Las arrugas, ese signo visible del paso del tiempo en la piel, fueron objeto de especulación y controversia durante generaciones.
Ahora, un equipo de científicos de la Universidad de Binghamton en Nueva York demostró experimentalmente el mecanismo físico que las origina, aportando evidencia a modelos teóricos previos sobre el envejecimiento cutáneo.
El hallazgo, publicado en el Journal of the Mechanical Behavior of Biomedical Materials, revela que las arrugas surgen cuando la piel se estira lateralmente y luego se contrae, formando pliegues a medida que envejece.
El estudio, liderado por el profesor asociado de ingeniería biomédica Guy German, aporta pruebas experimentales sobre cómo el envejecimiento altera las propiedades mecánicas de la piel.
“Ahora contamos con pruebas contundentes que demuestran el mecanismo físico del envejecimiento”, afirmó German. El equipo utilizó un tensómetro de baja fuerza para analizar muestras de piel humana obtenidas de personas de entre 16 y 91 años, simulando las fuerzas naturales que la piel experimenta a diario.
Este instrumento permitió observar que la piel joven mantiene un equilibrio en sus propiedades, mientras que con la edad ese equilibrio se pierde y la piel se vuelve más susceptible al estiramiento lateral, lo que favorece la aparición de arrugas.
Qué factores influyen en el mecanismo de la formación de las arrugas
El mecanismo identificado se asemeja al desgaste de una prenda favorita: tras años de uso, una remera o unos jeans se estiran en ciertas zonas y se deforman. De manera similar, la piel, al ser estirada en una dirección, se contrae en la opuesta y, con el tiempo, esta contracción se intensifica.
El científico German lo explica con una analogía: “Si estiras la plastilina, por ejemplo, se estira horizontalmente, pero también se encoge en la dirección opuesta: se vuelve más fina. Eso es lo que hace también la piel”. Cuando la contracción se vuelve excesiva, la piel se pliega y surgen las arrugas.
Aunque el estudio se centró en el mecanismo físico, los investigadores reconocen que otros factores también influyen en la aparición de arrugas. La genética, ciertas enfermedades, la exposición prolongada al sol y los movimientos musculares repetidos, como los gestos faciales, contribuyen a la formación de líneas y pliegues.
German advirtió que “si pasas tu vida trabajando al aire libre, tienes más probabilidades de tener la piel más envejecida y arrugada que quienes trabajan en oficinas, por ejemplo”. Tanto el envejecimiento cronológico como el daño solar producen efectos similares en la piel, lo que subraya la importancia de la protección frente a la radiación ultravioleta.
Cambios en la piel con la edad y aplicaciones futuras
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores sometieron a estiramiento pequeñas tiras de piel, obtenidas mediante cirugía electiva o de donantes fallecidos, cubriendo un rango de edades amplio. El tensómetro midió la fuerza máxima que la piel podía soportar antes de romperse, y los resultados mostraron que, con el envejecimiento, la piel no solo pierde elasticidad, sino que también cambia su estado de tensión interna.
La capa externa, conocida como estrato córneo, se vuelve más rígida, mientras que la capa subyacente, rica en colágeno y elastina, se ablanda por la disminución de estas proteínas estructurales. Además, la piel pierde volumen al expulsar líquido, lo que agrava la formación de pliegues.
Estos cambios, comprobados experimentalmente, refuerzan la idea de que la piel envejecida se encuentra en un estado de tensión constante, predispuesta a la formación de pliegues ante cualquier estiramiento o contracción.
Más allá de explicar el origen de las arrugas, los hallazgos del equipo de la Universidad de Binghamton abren nuevas posibilidades para el estudio de enfermedades cutáneas y el desarrollo de productos para el cuidado de la piel. La investigación también sugiere que las técnicas empleadas podrían aplicarse al análisis de otros tejidos, como el cerebro, donde los pliegues cumplen funciones específicas.
Además, el trabajo invita a cuestionar la eficacia real de los numerosos productos antienvejecimiento que inundan el mercado, ya que muchos de ellos no cuentan con una base científica tan sólida como la que ahora se ha establecido para el mecanismo físico de las arrugas.
Con este avance, la ciencia ofrece una explicación comprobada sobre por qué la piel se arruga con el tiempo, y recuerda que las decisiones cotidianas respecto a la exposición solar pueden dejar una huella visible en el futuro.