Dejar de fumar productos con tabaco después de haber recibido un diagnóstico de cáncer reduce el riesgo de muerte, incluso en pacientes con enfermedad avanzada.
Así lo reveló un estudio observacional realizado por científicos del Centro del Cáncer Alvin Siteman de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos.
La investigación fue publicada en la revista Journal of the National Comprehensive Cancer Network (JNCCN).
Se analizaron datos de 13.282 personas con cáncer atendidas en consultas externas entre junio y diciembre de 2018, y se siguió su evolución durante dos años.
Los resultados muestran que quienes abandonaron el tabaco después del diagnóstico vivieron más tiempo que quienes continuaron fumando, independientemente del tipo o estadio del cáncer.
El estudio, liderado por Steven Tohmasi, contó con la colaboración de expertos de la Universidad de Wisconsin.
La pregunta pendiente
Los investigadores se enfocaron en una pregunta clave para la oncología: ¿realmente vale la pena dejar de fumar tras recibir un diagnóstico de cáncer, incluso cuando la enfermedad está avanzada?
Hasta ahora, la evidencia sobre el impacto de dejar de fumar en la supervivencia de pacientes con cáncer avanzado era limitada y, en ocasiones, contradictoria.
Los investigadores aportaron datos sólidos obtenidos en la práctica clínica real, fuera de ensayos controlados. Abarcaron una amplia variedad de tipos y estadios de cáncer.
De los más de 13.000 pacientes incluidos, el 13% fumaba en el momento de la consulta inicial, el 37,6% había fumado en el pasado y el 49,5% nunca había fumado.
Solo el 22,1% de quienes fumaban al inicio lograron dejar el tabaco en los seis meses siguientes.
El análisis estadístico, que ajustó por edad, sexo, tipo y estadio de cáncer, mostró que las personas que seguían fumando tenían un 97% más de riesgo de morir en los dos años siguientes que aquellos que dejaron de fumar tras el diagnóstico.
“La cesación tabáquica tras el diagnóstico se asocia con una mejor supervivencia global en los supervivientes de cáncer, incluidos aquellos con enfermedad avanzada”, escribieron los investigadores.
El beneficio de dejar de fumar se observó en todos los grupos, pero fue especialmente claro en aquellos que tenían cáncer en estadios avanzados (III o IV).
En este subgrupo, los individuos que continuaron fumando presentaron más del doble de riesgo de muerte en comparación con los que abandonaron el tabaco.
Además, la diferencia en la probabilidad de supervivencia a dos años fue notable: el 85,1% de los que dejaron de fumar seguía vivo a los dos años, frente al 74,7% de quienes continuaron fumando.
El trabajo también comparó la supervivencia según el historial de tabaquismo. Las personas que nunca habían fumado presentaron las mejores tasas de supervivencia, seguidos de quienes habían dejado de fumar antes del diagnóstico, y en último lugar quienes fumaban en el momento de la consulta.
Aun así, dejar de fumar tras el diagnóstico supuso una mejora significativa respecto a continuar con el hábito.
Intervención digital y apoyo para dejar de fumar
La investigación se apoyó en la implementación de una herramienta digital en la historia clínica electrónica, llamada ELEVATE, que facilitó a los profesionales de la salud la identificación de pacientes fumadores y la oferta de tratamientos para dejar de fumar, como asesoramiento y medicación.
Esa estrategia permitió recoger datos de forma sistemática y ofrecer apoyo a los pacientes en el momento oportuno.
Los investigadores destacaron que, a pesar de las recomendaciones de las principales sociedades científicas, la ayuda para dejar de fumar sigue subestimándose en la atención oncológica.
Solo una minoría de pacientes recibe apoyo formal para abandonar el tabaco, en parte por la falta de tiempo, recursos y formación específica de los profesionales, y en parte por la creencia errónea de que dejar de fumar ya no aporta beneficios cuando el cáncer está avanzado.
Subrayaron que “el apoyo a la cesación tabáquica debe proporcionarse a todos los supervivientes de cáncer que fuman, independientemente del tipo o estadio del cáncer”.
Entre las limitaciones del estudio, los autores reconocen que el consumo de tabaco se basó en la declaración de los propios pacientes, sin confirmación bioquímica, lo que podría haber llevado a una subestimación del efecto real de dejar de fumar.
Consultado por Infobae, el médico Fernando Müller, director del proyecto Médicos Especialistas en Dejar de Fumar (M.E.De.F) y miembro de la Asociación Argentina de Tabacología y de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, señaló: “El nuevo estudio aporta evidencia para generar conciencia sobre la necesidad de que los profesionales de la salud promuevan y acompañen la cesación tabáquica. Ayudar a dejar de fumar puede ser tan simple como dar un consejo, pero también puede resultar muy difícil, complejo y agotador”.
Por ese motivo, se requiere que haya más especialistas en cesación, y que los médicos de todas las especialidades recomienden dejar de fumar y deriven a sus pacientes”.
Müller destacó que se conoce que uno de cada 40 pacientes que recibe una recomendación enérgica para dejar de fumar logra hacerlo únicamente con esa sugerencia.
“Pero a veces el proceso resulta complejo y frustrante tanto para la persona que fuma como para el equipo de salud que la asiste”, afirmó.