La fama del yogur griego no es casualidad. Basta recorrer una góndola de supermercado u hojear redes sociales para notarlo: envases atractivos, recetas con frutas y semillas e influencers que lo ubican como aliado de la buena alimentación. Pero, detrás de esa imagen saludable, surgen interrogantes: ¿es tan saludable como parece?
Estudios científicos y especialistas aportan nuevos matices sobre sus propiedades, mitos y verdades, sus diferencias con el yogur tradicional y hasta aspectos clave antes de integrarlo a la dieta diaria.
Perfil nutricional e impacto en la dieta
El yogur griego se ha posicionado como uno de los alimentos estrella dentro de la dieta mediterránea y en las tendencias globales de alimentación. Su textura densa y cremosa, junto con su perfil nutricional, lo han convertido en una opción habitual para desayunos y meriendas. No obstante, su valoración como alternativa saludable depende de la variedad elegida, sus ingredientes y la forma de consumo, según The New York Times.
A diferencia del tradicional, el yogur griego se obtiene mediante un proceso en el que se cuela el suero, lo que lo hace más denso y concentrado en nutrientes. El colado intensifica el contenido de proteínas y disminuye el de calcio respecto al convencional, ya que parte de este mineral se pierde durante el proceso.
En el aspecto nutricional, el yogur griego destaca por su elevado aporte proteico: una porción de 150 gramos puede contener hasta 15,4 gramos de proteínas, más del doble que la misma cantidad de yogur tradicional, e incluye los nueve aminoácidos esenciales necesarios para el organismo, según datos de la base del USDA y reportes recientes en Frontiers in Nutrition.
La elevada cantidad de proteínas en el yogur griego favorece la conservación de masa muscular y promueve mayor sensación de saciedad, lo que lo convierte en una opción recomendada para quienes buscan mejorar su composición corporal y controlar la ingesta energética, según el estudio de Frontiers in Nutrition.
Probióticos, calcio y diferencias con el yogur tradicional
El yogur griego es también proveedor de probióticos, microorganismos que promueven la salud intestinal y el equilibrio de la microbiota. Elaine Siu, dietista del City of Hope Cancer Center en California, explicó a The New York Times que estas bacterias mejoran los procesos digestivos.
En cuanto a micronutrientes, una porción de 150 gramos sin grasa de yogur griego contiene un poco más de un microgramo de vitamina B12, casi la mitad del requerimiento diario para adultos, necesaria para la formación de glóbulos rojos y el funcionamiento adecuado del sistema nervioso.
Además, un envase de 200 gramos ofrece cerca de 230 miligramos de calcio, beneficiando la salud ósea y muscular. Sin embargo, el yogur tradicional puede ofrecer hasta un 60% más de calcio, como señaló la dietista Kelly Jones, debido a que el proceso de colado elimina parte de este mineral.
Especialistas de The New York Times, la British Heart Foundation y diversos estudios científicos coinciden en que el yogur griego puede ser parte de una alimentación equilibrada si se selecciona adecuadamente.
Grasa, formas de consumo y evidencia actual
Otro punto importante es el contenido de grasa. El mercado ofrece versiones enteras, bajas en grasa y desnatadas. Aunque la grasa de los lácteos es saturada, la British Heart Foundation afirmó que el consumo de lácteos puede asociarse con menor riesgo cardiovascular.
Para potenciar los beneficios del yogur griego, los expertos recomiendan revisar las etiquetas, seleccionar variedades naturales sin azúcar añadido y acompañarlas de alimentos ricos en fibra, como frutas, semillas o frutos secos. Además, el yogur griego se adapta a preparaciones saladas, funcionando como base para aderezos o salsas y ampliando su versatilidad.
Diversos estudios recientes y la British Heart Foundation, asociaron el consumo regular de yogur griego con la regulación del peso, la reducción de grasa abdominal y una mejoría en la microbiota intestinal.
Una investigación publicada en 2023 en Frontiers in Microbiology relacionó el consumo de yogur griego con menores niveles de colesterol y triglicéridos, lo que podría favorecer la prevención de enfermedades cardiovasculares. No obstante, advierten que estas correlaciones dependen del contexto general de la dieta y el estilo de vida.
¿Qué lugar merece el yogur griego en la dieta?
En definitiva, el yogur griego combina sabor, practicidad y una densidad nutricional que lo distinguen en el universo de los lácteos.
No existe una única receta para aprovechar sus beneficios, pero la recomendación de los especialistas es unánime: priorizar las versiones naturales, sin azúcares añadidos y con pocos ingredientes. Así, cada porción puede ser una aliada para la salud intestinal, muscular y metabólica.
La clave está en la elección consciente y en la integración del yogur griego dentro de una alimentación variada y equilibrada. Más allá de las tendencias, este lácteo puede ser mucho más que un alimento de moda: bien seleccionado, suma calidad y sabor a la rutina diaria sin perder de vista el bienestar.