El sedentarismo se ha convertido en un enemigo tan dañino como el tabaquismo. La estructura de nuestro cuerpo está adaptada para la movilidad, pero la vida actual dificulta cada vez más mantenernos activos.
El trabajo muchas horas sentado en casa, el uso constante de dispositivos electrónicos y el tiempo extendido frente a una computadora limitan nuestras posibilidades de movimiento.
El estilo de vida sedentario representa un factor de riesgo independiente para enfermedades crónicas y eventos cardiovasculares.
La inactividad física promueve la inflamación crónica de bajo grado, proceso que acelera el endurecimiento de las arterias (aterosclerosis) y el envejecimiento vascular.
En las arterias puede observarse una disminución de la flexibilidad, lo que predispone al desarrollo de enfermedades cardíacas, insuficiencia cardíaca, trombosis arterial y renal, así como alteraciones inmunológicas y metabólicas.
Ya en 1957, el grupo de investigadores dirigidos por Morrison en Londres difundió un dato contundente: los empleados postales, es decir los carteros, que caminaban diariamente superaban en esperanza de vida a quienes se desempeñaban tareas administrativas de oficina.
Según aquel estudio, “los carteros iban a los velorios de los administrativos”. Este hallazgo ilustra la relación directa entre el movimiento físico y la protección vascular y cardíaca.
Nuestro organismo sufre cuando disminuye la actividad física. Un cuerpo que no se mueve, literalmente se oxida, y ese proceso alimenta el envejecimiento de las estructuras internas.
El deterioro no es sólo funcional; afecta de manera simultánea los sistemas cardiovascular, renal, inmune y metabólico. Por eso, le propongo incorporar actividad física a su vida cotidiana, empiece de manera moderada pero sostenida, como prioridad en el cuidado personal.
El movimiento regular contribuye a mantener la vitalidad, aumenta la calidad y la expectativa de vida, y preserva la autonomía durante más años. Un simple cambio, como incorporar caminatas cotidianas, puede ofrecer resultados.
La propuesta es clara: moverse para vivir mejor y con mayor autonomía a lo largo del tiempo. Espero que este mensaje aporte información útil para quienes buscan mejorar su salud cardiovascular y calidad de vida.
Qué dice la OMS sobre la actividad física
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 31% de los adultos y el 80% de los adolescentes no alcanzan los niveles recomendados de actividad física.
Para cumplir con las recomendaciones, se aconseja realizar al menos 150 minutos de actividad física de moderada intensidad a la semana.
La actividad física se define como cualquier movimiento corporal generado por los músculos esqueléticos que implique un gasto de energía. Esta puede realizarse durante el tiempo libre, en los desplazamientos diarios, en el trabajo o en las tareas domésticas.
Ejemplos habituales incluyen caminar, andar en bicicleta, practicar deportes y participar en juegos o actividades recreativas. Todas las personas pueden adaptar estas actividades a sus capacidades.
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario” (Ed. Planeta, 2019), “Recetas para vivir mejor y más tiempo” (Ed. Planeta, 2025), entre otros.