Eliana Guercio relató que su experiencia actual fue muy distinta a una realizada hace una década. Advirtió sobre los peligros de acudir a centros sin certificación y la necesidad de consultar a médicos especializados antes de someterse a tratamientos estéticos con tecnología láser

Eliana Guercio contó que sufrió complicaciones luego de someterse a un tratamiento estético con láser CO2 en un centro sin certificación profesional. La exvedette advirtió sobre los riesgos de acudir a lugares no habilitados y remarcó la importancia de consultar a especialistas antes de realizar este tipo de procedimientos.

Explicó que optó por repetir el tratamiento debido a una experiencia positiva una década atrás: “Quizás esta vez lo tomé con demasiada liviandad, porque hace diez años me había ido muy bien”, reconoció a Telefé.

Su testimonio puso el foco en la seguridad de los procedimientos estéticos y la importancia de la certificación médica. En su mensaje, Guercio insistió en la necesidad de consultar siempre a profesionales habilitados antes de someterse a cualquier intervención de este tipo.

Funcionamiento y aplicaciones del láser CO₂ en tratamientos estéticos

Un uso inadecuado de la energía o múltiples pasadas del láser CO2 en la misma zona puede provocar la superposición de zonas de necrosis y aumentar el riesgo de quemaduras, una complicación evitable con experiencia profesional y parámetros adecuados (Imagen Ilustrativa Infobae)

En diálogo con Infobae, la dermatóloga Agustina Vila Echagüe (MN 96999), del Grupo Láser de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), explicó: “Lo que Eliana Guercio refiere que le pasó es algo normal del postratamiento de un CO2. Y, de hecho, se agregan más cosas a eso, pero eso es algo normal, porque parece como una mala praxis y la realidad es que ese es un post normal, por lo que estaba describiendo».

“No es un dispositivo cosmético de uso común para cualquiera -dijo Vila Echagüe-. Es un dispositivo que tiene que usar un médico formado con experiencia en el uso de láser de CO₂ y con acreditaciones desde, en este caso, la Sociedad Argentina de Dermatología. No es algo para que lo haga cualquiera, no es algo para que lo hagan sin pensar y realmente es un láser que tiene consecuencias que puede hasta dejar cicatrices si está mal hecho”.

“Las hiperpigmentaciones e hipopigmentaciones tardan mucho en resolverse. Pueden tardar entre seis meses a un año, dependiendo de cómo se resuelvan. Por eso la SAD dice que esto es un tratamiento médico, no cosmético y que debe hacerse con el profesional adecuado. Y el láser adecuado es importante, porque hay láseres que no son buenos. Hay láseres que quizás mandan la energía en forma continua o en forma homogénea y hay picos de más o menos intensidad que pueden hacer que el paciente se queme o que tenga esos rasguños de gato que eran más famosos en otras épocas”, siguió la experta.

Y añadió: “La elección del paciente tiene que ver, primero, con el fototipo del paciente, el color de la piel. El color de la piel, si es un color muy oscuro, el láser de CO2 está contraindicado o se utiliza, según el criterio médico, con parámetros más suaves”.

“Los factores a tener en cuenta cuando uno hace un láser de CO2, obviamente, es que el paciente se queme. ¿Cómo se puede quemar? Quizás porque utilizamos mucha energía en el láser o porque hacemos varias pasadas por un lugar que ya pasamos. Entonces, esos canales o microcanales de necrosis que forma el láser se superponen, dejando áreas en las que se puede quemar», repasó Vila Echagüe.

La historia y perfeccionamiento del láser CO2 muestran que el avance de la tecnología exige un control estricto de parámetros, la adecuada selección de pacientes y protocolos de seguimiento detallados, aspectos que sólo pueden garantizarse en ámbitos profesionales habilitados (Imagen Ilustrativa Infobae)

“Como parte de las consecuencias —pero eso le puede pasar a cualquiera— están las lesiones de hipo e hiperpigmentación, las infecciones cutáneas que tienen que ver con no hacer una buena anamnesis clínica previa del paciente y no evaluar si, por ejemplo, tiene o puede hacer un herpes. Otras son edema severo e infecciones cutáneas por mala limpieza del CO2, y también pueden tener ampollas que dejan cicatrices».

Para la dermatóloga, “una consecuencia común de un operador que no sea médico, o de alguien que no sepa usar bien un láser CO2, es que muchas veces, usando el láser, deja líneas que se llaman rasguño de gato, lo cual tiene que ver con la forma en que están utilizando el láser. Esto está relacionado con la falta de conocimiento y experiencia en el uso de láser de CO2. Quedan como si fueran pequeños rasguñados de gato, que, obviamente, después se van, pero que no es agradable para el paciente”.

A través de su Grupo de Láser, Tecnología y Energía, la SAD emitió un comunicado en el que enfatizó que el láser de dióxido de carbono es un procedimiento médico que debe ser indicado y realizado exclusivamente por profesionales capacitados y certificados. La SAD señaló que los síntomas posprocedimiento, como enrojecimiento, inflamación y formación de costras, son normales en el proceso de reparación cutánea, pero la diferencia clave radica en la información, el consentimiento y el acompañamiento que solo un especialista puede brindar.

El organismo advirtió que los riesgos existen y pueden agravarse si no se siguen los protocolos adecuados y si el procedimiento no es realizado por un médico con experiencia. Además, la SAD destacó el rol del dermatólogo en la evaluación, selección de parámetros, información al paciente y seguimiento durante todo el tratamiento.

La Sociedad Argentina de Dermatología recalca que el procedimiento con láser CO2 no es cosmético sino médico, por lo que la información, el consentimiento informado y el acompañamiento por un dermatólogo capacitado son claves para la seguridad del paciente (Imagen ilustrativa Infobae)

Por su parte, la dermatóloga María Eugenia Montanelli (M.N. 156817) explicó que el láser de dióxido de carbono (CO₂) “es considerado uno de los tratamientos más eficaces para la renovación cutánea. Se trata de una tecnología que emite un haz de luz con una longitud de onda de 10.600 nm, que es absorbida de manera selectiva por el agua de los tejidos. Al hacerlo, produce una vaporización controlada de las capas más superficiales de la piel y microlesiones en profundidad que estimulan la producción de colágeno y elastina”.

“Existen dos modalidades principales: el láser CO₂ ablativo tradicional, más agresivo y con tiempos de recuperación prolongados, y el láser CO₂ fraccionado, que distribuye la energía en microcolumnas dejando áreas de piel sana intercaladas. Este último permite una recuperación más rápida y segura, aunque aún con riesgos y la necesidad de cuidados rigurosos”, precisó Montanelli.

Al tiempo que amplió: “Los usos más frecuentes incluyen el tratamiento de arrugas finas y profundas, cicatrices (especialmente de acné), manchas, flacidez cutánea y signos de fotoenvejecimiento. Los resultados, cuando el procedimiento está bien indicado y acompañado, suelen ser notables: una piel más uniforme, tensa y luminosa. Sin embargo, también hay efectos secundarios esperables: enrojecimiento, edema, sensación de ardor y descamación durante los primeros días. Las complicaciones pueden ir desde infecciones hasta cambios en la pigmentación (hiper o hipopigmentación), y en casos menos frecuentes, cicatrices”.

La importancia de la evaluación personalizada radica en que el láser CO2 está contraindicado para ciertos fototipos de piel, especialmente en tonos muy oscuros, donde el criterio médico es fundamental para evitar quemaduras o lesiones permanentes (Imagen Ilustrativa Infobae)

La historia del laser CO2

Desde una perspectiva histórica y tecnológica, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) divulgaron un estudio que postuló: “El tratamiento con láser de dióxido de carbono es un método eficaz para aliviar el fotoenvejecimiento y las cicatrices leves, así como para eliminar lesiones cutáneas aisladas. Los láseres de dióxido de carbono (CO₂) se han utilizado desde la década de 1960; inicialmente, se utilizaban principalmente para el corte y la destrucción de tejido, empleando un modo de onda continua que realiza la ablación del tejido”.

“Esta modalidad se empleó en una amplia gama de aplicaciones clínicas, como el tratamiento de la neoplasia intraepitelial cervical y la blefaroplastia del párpado superior. En la década de 1990, la tecnología láser de CO₂ evolucionó, dando lugar a láseres de CO₂ pulsados de alta energía que realizan la ablación de tejido a una profundidad más superficial, a la vez que minimizan la lesión térmica en los tejidos más profundos. Estos láseres de CO₂ pulsados de alta energía son particularmente útiles para aplicaciones menos agresivas, como el rejuvenecimiento cutáneo”, divulgaron desde los NIH.

Según este trabajo, para avanzar aún más en el estado de la técnica, en 2004 se introdujeron los sistemas de administración de láser de CO2 fraccionado. El tratamiento fraccionado consiste en dividir el haz láser en un gran número de microhaces, lo que crea columnas de ablación a través de la piel rodeada de tejido normal y sin daños.

El rejuvenecimiento láser consiste en aplicar energía de una determinada longitud de onda sobre la piel para eliminar sus capas superficiales. Esta técnica puede realizarse de forma total, abarcando toda la zona tratada, o bien de manera fraccional, en la que solo se eliminan pequeñas zonas, dejando intactas las áreas cercanas, habitualmente en un patrón alterno de regiones tratadas y no tratadas separadas por espacios mínimos, de acuerdo con lo citado por los NIH.