Sentirse joven, conservar la vitalidad y sostener la energía con el paso de los años no siempre requiere de rutinas complejas ni tratamientos costosos: a menudo basta con incorporar el ejercicio como un hábito cotidiano.
Según Verywell Health, mantener el cuerpo en movimiento de manera regular se convierte en la estrategia más efectiva para ralentizar los signos del envejecimiento y potenciar un bienestar integral. Esta afirmación, avalada por especialistas en salud y por organismos internacionales, cobra cada vez mayor relevancia en un escenario social donde se busca no solo prolongar la esperanza de vida, sino también garantizar que esos años se vivan con autonomía, fortaleza y calidad.
Conservación de la movilidad y reducción de riesgos
El ejercicio es un pilar imprescindible para conservar la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio. Estas capacidades resultan esenciales para la movilidad en la vejez, ya que su pérdida incrementa el riesgo de caídas y lesiones, lo que habitualmente genera discapacidad en las personas mayores.
Harvard Health mencionó que mantenerse activo posibilita a los adultos cuidar de sí mismos y realizar sus actividades cotidianas o recreativas con seguridad y confianza.
La actividad física regular contribuye de manera importante al control del peso corporal y favorece la prevención de enfermedades metabólicas como la diabetes, la hipertensión arterial, los trastornos vasculares y las afecciones endocrinas.
Cleveland Clinic reportó que el ejercicio mejora el uso de calorías y la eficiencia metabólica, lo que permite gestionar mejor la energía y disminuye la probabilidad de ganar peso aunque la dieta sea contenida.
Beneficios para la salud mental y emocional
El impacto del ejercicio no solo es físico; también se refleja en el bienestar mental y emocional. Verywell health resalta que la actividad, estructurada o simplemente una caminata al aire libre, reduce los sentimientos de tristeza y ansiedad en adultos mayores.
Cuidar la salud mental es determinante, ya que influye en la calidad del sueño y los niveles diarios de energía. Además, un estado emocional estable reduce el riesgo de problemas cardíacos, digestivos e inflamatorios o autoinmunes.
Además, la Escuela de Medicina de Harvard ha publicado estudios que muestran cómo la actividad física regular protege el cerebro, ayuda a mantener la función cognitiva y reduce el riesgo de demencia en personas mayores. Estos resultados refuerzan la importancia del ejercicio para preservar la mente y el cuerpo.
En el plano cognitivo, la actividad física contribuye a conservar la agudeza mental. Las funciones cognitivas, incluyendo pensamiento, planificación, toma de decisiones y concentración, tienden a deteriorarse con la edad, lo que puede provocar demencia y una reducción significativa de la calidad de vida.
Recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han establecido pautas específicas para adultos de 65 años o más sobre cómo incorporar el ejercicio en la rutina diaria. Se recomienda realizar al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad vigorosa, o una combinación de ambas.
Además, se sugiere incluir ejercicios de fortalecimiento muscular al menos dos días por semana y actividades de equilibrio con regularidad.
La intensidad puede medirse fácilmente: la actividad moderada eleva la frecuencia cardíaca y la respiración, pero permite conversar; la vigorosa incrementa notablemente ambos aspectos y dificulta hablar en frases completas. Estas recomendaciones, recopiladas por verywell health, orientan el ejercicio a las capacidades individuales.
Opciones de actividad física para adultos mayores
Las alternativas de actividad física para adultos mayores son diversas. Entre las aeróbicas, figuran caminar al aire libre, en pista cubierta o en cinta, senderismo, natación, ejercicios acuáticos, uso de máquinas de remo o bicicletas estáticas, correr, trotar, saltar la cuerda y tareas domésticas o jardinería.
El fortalecimiento muscular puede lograrse con levantamiento de pesas, pilates, ejercicios isométricos y dominadas. Para el equilibrio se recomiendan yoga, tai chi y ejercicios de estiramiento, así como deportes como golf, pickleball, tenis o básquet.
Previo a introducir cualquier rutina de ejercicios —en especial si existen condiciones médicas preexistentes— es imprescindible consultar a un profesional de la salud para garantizar la seguridad y adecuación de las actividades propuestas.
La información presentada por verywell health y respaldada por instituciones como Harvard demuestra que nunca es tarde para sumar la actividad física a la vida diaria. Incluso ante problemas de salud previos, mantenerse activo es una opción posible y beneficiosa para quienes desean mejorar su bienestar en cualquier etapa de la vida.