La hipertensión arterial afecta a millones de personas y hasta un 30% de los casos de presión sistólica pasan desapercibidos por mediciones inexactas (Freepik)

La hipertensión arterial (HTA) sigue siendo uno de los mayores desafíos de salud pública en el mundo, y la Argentina no es la excepción. Estudios recientes señalan que hasta un 40% de los adultos en el país padecen presión arterial elevada, y alarmantemente, aproximadamente la mitad de ellos desconoce su condición.

Entre los que reciben tratamiento, solo una minoría logra mantener los valores de presión dentro de los rangos saludables. Esta situación revela una falla significativa en la detección, diagnóstico y control de la hipertensión, una enfermedad que actúa de manera silenciosa, pero que provoca daños severos en órganos vitales como el corazón, el cerebro y los riñones.

La HTA se caracteriza por la presencia de valores de presión persistentemente mayores a 140 de máxima y/o 90 de mínima (lo que habitualmente conocemos como 14/9).

El método auscultatorio, el más utilizado para medir la presión, sobreestima la diastólica y subestima la sistólica según expertos de Cambridge (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cuando los registros están por encima de estos niveles la mayor parte del tiempo, se considera al paciente hipertenso independientemente de que los supere por mucho o por poco. La enfermedad puede desarrollarse en cualquier etapa de la vida, incluso en la infancia, pero la prevalencia aumenta con la edad. A tal punto que a partir de los 65 años llega al 70%.

El método más utilizado para medir la presión arterial es el llamado auscultatorio, basado en un manguito inflable que interrumpe momentáneamente el flujo sanguíneo del brazo mientras el profesional escucha los sonidos que indican la presión sistólica y diastólica. Sin embargo, investigaciones del Departamento de Ingeniería de Cambridge demostraron que este método subestima de manera sistemática la presión sistólica, mientras que sobreestima la diastólica.

“El método auscultatorio es el método de referencia, pero sobreestima la presión diastólica, mientras que la sistólica se subestima”, explicó la doctora Kate Bassil, quien desarrolló un modelo que permitió comprender mejor la mecánica de estas lecturas. Según Bassil, “actualmente no estamos ajustando este error al diagnosticar o prescribir tratamientos, que se estima que provoca que hasta un 30% de los casos de hipertensión sistólica pasen desapercibidos”.

Hasta un 40% de los adultos en Argentina padece hipertensión arterial, pero la mitad desconoce su condición (Imagen Ilustrativa Infobae)

El impacto clínico de esta subestimación es profundo. La presión arterial elevada, si no se detecta a tiempo, puede desencadenar infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y daño en múltiples órganos, conocidos como órganos blancos de la hipertensión.

El cardiólogo Pablo Rodríguez, jefe de la Clínica de Hipertensión Arterial del ICBA, afirmó en una nota reciente: “Se trata de una enfermedad que genera daño en múltiples órganos a los que llamamos órganos blancos de la hipertensión. Estos son el sistema vascular y el corazón, el sistema nervioso central, fundamentalmente a nivel cerebral; y el riñón. Y en las arterias en sí mismas, de allí su nombre”.

En Argentina, la falta de hábitos de control contribuye a que la hipertensión pase inadvertida. Tomarse la presión arterial es un procedimiento sencillo y rápido que se puede realizar en la consulta médica, en farmacias o en casa con equipos validados. Sin embargo, la práctica no es habitual, y muchos pacientes desconocen los números que marcan la presión sistólica y diastólica.

Según los datos de la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, (2019) la prevalencia real podría acercarse al 50% si se mide la presión de manera directa, lo que indica que uno de cada dos adultos podría ser hipertenso.

Hasta la mitad de los adultos con hipertensión en Argentina desconoce que padece la enfermedad y solo una minoría mantiene valores saludables
( EFE/Alex Cruz/Archivo)

Nuevas perspectivas en la medición de la presión arterial

El descubrimiento de Cambridge sugiere que no siempre se necesitan nuevos dispositivos para mejorar la exactitud de las mediciones. “Quizás ni siquiera necesitemos dispositivos nuevos; basta con cambiar la forma de realizar la medición para que sea más precisa”, afirmó el profesor Anurag Agarwal. Entre las recomendaciones propuestas se encuentra elevar el brazo antes de la medición. Este ajuste sencillo en el protocolo de medición puede aumentar significativamente la detección correcta de hipertensión sistólica y reducir riesgos para los pacientes.

Los investigadores también anticipan que futuros dispositivos podrían incorporar información adicional del paciente, como edad, índice de masa corporal o características del tejido, para ajustar de manera personalizada los valores medidos. Esto podría representar un avance considerable, ya que cada persona posee diferencias fisiológicas que afectan la presión arterial, y un enfoque individualizado permitiría tratamientos más efectivos y precisos.

El hallazgo enfatiza que la subestimación no es un fenómeno menor. Se calcula que un retraso en el diagnóstico puede afectar a millones de personas, dejando pasar oportunidades de intervención temprana. La investigación fue respaldada por el Consejo de Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas del Reino Unido (EPSRC), lo que facilitó la construcción de modelos más realistas que replican fielmente las condiciones del brazo humano durante la medición.

El control regular y preciso de la presión arterial es clave para prevenir complicaciones graves y mejorar la salud pública (Imagen Ilustrativa Infobae)

El descubrimiento también abre la puerta a ensayos clínicos que validen estos hallazgos en diversas poblaciones y permitan implementar cambios en la práctica médica. La colaboración entre ingenieros y profesionales de la salud será esencial para perfeccionar los protocolos y asegurar que los beneficios de esta investigación lleguen a los pacientes.

La hipertensión, además de ser un factor de riesgo cardiovascular, se asocia frecuentemente con otras comorbilidades, como diabetes, obesidad y colesterol elevado.

Según Rodríguez, “la presencia de hipertensión ensombrece el pronóstico cuando se dan estas comorbilidades. Un paciente diabético hipertenso tiene mucho más riesgo que si fuese solo diabético o solo hipertenso. La diabetes y la hipertensión arterial son como una asociación ilícita. Algo similar sucede con la obesidad o la hipercolesterolemia”. Sin embargo, esta interacción también ofrece oportunidades: pacientes con obesidad que logran reducir su peso pueden normalizar su presión arterial, y procedimientos metabólicos o bariátricos han mostrado resultados positivos en algunos casos.

Futuros dispositivos podrían personalizar las lecturas de presión arterial incorporando edad, índice de masa corporal y características del tejido (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una enfermedad silenciosa que requiere atención

Los factores que contribuyen a la subestimación son múltiples. La técnica de medición incorrecta, el tamaño inadecuado del manguito y ciertas condiciones médicas pueden alterar significativamente la lectura de la presión arterial.

Incluso el uso de tensiómetros defectuosos o descalibrados genera resultados imprecisos. Por ello, los especialistas recomiendan aprender la técnica correcta, considerar la automonitorización y consultar con profesionales de la salud ante cualquier duda.

El desconocimiento de la hipertensión constituye una oportunidad perdida para prevenir daños graves. El control regular de la presión arterial permite detectar la enfermedad a tiempo, ajustar tratamientos y disminuir riesgos de complicaciones a largo plazo. La subestimación sistólica, explicada ahora por Cambridge, enfatiza la necesidad de revisar protocolos y asegurar que los pacientes reciban diagnósticos exactos.

Identificar y corregir estas deficiencias no siempre requiere tecnología sofisticada, sino un entendimiento más profundo de la mecánica de la presión arterial y una aplicación consciente de los procedimientos clínicos. La innovación no solo está en nuevos dispositivos, sino en el uso más inteligente y preciso de los existentes.

La hipertensión se asocia con otras enfermedades como diabetes, obesidad y colesterol elevado aumentando el riesgo cardiovascular y renal. Por eso mantenerse activo es clave (Credito: Freepik)

El desafío ahora es trasladar estos hallazgos a la práctica cotidiana. Los médicos deberán actualizar sus protocolos y estar atentos a la correcta medición, mientras que los pacientes necesitan educación sobre la importancia de controles regulares y exactos. Solo así será posible reducir la prevalencia de hipertensión no diagnosticada y mejorar los resultados de salud en la población.

En definitiva, la investigación de Cambridge subraya la necesidad de combinar conocimientos de ingeniería y medicina para abordar problemas clásicos de salud pública.

La hipertensión sistólica subestimada deja al descubierto un vacío crítico en la detección temprana y abre un camino hacia métodos más precisos, tratamientos más efectivos y, sobre todo, a la prevención de eventos cardiovasculares que podrían evitarse con medidas simples y bien implementadas.