Expertos recomiendan siete hábitos para estabilizar la glucosa y mejorar la salud diaria

Sentir cansancio a mitad del día o experimentar temblores o ansiedad de manera inesperada puede estar vinculado a fluctuaciones en los niveles de azúcar en sangre. Esta situación común, según EatingWell, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Asociación Americana de la Diabetes; se puede prevenir adoptando cambios sencillos en la alimentación y el estilo de vida.

Mantener la glucosa estable no solo contribuye a una mejor salud general, sino que también mejora la energía y ayuda a controlar los antojos.

La glucosa, conocida como azúcar en sangre, es la principal fuente de energía del cuerpo. Al consumir alimentos, los carbohidratos se transforman en esta sustancia, que se libera al torrente sanguíneo para nutrir las células. Este proceso resulta esencial para el funcionamiento óptimo de todos los sistemas corporales.

Conservar estables los niveles de glucosa ayuda a prevenir fatiga, controlar el apetito y reducir el riesgo de enfermedades metabólicas
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Los problemas surgen cuando los niveles de azúcar en sangre se desestabilizan. Un exceso crónico de glucosa incrementa el riesgo de resistencia a la insulina, prediabetes y diabetes, mientras que una disminución repentina, conocida como hipoglucemia, provoca síntomas como mareos, confusión y debilidad, afectando la capacidad para realizar actividades cotidianas.

Siete estrategias para un control eficaz de la glucosa

Para evitar estos altibajos, expertos citados en EatingWell y entidades especializadas recomiendan hábitos alimenticios y de hidratación orientados a mantener la estabilidad glucémica.

El primer paso es mantener comidas regulares. Saltarse comidas incrementa el riesgo de bajadas de azúcar, que se manifiestan con fatiga, temblores o irritabilidad.

Pequeños cambios en la alimentación y la hidratación ayudan a prevenir fluctuaciones de azúcar en sangre (Freepik)

Otro punto fundamental es aumentar el consumo de fibra soluble, presente en alimentos como avena, frijoles y linaza. Este tipo de fibra forma un gel al disolverse en agua, ralentizando la digestión y la absorción de carbohidratos, lo que permite una liberación gradual de glucosa en el organismo.

La elección de carbohidratos también influye de forma determinante. Los carbohidratos refinados, como pan blanco, arroz blanco y bebidas azucaradas, provocan picos rápidos de glucosa, sobre todo si se consumen solos.

Se recomienda, en cambio, priorizar carbohidratos complejos y mínimamente procesados, entre ellos pan integral, cereales sin azúcar, avena, quinoa, arroz integral, y lentejas. Resulta útil que la mitad de los granos consumidos sean integrales, debido a su mayor contenido de fibra y su efecto más gradual sobre el azúcar en sangre.

La inclusión de proteínas en cada comida ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre (Imagen ilustrativa Infobae)

Sumar proteínas a cada comida también representa una estrategia eficaz. Mientras los carbohidratos se digieren rápidamente, las proteínas se procesan con mayor lentitud, ayudando a evitar ascensos bruscos del azúcar. Según la Asociación Americana de la Diabetes, es recomendable optar por fuentes magras de proteínas como frijoles, edamame, tofu, pescado, aves sin piel, huevos y lácteos bajos en grasa.

La hidratación adecuada cumple un rol fundamental en el manejo de la glucemia. Como destaca EatingWell, el agua permite que los riñones eliminen el exceso de azúcar a través de la orina. La deshidratación puede hacer que la glucosa se concentre en la sangre, elevando sus niveles.

Los signos de deshidratación incluyen mareos, fatiga, sed intensa y orina oscura o poco frecuente. Para quienes olvidan beber agua, se recomienda establecer recordatorios y programar pausas para mantenerse hidratados.

Tomar agua ayuda a los riñones a eliminar el exceso de glucosa y evita que se concentre en la sangre.
(Imagen Ilustrativa Infobae)

En cuanto al alcohol, se advierte que puede tener efectos imprevisibles sobre el azúcar en sangre. Puede producir caídas peligrosas si se consume con el estómago vacío, ya que altera la capacidad del hígado para liberar glucosa, y las bebidas alcohólicas azucaradas pueden causar subidas rápidas.

Estudios indican que incluso cantidades pequeñas de alcohol de manera frecuente aumentan el riesgo de resistencia a la insulina. Para quienes tienen tendencia a fluctuaciones glucémicas, las alternativas sin alcohol o bajas en azúcar resultan opciones más seguras.

Opciones de dulces saludables para un mejor control glucémico

Mantener bajo el consumo de azúcar añadido también es esencial, ya que el consumo excesivo, especialmente cuando no se acompaña de fibra, proteínas ni grasas saludables, genera picos y descensos rápidos de glucosa, provocando fatiga y sensación de hambre.

El consumo de golosinas puede desestabilizar los niveles de glucosa en sangre (Imagen Ilustrativa Infobae)

A largo plazo, esta inestabilidad dificulta la regulación del azúcar y aumenta el riesgo de resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. Por ello, evitar dulces, golosinas, pasteles y bebidas azucaradas se considera una de las mejores estrategias para la estabilidad glucémica.

Para quienes desean satisfacer el antojo de algo dulce sin poner en riesgo sus niveles de azúcar, EatingWell propone alternativas como fruta fresca, brochetas de fruta congelada y, para quienes buscan variedad, plátanos o fresas con chocolate. Estas opciones son sabrosas y ayudan a cuidar el control glucémico.

Seguir estas recomendaciones contribuye a mantener la energía durante el día, reducir los altibajos en el azúcar en sangre y favorecer la prevención de enfermedades relacionadas con la glucosa, como la diabetes.