Correr, saltar, frenar, volver a arrancar, soportar impactos y caídas: el fútbol profesional exige a sus protagonistas llevar el cuerpo al límite de manera constante. Si bien el público suele asociar la pasión por el deporte con el éxito y el reconocimiento, poco se habla de las consecuencias que enfrentan muchos exjugadores una vez que cuelgan los botines. Uno de los males menos visibilizados es la osteoartritis, una forma de artrosis que compromete la movilidad y la calidad de vida. Un estudio reciente publicado por Oxford University Press puso en evidencia los factores que explican por qué tantos futbolistas profesionales desarrollan esta afección.
Qué es la osteoartritis y por qué afecta a los futbolistas
La osteoartritis es una enfermedad degenerativa de las articulaciones que implica el desgaste progresivo del cartílago, el tejido encargado de amortiguar el contacto entre los huesos. Esta condición suele aparecer con la edad, pero en los atletas —especialmente en los futbolistas— surge a edades más tempranas que en la población general. Las zonas más comprometidas son el tobillo, el pie, y en muchos casos la rodilla.
Intensidad, repetición de movimientos explosivos, contacto físico y partidos de alta exigencia: la actividad futbolística reúne todos los factores de riesgo para que la articulación se desgaste prematuramente. El dolor crónico, la rigidez y la pérdida de movilidad son síntomas frecuentes en exjugadores, alterando su día a día muchos años después del retiro deportivo.
Las lesiones: el principal desencadenante
El estudio realizado en el Reino Unido analizó a 424 exfutbolistas profesionales y evidenció un dato contundente: el 73% de los retirados con osteoartritis en pie o tobillo había sufrido lesiones graves en esas zonas durante su carrera. En el fútbol, las fracturas, los esguinces graves y las lesiones de ligamentos no solo obligan a abandonar partidos, sino que inician un proceso de daño articular difícil de revertir.
Las lesiones agudas no son la única causa: el microtrauma repetitivo —producto de miles de entrenamientos y partidos— también contribuye al deterioro invisible en el momento, pero acumulativo en el tiempo. La carga axial, los saltos y los giros constantes, así como los impactos propios del juego competitivo, generan pequeños daños que, sumados año tras año, desembocan en cambios degenerativos que afectan la calidad de vida después del retiro.
Por otra parte, el fútbol, por reglamento y cultura, es probablemente uno de los deportes de contacto donde la reincorporación tras una lesión es prioritaria, a menudo sin una rehabilitación completa. Esto favorece recaídas y agrava la situación articular, especialmente en zonas de carga como el pie y el tobillo.
El papel de los tratamientos: ¿solución a corto plazo o problema a largo plazo?
En el fútbol profesional, recibir inyecciones intraarticulares es una práctica extendida para aliviar el dolor y acelerar la recuperación. El estudio revela que el 75% de los exfutbolistas con osteoartritis había recibido corticosteroides durante su carrera.z
Si bien los corticosteroides, anestésicos locales, plasma rico en plaquetas y ácido hialurónico permiten volver a jugar rápido, su uso frecuente puede enmascarar el verdadero daño estructural de las articulaciones y forzar al cuerpo a competir antes de estar en condiciones óptimas. El abuso de estas estrategias terapéuticas no solo no previene la artrosis, sino que podría acelerar el deterioro del cartílago y agravar el cuadro a largo plazo.
Cabe señalar que no todas las inyecciones tienen el mismo efecto y que, en muchos casos, se aplican tras una lesión grave. Por eso, los expertos llaman a interpretar con precaución la asociación entre estos tratamientos y la incidencia de artrosis, ya que podrían ser tanto una consecuencia del daño como un factor de riesgo adicional.
El impacto en la vida después del fútbol
La imagen del futbolista exitoso suele opacar las dificultades cotidianas que enfrentan muchos exjugadores durante la madurez. La osteoartritis limita actividades básicas, complica el trabajo y reduce la independencia funcional, afectando la salud mental y emocional.
La dificultad para encontrar un tratamiento realmente efectivo, el acceso irregular a la rehabilitación y la falta de políticas de prevención durante la carrera profesional contribuyen a que este problema se extienda en silencio. Muchos exdeportistas relatan dolor persistente y discapacidad, una realidad poco visible fuera del ámbito médico.
La autodeclaración de diagnósticos y la falta de seguimiento de largo plazo dificultan conocer la dimensión exacta del problema, pero los estudios sugieren una prevalencia mucho mayor de artrosis entre exfutbolistas que en la población general del mismo rango etario.
Qué estrategias pueden ayudar a reducir el riesgo
La prevención comienza mucho antes del retiro. Programas de fortalecimiento muscular, ejercicios de propiocepción y entrenamiento neuromuscular se recomiendan para proteger las articulaciones y reducir la incidencia de lesiones, principales responsables de la osteoartritis. Además, las entidades de salud y los clubes deben garantizar protocolos de reincorporación seguros y progresivos, privilegiando la recuperación total por encima de la inmediatez del retorno. En cuanto a los tratamientos, es clave limitar el uso de inyecciones a situaciones estrictamente necesarias y asegurar un seguimiento médico riguroso.
La salud articular de los futbolistas profesionales depende tanto de la prevención y el tratamiento adecuado durante la carrera como del acompañamiento en la etapa posterior al retiro. Hacer visible este problema es el primer paso para que los protagonistas del espectáculo puedan disfrutar de calidad de vida mucho después de su último partido.