El cambio de paradigma propone hablar de “condición” en vez de “trastorno” para evitar estigmas en el autismo (doctoraki)

El diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) ha registrado un aumento exponencial en las últimas tres décadas, al punto de que algunos especialistas en neurodesarrollo la consideran una auténtica pandemia del siglo XXI.

Según el psiquiatra argentino, especializado en neurodesarrollo, Christian Plebst, consultado por Infobae, los casos han crecido cerca de un 6000% en los últimos 30 años, pasando de una prevalencia de 1 en 2.500 niños en los años ’90 a 1 en 36 en la actualidad. Plebst sostuvo que este fenómeno no puede explicarse únicamente por una mayor conciencia social o por mejoras en las herramientas diagnósticas, sino que refleja cambios sociales y biológicos de mayor alcance.

En una nota con Infobae, la psiquiatra infantojuvenil Alexia Rattazzi propuso un cambio en el enfoque sobre el acrónimo TEA e invitó así a cambiar la palabra “Trastorno” por “Condición”, para evitar la estigmatización de las personas que se encuentran dentro de este espectro. De esta manera, TEA pasaría a ser CEA, Condición del Espectro Autista.

El diagnóstico de autismo aumentó exponencialmente en las últimas tres décadas, según especialistas (Imagen Ilustrativa Infobae)

“La palabra ‘trastorno’ parece negativa, hay que ver las diferentes realidades, y empezar a compenderlo como una neurodiversidad, como una manera de ser, esto no quiere decir que la gente no necesite un apoyo y contención, solo digo que hay algunas personas con esas características que están bien en su vida y que es muy fuerte decirles que tienen un trastorno. Es una condición, una manera de procesar y de percibir las cosas, no por hacerlo de distinta manera se tiene un trastorno”, enfatizó la especialista Ratazzi.

Ratazzi se preguntó: ¿Hasta cuándo se va a tener que hablar de un concepto de inclusión? Y la respuesta, aunque parezca compleja, según la experta, es bastante simple: “si desde chicos se naturaliza la (neuro) diversidad, si viven en un contexto de diversidad, los adultos no tendrían que hablar tanto del concepto de inclusión».

La evidencia de Mayo Clinic

La selectividad alimentaria y los problemas gastrointestinales suelen requerir abordajes multidisciplinarios en el espectro autista (Imagen Ilustrativa Infobae)

Más allá de las controversias, el consenso científico actual, recogido por Mayo Clinic, sostiene que el TEA es “un síndrome conductual de origen multifactorial». El autismo no responde a una causa única ni a un origen exclusivamente biológico, sino que resulta de la interacción de factores genéticos, congénitos, ambientales y sociales.

En el ámbito clínico, el equipo de ese centro de salud e investigación estadounidense puntualizó que los niños con TEA presentan con frecuencia problemas médicos asociados, como síntomas gastrointestinales (dolor abdominal, estreñimiento, diarrea) y alimentación selectiva, lo que puede derivar en deficiencias nutricionales y problemas de salud a largo plazo, como obesidad, hipertensión y diabetes.

Los expertos de Mayo Clinic recomendaron que las familias trabajen con equipos multidisciplinarios, incluyendo dietistas, para evaluar y mejorar la alimentación del niño, resolver obstáculos como la selectividad alimentaria y planificar comidas nutritivas que involucren a toda la familia. Y si de infancia se habla, lo correcto es incluir el escenario más común para los niños: el colegio y el juego.

Controversias sobre el uso de paracetamol y terapias del autismo

El uso de paracetamol durante el embarazo sigue bajo estudio y genera controversia. El presidente Donald Trump dijo públicamente que tiene relación con el autismo (EFE/Francis Chung)

El debate sobre las causas y tratamientos de la CEA/TEA se ha intensificado en los últimos meses, especialmente tras las declaraciones de autoridades de salud en Estados Unidos y del propio presidente Donald Trump.

Trump y su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., han impulsado la idea de que el paracetamol —principio activo del analgésico más vendido del mundo, Tylenol— podría estar vinculado al autismo y el uso del fármaco en mujeres embarazadas.

El presidente Trump instó a las mujeres a evitar el uso de Tylenol durante la gestación, salvo en casos de fiebre alta, y criticó el calendario de inmunización infantil por considerar que expone a los niños a un número excesivo de vacunas.

Sin embargo, la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) adoptó una postura más cautelosa, al recordar en una carta dirigida a los médicos que “no se ha establecido una relación causal” entre el paracetamol y el autismo, y que el tema sigue siendo objeto de debate científico.

El origen de la teoría y el tratamiento con leucovorina

El acompañamiento familiar y la contención social resultan esenciales para el desarrollo de niños con CEA (Freepik)

Estas teorías que esgrimieron Trump y Kennedy Jr. surgieron de una revisión científica recientemente realizada por epidemiólogos de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de Harvard y la Escuela de Medicina Icahn en Monte Sinaí.

Este trabajo analizó 46 estudios sobre el consumo de paracetamol durante el embarazo y su posible relación con trastornos del neurodesarrollo, incluidos ocho estudios centrados en el autismo. Más de la mitad de las investigaciones encontraron una asociación positiva, pero los propios autores de la revisión, los epidemiólogos jefes Diddier Prada y Brian Lee, advirtieron que no se puede establecer una relación de causa y efecto.

En cuanto a los tratamientos, la FDA aprobó hace un mes el uso de leucovorina —un medicamento basado en vitamina B— para tratar síntomas del autismo en niños con deficiencia de folato cerebral, aunque su aplicación, dijeron los expertos, se limita a un subconjunto específico de pacientes.

Esta decisión, difundida el pasado lunes 22 de septiembre, marca un avance en la búsqueda de alternativas médicas para atender síntomas asociados al espectro autista, aunque el consenso científico recalca que la evidencia actual es insuficiente para ampliar su uso.

La empresa Kenvue, responsable de Tylenol, rechazó cualquier vínculo entre su producto y el autismo, defendiendo la seguridad del paracetamol

Según, Alycia Halladay, directora científica de la Fundación Científica para el Autismo, de Estados Unidos, entre un 10% y un 30% de quienes tienen diagnóstico de autismo presentan también esta deficiencia, pero la mayoría de la comunidad no cumple con los requisitos médicos necesarios.

Halladay advirtió a NBC News: “No recomendaríamos leucovorina como tratamiento rutinario. Faltan estudios que respalden plenamente su seguridad y eficacia en este contexto”.

Andrés Luccisano, médico psiquiatra infantojuvenil y subjefe del servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires, afirmó a Infobae: “El autismo es un trastorno de origen multicausal, donde intervienen factores genéticos, congénitos, metabólicos, inflamatorios, anatómicos y ambientales. Reducir su etiología únicamente al uso de paracetamol es una simplificación que oscurece tanto el diagnóstico como el abordaje integral. Del mismo modo, presentar a la leucovorina como ‘el tratamiento’ del autismo es generar falsas expectativas. En la actualidad solo se investiga su posible utilidad en casos muy específicos, como la deficiencia cerebral de folato”.

En la misma línea, la doctora Rachel Follmer, profesora de pediatría en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, celebró los esfuerzos por ampliar el arsenal terapéutico, aunque expresó su cautela: “La leucovorina podría sumarse como una herramienta más para un grupo de pacientes, pero aún falta confirmar su beneficio en la mayoría de las personas con autismo”, declaró a NBC News.

Consenso TEA: “Un síndrome conductual de origen multifactorial”

Los expertos advierten de la necesidad de transformar el sistema educativo y sanitario hacia una verdadera inclusión (Imagen Ilustrativa Infobae)

El psiquiatra argentino Plebst subrayó que «el niño con diagnóstico de autismo no está ‘fallado’, sino que manifiesta dificultades para organizar sus experiencias sensoriales y aprendizajes, especialmente cuando el entorno no acompaña su desarrollo al ritmo adecuado».

Entre los factores de riesgo identificados, Plebst destacó el uso temprano de dispositivos electrónicos y la pérdida de movimiento libre en la infancia. Según el psiquiatra, la sobreexposición a pantallas y la reducción del contacto con la naturaleza afectan la capacidad del niño para aprender a través de la experiencia corporal y el juego simbólico.

El diagnóstico y tratamiento del TEA presentan desafíos adicionales. El mismo experto advirtió sobre el uso de herramientas diagnósticas simplificadas y la tendencia a aplicar tratamientos estandarizados sin considerar la individualidad de cada caso.

Otro de los grandes cambios de paradigma a los que se refirió la psiquiatra Rattazzi es en el ámbito de la educación: “La idea es que sea el mismo colegio para todos, ya que se está también segregando la percepción de los niños. Se separa al que es diferente y es muy difícil batallar contra los prejuicios, pero no imposible. No debemos actuar desde el desconocimiento”.

El autismo interpela a la sociedad a priorizar la empatía y el respeto a la neurodiversidad
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Rattazzi también es miembro fundador del Programa Argentino para Niños, Adolescentes y Adultos con Condiciones del Espectro Autista (PANAACEA), que fue creado con el objetivo de que exista un centro de referencia para todas las personas (niños, adolescentes y adultos) con esas condiciones y sus familias.

“Las personas que rodean a los niños con CEA cumplen una función trascendental en el desarrollo de sus hijos y es importante invitarlos a aprender y brindarles herramientas“, comentó.

Plebst, por su parte, defendió la importancia de la crianza en comunidad y el acompañamiento respetuoso, al afirmar que los niños aprenden mejor en entornos comprensivos y compartidos, como la familia, la escuela y el barrio.