Dormimos ocho horas, tomamos una taza de café negro y nos damos una ducha fría, pero aun así seguimos sintiéndonos agotados. ¿Qué ocurre cuando el cansancio persiste a pesar de cumplir con el descanso recomendado?
No es igual estar fatigados por falta de sueño que estar agotados tras una maratón de series o sentir los efectos del burnout. Entonces, ¿a qué se debe esa sensación de cansancio y cuántos tipos existen?
El doctor Nahuel E. López, especialista en Medicina Interna, médico de Planta de la División de Medicina Interna General del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 161.793), explicó a Infobae que el cansancio es una sensación subjetiva de agotamiento físico y/o mental que puede afectar el rendimiento, la concentración, el estado de ánimo y la capacidad de recuperación del organismo.
“Es un síntoma complejo que refleja el equilibrio entre la energía disponible, las demandas del cuerpo y los procesos reguladores del sistema nervioso central. La fisiología del cansancio implica la interacción entre el sistema neuromuscular, el metabolismo energético celular y la regulación neuroendocrina», explicó el médico.
En situaciones de esfuerzo o estrés sostenido, el organismo libera cortisol, adrenalina y otras catecolaminas, hormonas que aumentan la demanda de glucosa y oxígeno, señaló el experto y destacó: “Si ese estado se mantiene sin reposo suficiente, se produce un desequilibrio energético que el cerebro interpreta como cansancio».
El doctor indicó que se reconocen dos tipos de cansancio o fatiga:
- Cansancio físico: que se asocia a la actividad muscular prolongada o intensa, al descanso insuficiente o a déficits nutricionales.
- Cansancio mental: que se vincula a la sobrecarga cognitiva, la preocupación constante, el estrés o el insomnio.
Tres tipos de cansancio mental
Dentro del cansancio mental, se pueden distinguir el cansancio emocional, el sensorial y el social, explicó a Infobae la licenciada en Psicología Gabriela Martínez Castro (MN 18627), directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA).
Cansancio emocional
“El cansancio emocional surge cuando las emociones se sostienen durante demasiado tiempo sin espacio para poder descargarlas. Las señales son sentir que no tenemos energía para vincularnos o empatizar. Aparecen la irritabilidad, la indiferencia afectiva, cuesta disfrutar de lo que antes nos daba placer. Nos agotamos ante conflictos o demandas emocionales, aunque sean pequeñas”, señaló la experta.
Y dio ejemplos: “Sostener durante meses una situación tensa, como una relación difícil, una pérdida, o un cambio vital, puede dejarnos en un estado de apatía, falta de ganas, como si el alma pesara. Nos agotamos ante conflictos o demandas emocionales, aunque sean pequeñas”.
Cansancio sensorial
Por otro lado, está el cansancio sensorial, que es el agotamiento del sistema nervioso por un exceso de estímulos, como ruidos, pantallas, luces, conversaciones, tránsito o redes sociales, explicó Martínez Castro.
“Se observa, por ejemplo, entre quienes trabajan en un shopping donde hay tanto estímulo que pueden llegar a sentirse muy cansados. Las señales son saturación mental o sensación de ruido interno, hipersensibilidad a sonidos o luces, dolores de cabeza, contracturas, problemas para concentrarse, para atender, para memorizar, necesidad urgente de silencio o soledad, incluso sin saber por qué”, describió la psicóloga.
Un ejemplo: “Después de un día entre consultas, notificaciones, tráfico y pantallas, el cuerpo pide apagarse, aunque no hayamos hecho esfuerzo físico”, afirmó la experta.
Cansancio social
En tercer lugar, el cansancio social aparece cuando la interacción con los demás exige más energía de la que tenemos, dijo la psicóloga. “Por ejemplo, deseos de irnos, de aislarnos, incluso de gente querida, sensación de estar actuando o cumpliendo en roles sociales aunque no tengamos ganas, dificultad para decir no, para poner límites, sentir que los vínculos no nos nutren, sino que nos drenan”, explicó.
Y añadió: “Por ejemplo, reuniones, eventos sociales, vínculos donde debemos sostener la conversación o el ánimo sin sentir una conexión real. Sucede cuando tenemos que ir a reuniones sociales sin tener ganas, simplemente porque estamos cansados”.
Finalmente, la experta sintetizó: “El tipo de cansancio emocional proviene de un exceso de carga afectiva, el sensorial de una sobreestimulación y el social de un exceso de interacción”.
Cansancio, burnout y depresión
El cansancio común o fisiológico es una respuesta normal del organismo frente a la demanda de energía superior a la disponible, explicó el doctor López. “Se origina por falta de sueño, exceso de trabajo, estrés sostenido o ejercicio físico intenso y mejora con el descanso y la alimentación adecuada”, describió.
“En cambio, el cansancio patológico, que también se llama astenia, es aquel que persiste o aparece sin causa aparente, no mejora con el descanso, afecta el funcionamiento diario y se transforma en un signo de posible enfermedad subyacente, como la anemia, enfermedades inflamatorias autoinmunes, y alteraciones del sueño y del ánimo”, afirmó el médico.
¿Y cómo distinguir el cansancio del burnout, el agotamiento y la depresión?
La licenciada Gabriela Martínez Castro explicó las diferencias entre los distintos conceptos. “El burnout o síndrome de desgaste o quemazón profesional es un agotamiento crónico ligado al trabajo o al cuidado de otros. Aparece cuando damos más energía emocional, mental o física de la que recibimos sin pausas ni reconocimientos. Hablamos del trabajo o de las obligaciones”.
Los síntomas del burnout implican cansancio extremo, pero vinculado siempre al ámbito laboral o de cuidado, indicó la experta. “Sentimos desapego, que ya no nos importa nuestro trabajo o los demás dentro del ámbito laboral; sensación de ineficacia o fracaso personal; sensación de que lo que estamos haciendo realmente no es bueno, no contribuye a los objetivos laborales, que lo hacemos mal. También se puede presentar dificultad para concentrarse, memorizar, atender. Insomnio, ansiedad, irritabilidad e inclusive, en los casos más graves, ataques de pánico. Cuando descansamos unos días, mejoramos un poco, pero el malestar vuelve al retomar la rutina, es decir, el trabajo”, explicó la experta.
Y destacó que lo diferencial es que el origen del burnout es situacional. “Tiene que ver con el trabajo y el entorno. Si el contexto cambia, el malestar mejora notablemente. A veces requiere tratamiento psicológico”.
En cuanto al agotamiento físico o mental, es un estado transitorio de sobrecarga y no necesariamente patológico, indicó la experta. “La causa suele ser falta de descanso, estrés acumulado, exceso de estímulos o de responsabilidades».
“Los síntomas son: fatiga generalizada, falta de motivación momentánea, sensación de necesitar parar; sueño superficial, es decir, que nos levantamos como si no hubiéramos descansado aunque hayamos dormido las horas suficientes; dolores musculares y saturación mental, sentir que ya no podemos pensar más”, describió la psicóloga.
Y afirmó que el agotamiento mejora con descanso real: “Sueño, vacaciones, desconexión emocional, si no hay sensación profunda de vacío ni alteración prolongada del ánimo”.
Finalmente, “la depresión es un trastorno del estado de ánimo que afecta la energía, la motivación y la percepción de sentido. Puede tener causas biológicas, psicológicas o contextuales, como duelos, pérdidas, trauma, enfermedades, definió Martínez Castro.
“Los síntomas son tristeza persistente o apatía profunda, no solo cansancio sino ganas de no hacer nada. Anhedonia, que significa que no podemos disfrutar de nada, ni siquiera de lo que antes nos gustaba. No sentimos placer. Cambios en el sueño, en el apetito, que pueden implicar dormir mucho o poco, comer mucho o poco, y por eso, en general, uno adelgaza o engorda según cada caso. Sensación de vacío, culpa, inutilidad, pensamientos pesimistas o de desesperanza, que nada tiene sentido. Esto dura más de dos semanas y no mejora aunque descansemos, cambiemos de contexto o tomemos vacaciones. El descanso no alcanza: el ánimo, la motivación y la conexión emocional están alterados de forma persistente”, advirtió la psicóloga.
Y agregó: “La depresión implica una desconexión profunda con el deseo, con el sentido y con nosotros mismos. El cansancio relacionado con la depresión atraviesa el burnout y el agotamiento. Burnout y agotamiento pueden parecer una depresión, pero no lo son; sin embargo, la depresión forma parte de ellos porque uno de los síntomas característicos es la tristeza”.
Los hábitos que consumen más energía
El estilo de vida actual impone demandas constantes sobre el organismo que, sumadas a la falta de recuperación adecuada, generan un estado de fatiga crónica, explicó el doctor López. Dentro los hábitos que consumen más energía, mencionó los siguientes:
- La exposición prolongada a pantallas, notificaciones y redes sociales: “Mantiene al sistema nervioso en estado de alerta constante, con liberación sostenida de adrenalina y cortisol. Esta hiperalerta reduce la calidad del sueño y altera los ritmos circadianos”, sostuvo López.
- Dormir menos de 6 horas por noche o hacerlo en horarios irregulares: “Altera la secreción de melatonina, leptina y grelina, hormonas claves en la regulación del metabolismo y el apetito”, mencionó el doctor.
- El sedentarismo es una causa frecuente de cansancio. “La inactividad reduce la eficiencia cardiovascular y muscular, limita la oxigenación tisular y favorece la inflamación sistémica de bajo grado”, señaló el médico.
- La dieta rica en ultraprocesados, azúcares y grasas trans: “Genera picos de glucemia seguidos de hipoglucemias reactivas que se manifiestan como somnolencia, irritabilidad o falta de energía”, destacó.
Cómo superar el cansancio emocional, sensorial y social
La licenciada Martínez Castro brindó distintas estrategias para superar el cansancio, que no son solo dormir:
- El cansancio emocional: “Se alivia a través de descansos emocionales, momentos sin exigencias afectivas, escribir, llorar si lo necesitamos, meditar, conectar con la naturaleza. Si se puede, tomar un descanso o vacaciones en un ambiente diferente, ayuda mucho”, indicó.
- El cansancio sensorial: “Reducir pantallas, pasar tiempo en silencio, escuchar música suave o sonidos naturales, baños de inmersión, meditación, una siesta breve con los ojos cerrados”, recomendó.
- El cansancio social: Priorizar el tiempo con personas que generan bienestar y reconocer quiénes agotan para buscar descanso social y protegerse de la fatiga en situaciones exigentes.
Cómo prevenir el cansancio
El doctor López brindó las siguientes recomendaciones:
- Dormir entre 6-8 horas: “El descanso nocturno es el principal regulador del metabolismo, la memoria y la función inmunológica. Se debe evitar pantallas al menos una hora antes de dormir, descansar en un ambiente oscuro, fresco y silencioso, y limitar la cafeína, el alcohol y las comidas pesadas antes del descanso”, aconsejó.
- Seguir una dieta equilibrada: “Priorizar frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y proteínas magras, asegurar una buena hidratación (1,5–2 litros diarios de agua) y evitar los ayunos prolongados no supervisados y el exceso de cafeína o bebidas energéticas», dijo el médico.
- Realizar actividad física de forma regular: “Al menos 150–300 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado (caminar, nadar, bicicleta) o 75–150 minutos de actividad vigorosa, más dos sesiones semanales de fortalecimiento muscular», recomendó.
Finalmente, el doctor López destacó la importancia de la consulta médica periódica, que permite detectar causas subyacentes de fatiga (como anemia, hipotiroidismo, diabetes o déficit vitamínicos) antes de que produzcan síntomas mayores. “Un examen clínico es suficiente en la mayoría de los casos para prevenir complicaciones y mantener un nivel óptimo de energía”, concluyó.