La relación entre la juventud física y la longevidad tiene nuevos protagonistas: los microbios del intestino.
Un grupo de científicos de Corea del Sur descubrió que ciertos microorganismos ayudan a conservar la fuerza muscular e influyen sobre la longevidad.
La investigación fue publicada en la revista Scientific Reports. Observaron que los animales que recibieron bacterias específicas no solo mantuvieron la potencia muscular, sino que también mostraron menor deterioro con el paso del tiempo.
Aunque se trata de un trabajo en animales, los resultados mostrarían cómo los hábitos y la salud digestiva pueden impactar la vida y el bienestar en la edad avanzada.
Los responsables del estudio son científicos del Instituto de Ciencia Básica de Corea y la Facultad Médica de la Universidad Nacional Jeonbuk.
“No solo observamos efectos sobre los músculos, sino que las bacterias modificaron la capacidad de los animales para envejecer de manera más saludable”, señalaron los investigadores.
Consultado por Infobae, Esteban González Ballerga, jefe de la división de gastroenterología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, comentó: “A medida que los humanos envejecemos, la fuerza y la masa muscular disminuyen progresivamente. Es un fenómeno conocido como sarcopenia, que afecta la movilidad y la calidad de vida”.
El estudio realizado en Corea del Sur “demostró cómo los microorganismos que habitan el intestino pueden influir en la fuerza muscular y ofrece nuevas pistas para prevenir la fragilidad en la vejez”, subrayó.
Qué es la microbiota y para qué sirve
La microbiota es una comunidad formada por billones de microorganismos diminutos que viven en el intestino de todas las personas. Está compuesta por bacterias, virus, hongos y parásitos que colaboran para que el cuerpo funcione bien todos los días.
Estos microbios procesan los alimentos, producen algunas vitaminas y defienden al organismo frente a patógenos peligrosos.
Facilitan la digestión, mejoran el sistema inmune y ayudan a mantener el equilibrio dentro del tracto digestivo.
El equilibrio entre las distintas especies de la microbiota resulta fundamental. Ya trabajos anteriores han demostrado que la alimentación, la edad, el estilo de vida y el uso de antibióticos pueden alterarlas.
Cuando esta comunidad de microorganismos pierde su equilibrio, puede aparecer una “disbiosis”. Esto significa que algunos microbios crecen más de lo normal o que faltan otros necesarios.
Las consecuencias pueden incluir digestión deficiente, inflamación, mayor riesgo de enfermedades crónicas y un envejecimiento más rápido.
El experimento con trasplantes
Antes de empezar, los investigadores se preguntaron si los microbios intestinales podían aumentar la fuerza muscular y, a la vez, influir en el envejecimiento.
Para averiguarlo, utilizaron ratones sin microbiota intestinal propia. Tras eliminar los microbios de los animales con antibióticos, trasplantaron bacterias de personas mayores que tenían distintos niveles de fuerza muscular.
Luego, analizaron cómo cambiaba la fuerza de los ratones en diferentes pruebas físicas.
En paralelo, los científicos observaron la composición intestinal de cada animal para identificar las bacterias responsables de los mejores resultados en potencia muscular.
Detectaron que dos especies, Lactobacillus johnsonii y Limosilactobacillus reuteri, lideraron la mejora de fuerza. Les administraron esas bacterias por separado y juntas a un grupo de ratones mayores. Evaluaron también sus músculos y su salud metabólica.
“El tratamiento con ambas especies resultó clave para el aumento de masa y potencia muscular”, escribieron. Todos los animales recibieron la misma dieta y condiciones, para asegurar que las diferencias dependieran solamente del microbioma.
Qué pasó cuando cambiaron la microbiota en los ratones
El grupo que recibió Lactobacillus johnsonii y Limosilactobacillus reuteri mostró una mayor fuerza y mejores resultados en coordinación en comparación con el grupo control. “El aumento en la fuerza muscular fue marcado al administrar las dos especies”, detallaron.
El beneficio en los músculos se acompañó de una mayor expresión de follistatina (FST) e IGF-1, que son dos genes que promueven el crecimiento y la vitalidad muscular.
Los investigadores examinaron los músculos y encontraron mayor tamaño de las fibras y menos daño estructural.
Los ratones tratados también presentaron una mejora en el perfil metabólico: tenían niveles más bajos de triglicéridos y colesterol.
Igualmente, los científicos manifestaron dudas sobre la aplicación directa de la intervención en personas, porque los ensayos se realizaron solamente en animales.
Consideraron que se debería estudiar más los mecanismos implicados antes de hacer predicciones sobre los seres humanos. “La extrapolación a la fisiología humana es limitada”, reconocieron.
La doctora Silvia Sookoian, investigadora superior del Conicet, médica hepatóloga y decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Maimónides en Buenos Aires, explicó a Infobae: “Cada día la comunidad científica descubre más complejos y variados efectos de la relación entre la microbiota y las funciones vitales de todos los órganos y sistemas del cuerpo humano”.
Sookoian destacó: “Los hallazgos están relacionados con la convivencia entre dos sistemas: el huésped humano y la colección de bacterias, hongos o virus de la microbiota”.
Añadió que “la microbiota no es inerte sino todo lo contrario. Fabrica sustancias o productos bioactivos, generalmente metabolitos que terminan impactando en las funciones biológicas humanas”.
Respecto del nuevo estudio realizado en Corea del Sur, Sookoian señaló: “La presencia de dos bacterias parecería asociarse con un efecto realmente interesante: el aumento de la masa y fuerza muscular. Ese efecto está ligado al incremento en la producción de colágeno y otras proteínas claves de la fisiología del músculo. Si se confirman los resultados en humanos, el potencial es muy atractivo ya que la sarcopenia, una condición muy asociada al envejecimiento biológico, podría ser aliviada y hasta prevenida con el uso de probióticos”.
Por su parte, el médico González Ballerga consideró que “es importante destacar que, hasta el momento, la evidencia proviene de modelos animales. Por lo cual, no permite recomendar las intervenciones directamente a la población”.
Sin embargo -resaltó- “el estudio consolida la idea del eje intestino-músculo. Esto significa un diálogo activo entre intestino y músculo con implicancias directas en movilidad, metabolismo y calidad de vida”.
En el futuro, “las bacterias L. johnsonii y L. reuteri podrían utilizarse para prevenir la sarcopenia y favorecer la fuerza muscular, pero primero será necesario validar estos efectos en estudios clínicos en humanos y profundizar en los mecanismos biológicos que explican sus beneficios».
Mientras tanto, “lo más efectivo y seguro sigue siendo cuidar tanto al músculo como a la microbiota con hábitos sólidos: ejercicio regular de fuerza, una dieta variada rica en fibras, frutas, verduras y alimentos fermentados, y evitar el uso innecesario de antibióticos”, aconsejó el experto.