Con los últimos fríos de septiembre y mientras el país se prepara para la primavera, en muchos hogares todavía se recurre a la estufa a leña o a la chimenea para atravesar las noches más frescas. Esta costumbre, muy ligada a la tradición y a la vida en zonas rurales, genera un problema poco visible: la contaminación del aire dentro de la casa.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación en espacios cerrados es responsable de 3,8 millones de muertes prematuras en el mundo cada año.
Este escenario inquietante cobra especial relevancia en hogares que, al buscar refugio ante las bajas temperaturas, recurren a calefacción con leña sin cerrar correctamente sus ambientes o sin contar con sistemas de purificación efectivos.
El caso de las familias que emplean calefacción a leña, incluso en propiedades restauradas, evidencia que la percepción de comodidad o sustentabilidad no siempre coincide con buenas condiciones ambientales.
Tal como relató el médico Mark Porter en su casa de campo, la elección de leña seca parece más ecológica que alternativas a base de combustible fósil, pero no logra eliminar el problema de fondo: la emisión de partículas peligrosas al interior.
Chimeneas y estufas de leña: riesgos ocultos en el ambiente doméstico
El apego a chimeneas y estufas de leña se funda en la tradición y la sensación de calidez. No obstante, este tipo de calefacción sigue siendo una fuente significativa de partículas contaminantes en interiores.
Las partículas emitidas durante la combustión pueden causar daños considerables al sistema respiratorio y cardiovascular. De acuerdo con la OMS, estos contaminantes se asocian con enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y distintos trastornos respiratorios.
Las casas modernas enfrentan un desafío particular: puertas y ventanas herméticamente selladas pueden incrementar la exposición a contaminantes, al dificultar su dispersión.
Un estudio publicado en Nature, que evaluó viviendas en Guildford, resaltó los riesgos concretos y reveló que el encendido, la recarga y la limpieza de las estufas o chimeneas son puntos críticos para la emisión de partículas.
El monitoreo mostró que los niveles de hollín más dañinos aumentaban poco después de iniciarse el fuego, multiplicándose por doce en el caso de chimeneas abiertas y por tres en modelos de última generación.
La exposición depende también de factores como el tamaño de la habitación, la frecuencia con la que se abre la estufa y el tipo de combustible utilizado. Los riesgos no desaparecen con combustibles “ecológicos”.
Las concentraciones más altas se detectaron al utilizar briquetas de madera manufacturadas o materiales considerados “sin humo”, mientras que la leña secada al horno mostró menores emisiones.
Medidas sencillas para proteger la salud familiar
Reducir la exposición a partículas tóxicas no es una tarea compleja si se llevan a cabo ciertas medidas sugeridas por especialistas.
La recomendación recurrente entre investigadores consiste en minimizar el tiempo de uso de los sistemas de combustión, evitar mantener la estufa o el fuego encendidos durante largos periodos y abrir las ventanas periódicamente para ventilar el ambiente.
El uso exclusivo de leña curada o secada al horno, así como restringir la apertura de la puerta de la estufa al mínimo necesario, resultan determinantes en la reducción de contaminantes.
La importancia de mantener limpio el aire acondicionado
El aire acondicionado es un aliado indispensable durante los meses de calor, pero muchas veces se pasa por alto que su buen funcionamiento depende de la limpieza periódica.
Con el uso continuo, los filtros acumulan polvo, polen, células de piel y humedad que crean el ambiente ideal para la proliferación de bacterias, hongos y virus.
Si no se realiza un mantenimiento adecuado, el equipo puede convertirse en un difusor de contaminantes invisibles, afectando la calidad del aire interior y, con ella, la salud de quienes habitan el espacio.
Los problemas más frecuentes van desde alergias y crisis asmáticas hasta infecciones respiratorias y malos olores persistentes en el ambiente.
Además, un filtro sucio reduce la eficiencia del aparato: obliga al motor a trabajar más, consume más energía y acorta la vida útil del sistema. Por el contrario, una limpieza regular asegura que el electrodoméstico brinde un ambiente fresco y saludable.
El papel de los filtros HEPA en la purificación del aire
El uso de filtros de aire HEPA (High Efficiency Particulate Air) surge como una herramienta eficiente para disminuir la concentración de partículas en ambientes domésticos.
El especialista destacó a The Times que este tipo de filtración elimina la mayoría de partículas finas peligrosas, lo que puede tener efectos positivos para la salud cardiovascular.
Estudios citados por Porter sostienen que la instalación de filtros HEPA contribuye a mejorar el flujo sanguíneo, disminuir la inflamación del revestimiento arterial y reducir la presión sanguínea.
No sólo los adultos se benefician de estos filtros; los niños y personas con asma encuentran mejoras claras en la calidad del aire que respiran.
Las investigaciones realizadas en pacientes con asma moderada o leve y sensibilidad a alérgenos como polen, ácaros o caspa animal muestran que las unidades HEPA reducen síntomas como tos, dificultad respiratoria, congestión nasal y estornudos en pocos días.
Según The Times, estos resultados llevan a considerar el filtrado de aire como un apoyo eficaz, sin omitir el acompañamiento médico en tratamiento de enfermedades respiratorias.