El Día Mundial del ACV busca promover la prevención y el reconocimiento temprano de los síntomas en todo el mundo cada 29 de octubre, con campañas educativas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El accidente cerebrovascular (ACV) representa una emergencia médica que puede tener consecuencias fatales. Una reciente encuesta realizada en Argentina expone grandes desafíos en la forma en que la sociedad reconoce y reacciona ante los signos de esta patología. El relevamiento, realizado por la consultora Voices en septiembre de 2025, examina sobre percepciones y conocimientos de 806 personas mayores de 16 años en ciudad y provincia de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza y Tucumán.

Los resultados muestran que existen obstáculos importantes en el modo en que la población identifica los síntomas y decide cómo actuar. Cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del ACV, una fecha instituida para promover la prevención y el reconocimiento temprano de esta afección en todo el mundo. La efeméride busca enfatizar la importancia de la información y la educación en la comunidad para lograr el diagnóstico y el acceso rápido a los tratamientos con el objetivo de reducir los efectos que puede tener un accidente cerebrovascular en el organismo.

Resultados de la encuesta sobre conocimiento y reacción ante un ACV

Un ACV ocurre cuando se interrumpe el flujo de sangre a una parte del cerebro, lo que puede suceder por el bloqueo de un vaso sanguíneo o por la ruptura de una arteria. Esta falta de irrigación daña el tejido cerebral, según explica el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.

El estudio divulgado por la consultora Voices muestra que 7 de cada 10 encuestados afirman saber en qué consiste un ACV. Sin embargo, solo el 38% se siente realmente preparado para actuar ante un caso cercano. Además, 4 de cada 10 participantes ignoran la urgencia requerida para iniciar el tratamiento en las primeras cuatro horas y media tras el inicio de los síntomas, lo cual puede marcar la diferencia ente la recuperación y la muerte.

Solo el 38% de los encuestados en cinco ciudades argentinas se siente realmente preparado para actuar ante un accidente cerebrovascular (Imagen Ilustrativa Infobae)

La encuesta revela límites importantes en el conocimiento sobre cómo proceder ante la sospecha de un episodio de ACV: 3 de cada 4 argentinos optarían por acudir al centro de salud más cercano, en lugar de elegir uno que cuente con los recursos y la capacitación específica para atender esta emergencia. Solo el 17% priorizaría un hospital preparado, mientras que el 55% de la población considera que cualquier nosocomio puede brindar atención adecuada en este tipo de situaciones.

El doctor Matías Alet, médico neurólogo del FLENI y titular de la Unidad de ACV del Hospital Ramos Mejía, advierte sobre la necesidad de optimizar la derivación inicial: “Un ACV es una emergencia médica tiempo-dependiente. Cada minuto sin tratamiento equivale a la pérdida de 2 millones de neuronas”.

El relevamiento también señala que 8 de cada 10 personas admiten preocupación por su propio riesgo de padecer un ACV, una inquietud que se detecta con mayor frecuencia en mujeres, adultos mayores de 35 años y sectores de menores recursos. Respecto a la prevención, el 77% de las personas considera que es posible evitar esta emergencia mediante chequeos médicos, control del estrés, práctica regular de actividad física, descanso adecuado y la adopción de una dieta equilibrada.

En el marco del Día Mundial del ACV, se desarrollará una actividad especial en pleno centro porteño. Desde las 10 hasta las 17, frente al Obelisco, tendrá lugar una intervención pública con la instalación de un reloj gigante y una cabina interactiva, con el objetivo de remarcar el componente tiempo-dependiente de la enfermedad y fomentar la difusión de información veraz y útil entre la comunidad.

¿Cómo identificar un ACV?

La pérdida de dos millones de neuronas por minuto sin tratamiento muestra la importancia del tiempo ante un accidente cerebrovascular (Imagen Ilustrativa Infobae)

La capacidad de reconocer los signos de un ACV puede resultar decisiva para el pronóstico. Aunque el 69% de los encuestados se considera informado, solo un tercio conoce algún método sencillo para identificar la aparición de un episodio.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), los síntomas principales aparecen de forma súbita y pueden incluir entumecimiento o debilidad de la cara, el brazo o la pierna, confusión, dificultad para entender o hablar, pérdida de la visión, alteraciones en la coordinación y dolor de cabeza intenso y sin causa conocida.

El acrónimo “BE FAST” (o “sé rápido”), recomendado por la Cleveland Clinic, sintetiza las señales de alarma: Balance (pérdida repentina del equilibrio), Eyes (pérdida o cambios bruscos en la visión), Face (asimetría facial al sonreír), Arms (debilidad en uno o ambos brazos al intentar levantarlos), Speech (dificultad para hablar o entender), Time (la urgencia de pedir ayuda rápidamente).

El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos recuerda que coágulos y rupturas de vasos sanguíneos se encuentran entre las principales causas y resalta el papel del control frecuente de la presión arterial, el colesterol y la diabetes.

Entre los síntomas referidos por las personas encuestadas en el estudio se destacan confusión repentina, dificultad para comunicarse o entender, debilidad muscular, dolor de cabeza intenso y aumento de la presión arterial. A pesar de ello, el 5% no logra identificar ningún signo de alarma.

¿Qué hacer ante un ACV y cómo es el tratamiento?

La intervención rápida con fármacos fibrinolíticos dentro de las primeras cuatro horas y media puede hacer la diferencia en la recuperación tras un ACV (Imagen Ilustrativa Infobae)

La respuesta inmediata ante los síntomas de un ACV puede cambiar radicalmente el pronóstico. “El primer reflejo debe ser llamar al servicio de emergencias y, si por algún motivo no es lo más conveniente, dirigirse a un centro preparado para el manejo del ACV, que probablemente no sea el más cercano”, señaló Alet.

El doctor Adolfo Savia, médico emergentólogo, terapista intensivo y presidente del Consejo de Emergencias de la Sociedad Argentina de Medicina, precisó que en diversas provincias del país (como CABA, Córdoba, Mar del Plata, Mendoza, Neuquén, Salta y Tucumán) existen redes colaborativas que facilitan la derivación del paciente al centro apropiado de tratamiento:

“La comunicación eficaz que se realiza antes de la llegada al hospital permite que se active el protocolo con el tomógrafo disponible y equipo de ACV preparado para completar el diagnóstico y brindar los tratamientos necesarios para disminuir las secuelas y la mortalidad que provoca la enfermedad”.

El tratamiento más frecuente, según Savia, consiste en la administración de fármacos fibrinolíticos para disolver coágulos, lo cual debe ocurrir dentro de las primeras 4 horas y media del inicio de los síntomas. Más allá de ese periodo, se pueden emplear procedimientos como la trombectomía mecánica, que consiste en una intervención mediante un catéter para extraer manualmente los coágulos de los vasos sanguíneos del cerebro y así restablecer el flujo.

El acrónimo BE FAST ayuda a identificar señales de alarma como pérdida de equilibrio, cambios de visión, asimetría facial, debilidad de brazos, habla y urgencia (Imagen Ilustrativa Infobae)

Llevar al paciente por vehículo particular en vez de una ambulancia representa un riesgo, ya que el personal de emergencias dispone de herramientas de estabilización inicial y diagnóstico en ruta, algo subrayado por el CDC: “No conduzca hacia el hospital ni deje que otra persona lo lleve. Llame al 911 y pida una ambulancia para que el personal médico pueda comenzar el tratamiento que le puede salvar la vida camino a la sala de emergencia”.

El relevamiento de Voices evidencia que un 50% de los participantes duda de la rapidez de las ambulancias y el 38% prefiere trasladarse por medios propios, lo que puede impactar negativamente en las tasas de recuperación. Un dato alentador es que el 90% de la población considera posible la recuperación si el tratamiento se inicia en tiempo y forma, una esperanza que debe complementarse con la educación y la acción informada.

Las campañas constituyen una oportunidad para que la comunidad asimile no solo los motivos de riesgo y prevención, sino también los pasos esenciales que deben seguirse ante cualquier sospecha. Según Alet, “necesitamos transformar la conciencia en acción. No alcanza con saber que es importante llevar una vida saludable o reconocer que el ACV es grave: debemos aprender a identificarlo y actuar en cuestión de minutos».

“Las campañas deben transmitir este mensaje de manera clara, constante y cercana. De poco sirve mejorar todos los pasos prehospitalarios y hospitalarios por parte de los actores del sistema de salud, si la población no reconoce los síntomas ni realiza una pronta llamada a la ambulancia. Se pierde tiempo irrecuperable y tiempo es cerebro”, concluyó el doctor.