
La dificultad para dormir afecta a millones de personas y puede traducirse en fatiga, falta de concentración y un deterioro general del bienestar durante el día. El insomnio y los despertares nocturnos no solo alteran el descanso, sino que también impactan en el estado de ánimo, la productividad y la salud física, generando una preocupación constante por encontrar soluciones eficaces.
En este contexto, el magnesio ha ganado notoriedad como posible aliado para un mejor reposo. Este mineral, presente en numerosos suplementos, se presenta como una alternativa para quienes buscan combatir el insomnio y alcanzar un sueño reparador. El auge del mercado refleja el interés creciente por sus potenciales beneficios, aunque la evidencia científica sobre su eficacia sigue siendo objeto de debate e investigaciones.
Magnesio y su relación con el sueño y descanso
El magnesio interviene en funciones corporales esenciales, como el equilibrio de los neurotransmisores, que son los mensajeros químicos responsables de la comunicación entre las células nerviosas. Estos influyen en el estado de ánimo, el sueño, la memoria y el movimiento muscular.
Según la doctora Denise Millstine, profesora adjunta de medicina y directora de medicina integral y salud en la Clínica Mayo, contribuye a mantener el equilibrio adecuado entre neurotransmisores excitatorios y relajantes. Esto favorece la conciliación del sueño, especialmente en personas con ansiedad o pensamientos acelerados que dificultan el descanso nocturno.

El mineral también participa en la producción de melatonina, la hormona que regula el ciclo sueño-vigilia. La experta manifiesta que “es importante porque aumenta a medida que el mundo se oscurece. Es una señal en nuestro sistema de que es hora de descansar y dormir”. Además, el material inorgánico puede ser útil para quienes sufren alteraciones del sueño provocadas por calambres en las piernas o síndrome de piernas inquietas, siempre que su uso sea seguro para la persona.
No obstante, la relación no es sencilla. La dietista Kirsten Jackson señaló en diálogo con BBC que, aunque el magnesio participa en más de 300 procesos diferentes en el organismo y es fundamental para el cerebro y el estado de ánimo, la eficacia de los suplementos depende de la existencia de una deficiencia previa.
Detectar la carencia resulta complejo, ya que la mayor parte se almacena en huesos y tejidos, y no existen pruebas sencillas para identificarla. Por su parte, la nutricionista Kristen Stavridis advirtió en declaraciones recogidas por BBC que no hay suficiente evidencia sólida que demuestre que la mayoría de los suplementos tengan un efecto positivo en la población sana.
Recomendaciones de los profesionales
Los expertos coinciden en que, antes de recurrir a suplementos, es preferible revisar la dieta. Alimentos como semillas, nueces, panes integrales, verduras y frutas son fuentes naturales de magnesio. Tanto la dietista Kirsten Jackson como la nutricionista Kristen Stavridis recomendaron priorizar la alimentación equilibrada, ya que una dieta deficiente en estos alimentos no solo implica la disminución, sino también reduce la ingesta de otros nutrientes esenciales como vitamina C, vitamina K, fibra y prebióticos.

También coincidieron en aguardar por ver el comportamiento del organismo ante el consumo del mineral, comenzando por la mitad de la dosis que recomienda el envase y observando las respuestas del cuerpo. Además, advirtió que un exceso de magnesio puede provocar diarrea, vómitos y náuseas, y que en personas con enfermedad renal existe el riesgo de hipermagnesemia, una condición grave.
Aunque el mineral cumple funciones clave y puede contribuir al descanso en casos de deficiencia, la evidencia sobre su eficacia como suplemento para dormir en personas sanas es limitada. Los expertos recomiendan priorizar una dieta rica en alimentos naturales antes de considerar la suplementación.