El fenómeno de soñar ha intrigado a la humanidad desde tiempos remotos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Noche tras noche, millones de personas atraviesan universos oníricos tan sorprendentes como efímeros. Al despertar, algunos recuerdan escenas tan nítidas que podrían haber salido de una película; otros, en cambio, solo encuentran un vacío difícil de explicar. ¿Por qué algunos sueños acompañan durante el día y otros se desvanecen en segundos? ¿Qué sentido tienen esas imágenes extrañas que cruzan la mente cuando dormimos? Desde el nacimiento del psicoanálisis hasta los últimos avances en neurociencias, el estudio de los sueños ha fascinado por igual a médicos, psicólogos y curiosos.

A comienzos del siglo XX, Sigmund Freud instaló la idea de que en los sueños se despliega una parte oculta de la vida mental. Sus teorías nutrieron una tradición que sigue vigente hoy en los consultorios de psicoanálisis y psiquiatría. Pero la ciencia no se quedó al margen: con el tiempo, las investigaciones sobre el cerebro, el sueño REM y la memoria profundizaron el misterio, aportando nuevas preguntas sobre el arte de soñar y el difícil arte de recordar.

La creencia de que existen personas que no sueñan queda descartada desde la ciencia, según explicó a Infobae el psicoanalista y médico Gabriel Lombardi, investigador de la UBA desde la Facultad de Psicología: “Lo más frecuente es que no se recuerde haber soñado, que es totalmente otra cosa”.

Lombardi remarca que la evidencia neurofisiológica demuestra que “durante el dormir hay fases que se caracterizan por los movimientos oculares rápidos (REM), que coinciden con los lapsos en que los humanos soñamos. Los neurólogos han mostrado que si durante esas fases se despierta al durmiente deliberadamente, en general no puede evitar advertir que estaba soñando”.

Las fases del sueño determinan la intensidad y el recuerdo de los sueños (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los sueños y el inconsciente, según Freud

Cuando hablamos de sueños, el psicoanálisis ocupa un lugar central. La doctora Alejandra Gómez, psicoanalista y psiquiatra, describe a Infobae el enfoque freudiano: “El psicoanálisis es una teoría creada por Sigmund Freud (Austria 1856-1939) sobre el funcionamiento del psiquismo, un método de investigación que evidencia, fundamentalmente el papel de lo inconsciente en la significación de las palabras, síntomas, actos de una persona, como así también sus sueños, fantasías, delirios”.

Desde la perspectiva clínica, Gómez enfatiza que el soñar sigue siendo considerado una herramienta fundamental para explorar deseos, conflictos y experiencias reprimidas. Para esta tradición, los sueños no surgen porque sí; a través de ellos, se expresan necesidades y conflictos que permanecen ocultos durante el día.

Freud consideró durante décadas al sueño como “el guardián del dormir”, una vía para proteger el descanso satisfaciendo simbólicamente deseos inconscientes. Gómez cita un episodio clave: “El sueño de la inyección de Irma”, soñado por el propio Freud en julio de 1895, se convirtió en el punto de partida de su libro “La interpretación de los sueños”, donde afirma que “los sueños y la interpretación de los mismos son una vía regia para acceder al inconsciente”.

Factores biológicos y emocionales intervienen en la capacidad de evocar recuerdos oníricos (Imagen Ilustrativa Infobae)

La psicoanalista de APA agrega que poder analizar el sentido inconsciente de los sueños permite la emergencia simbólica y la elaboración de deseos y conflictos reprimidos, así como su resolución a través del trabajo analítico

El lenguaje simbólico y la interpretación

Cada relato onírico tiene dos caras: el contenido manifiesto —la historia o las imágenes que el soñante recuerda— y un contenido latente más difícil de captar, vinculado a deseos, conflictos y ansiedades reprimidas. Gómez lo sintetiza así: “Un contenido latente que es el significado que se devela en el análisis, expresión de deseos, situaciones conflictivas u ansiedades ocultas”.

Para acceder a este nivel, el psicoanálisis postula mecanismos como la condensación y el desplazamiento, que distorsionan y enmascaran los verdaderos motivos del sueño.

En la consulta, el paciente asocia libremente sus sueños con otros recuerdos, mientras el analista emplea la “atención flotante” para acompañar el proceso y “ayuda a develar el sentido oculto de ese sueño, siempre singular”. El análisis de los sueños hace posible —según Gómez— “la emergencia simbólica de deseos y conflictos reprimidos y su elaboración a través de la interpretación”, permitiendo un mayor conocimiento del mundo interno.

Dormir en un entorno adecuado favorece la calidad del descanso (Imagen Ilustrativa Infobae)

Soñar mucho, poco o nada

El psiquiatra Diego López de Gomara subraya a Infobae que el foco no debe estar solo en la cantidad de sueños, sino en el rol subjetivo: “Más que la cantidad de sueños te diría que lo importante es el lugar que ocupan en la vida de cada persona”.

No soñar, o no recordar los sueños, puede reflejar “momentos de bloqueo psíquico, depresión y sobre todo a no querer exponerse a lo que el sueño podría revelar; se trataría de una especie de pacto con la realidad que empobrece la vida”. Por el contrario, soñar mucho puede indicar “un trabajo intenso del inconsciente para procesar tensiones, pero también llenarse de imágenes es una forma de evitar un real que nos acecha”.

Para López de Gomara, quienes sueñan y se detienen a pensarlos suelen tener una vida interior más rica. El especialista aclara que un sueño no elaborado tiende a encontrar otra vía para manifestarse en la realidad, y no siempre de la forma más conveniente.

El valor de detenerse en este material radica, para López de Gomara, en que “no desestimarlos ya es mucho. Son el oro secreto de nuestra vida psíquica”.

El sueño REM muestra una intensa actividad cerebral y suele estar vinculado a imágenes oníricas vívidas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Por qué olvidamos los sueños: la visión de Harvard y la investigación científica

El misterio de olvidar lo soñado ha capturado la atención de la ciencia moderna. Desde la Harvard Medical School, los investigadores explican que recordar o no los sueños depende de factores biológicos y del modo en que atravesamos las etapas del sueño.

Robert Stickgold, director del Center for Sleep and Cognition en el Beth Israel Deaconess Medical Center, indica: “No se trata tanto de recordar, sino de despertar en el momento adecuado”. Según el especialista, el recuerdo se facilita cuando la persona se despierta durante o al final de la fase REM (movimiento ocular rápido), una etapa en la que el cerebro está especialmente activo.

El contenido de los sueños puede relacionarse con eventos, emociones o preocupaciones del día (Imagen Ilustrativa Infobae)

Durante la fase REM, se producen sueños especialmente vívidos. Stickgold señala que el recuerdo onírico requiere un despertar lento, con poco movimiento y sin distracciones externas.

“Cuando te despiertas por primera vez, no te levantes ni desvíes tu atención de otra cosa que no sea tu sueño”, explica Deirdre Barrett, profesora adscripta de psicología en Harvard. Incluso si parece que no hay nada que recordar, agrega: “Un sueño completo puede volver de repente si solo tomas un minuto para registrar cualquier imagen o sensación al despertar”.

Desde Harvard subrayan también que quienes recuerdan muchos sueños suelen despertarse más veces durante la noche y muestran mayor reactividad cerebral ante estímulos sensoriales –como el propio nombre– mientras duermen y al estar despiertos. A la vez, la memoria de los sueños resulta extremadamente fugaz y depende de los mecanismos cerebrales de transferencia de la información; las áreas de memoria a corto plazo permiten recordarlos apenas unos segundos si no se ponen en palabras o se reactivan intencionalmente.