo ha comenzado a oscilar en sentido contrario. Un número creciente de voces dentro de la comunidad del fitness cuestiona si esta obsesión por la ciencia no está complicando en exceso el proceso de entrenar.

Geoffrey Verity Schofield, entrenador y creador de contenido, lo resume así: “Gran parte de la reacción contra el entrenamiento basado en la ciencia se debe a que, en los últimos años, se ha convertido principalmente en una palabra de moda para el marketing”.

Schofield, citado por Men’s Health, advierte que esta tendencia no se limita al mundo del ejercicio, sino que se extiende a otros ámbitos donde la ciencia se utiliza como reclamo comercial.

La comunidad del ejercicio físico cuestiona si la ciencia está complicando innecesariamente los métodos de entrenamiento (Imagen Ilustrativa Infobae)

La crítica principal a la sobredependencia científica radica en que, durante décadas, los grandes atletas y culturistas lograron resultados notables sin preocuparse por detalles técnicos como el tiempo exacto de descanso entre series o la activación muscular específica de cada ejercicio.

Íconos como Arnold Schwarzenegger, Franco Columbu o Lou Ferrigno se enfocaban en alcanzar el fallo muscular y superar sus propios límites, sin recurrir a estudios ni fórmulas complejas.

Mike Mentzer, por ejemplo, defendía un enfoque de máxima intensidad —el método “Heavy Duty”—, siempre que se garantizara una recuperación adecuada. Para muchos, este tipo de entrenamiento, basado en el esfuerzo y la camaradería, fue el motor que los llevó a enamorarse del gimnasio.

Ventajas y límites de la ciencia en el entrenamiento

A pesar de la nostalgia por el esfuerzo tradicional, la ciencia también ofrece ventajas claras: comprender la anatomía y la fisiología puede ayudar a prevenir lesiones y evitar el agotamiento, un aspecto que los entrenadores de alto rendimiento consideran fundamental.

Alex Gregory, seis veces campeón mundial de remo y doble medallista olímpico, explicó a Men’s Health que “en el deporte de alto rendimiento, los datos son esenciales para monitorizar, predecir y planificar el rendimiento y el progreso a lo largo del tiempo”.

La ciencia aplicada al deporte de alto rendimiento permite prevenir lesiones y optimizar el rendimiento físico (Imagen ilustrativa Infobae)

Durante su etapa en el equipo británico de remo, Gregory y sus compañeros contaban con el apoyo de expertos en ciencias del deporte que analizaban grandes volúmenes de datos en cada sesión de entrenamiento, con el objetivo de optimizar cada aspecto de su preparación.

Sin embargo, la aplicación de la ciencia al entrenamiento no está exenta de limitaciones. Muchos de los atletas más musculosos del gimnasio no siguen protocolos científicos estrictos, sino rutinas básicas y tradicionales.

Esto plantea la cuestión de si el conocimiento técnico es imprescindible para lograr resultados, o si factores como la genética, el uso de sustancias o simplemente años de dedicación pueden ser igual de determinantes.

Schofield, en diálogo con Men’s Health, reconoce que “no existe una buena definición de entrenamiento basado en la ciencia”, ya que diferentes expertos pueden recomendar volúmenes altos o bajos de ejercicio, ambos respaldados por estudios distintos.

Incluso métodos como el de Mentzer, aunque centrados en el esfuerzo, se fundamentaban en la observación y la experiencia, lo que sugiere que siempre hay un componente científico, aunque no se reconozca explícitamente.

El desafío de interpretar los estudios científicos

La interpretación de estudios científicos en el entrenamiento puede limitarse por el aislamiento de variables y su aplicabilidad real (Imagen Ilustrativa Infobae)

Otro punto de fricción es la interpretación de los estudios científicos. Las investigaciones suelen aislar variables para obtener conclusiones claras, pero esto limita la aplicabilidad de los resultados a situaciones reales.

Un estudio que compara repeticiones altas y bajas en un ejercicio específico puede arrojar resultados favorables a una de las opciones, pero estos hallazgos pueden variar si se cambia el grupo muscular, la velocidad de ejecución o el perfil del participante.

Además, existe el riesgo de que algunos creadores de contenido utilicen la ciencia de forma superficial o selectiva, extrayendo conclusiones generales a partir de pruebas limitadas o eligiendo solo los estudios que respaldan sus métodos, lo que puede inducir a error a quienes buscan orientación fiable.

Frente a este panorama, Men’s Health destaca la importancia de encontrar un equilibrio entre la ciencia y la experiencia personal. Incluso los atletas de élite combinan datos y métodos tradicionales según sus necesidades.

Gregory señala que “algunos deportistas prosperan con los números, el análisis y la tecnología, mientras que para otros, el exceso de datos puede resultar abrumador y generar estrés”. En estos casos, la clave está en utilizar la información científica como recurso, pero siempre bajo criterios individuales.

Men’s Health resalta la importancia de equilibrar la ciencia y la experiencia personal en la rutina de entrenamiento (Imagen Ilustrativa Infobae)

Schofield defiende una integración equilibrada: “Sigo al tanto de la ciencia, pero creo que la mejor forma de utilizarla es integrarla con un enfoque intuitivo e individualizado”.

Incluso Jeff Nippard, uno de los referentes del entrenamiento basado en la ciencia, admite que a veces elige ejercicios que no son óptimos en teoría, pero que le funcionan mejor en la práctica.

La recomendación de Men’s Health es utilizar la ciencia como una herramienta para enriquecer el entrenamiento, no como una imposición que reste opciones o disfrute. Lo fundamental es aprender a interpretar la investigación de manera crítica y aplicar solo aquello que aporte valor a la experiencia personal.