Aunque muchas personas asocian el ejercicio con largas carreras o entrenamientos de resistencia, correr a máxima velocidad durante períodos breves puede ofrecer beneficios significativos.
Lejos de ser una práctica exclusiva para atletas profesionales, los sprints tienen efectos directos sobre la salud cardiovascular, el metabolismo y la fuerza muscular. Así lo sostienen especialistas citados por The Times, que advirtieron sobre el valor de este tipo de ejercicio para quienes buscan eficiencia y resultados concretos en menos tiempo.
“Hoy en día, casi todos corren distancias como 5 kilómetros o entrenan para maratones, pero incorporar ráfagas cortas e intensas de velocidad es una parte esencial de cualquier rutina de entrenamiento”, afirmó Tana von Zitzewitz, entrenadora especializada en carreras y entrenadora principal en Barry’s UK.
También aseguró a The Times que “correr a toda velocidad mejora la condición cardiovascular y la capacidad aeróbica, aumenta la testosterona y fortalece los músculos, los tendones y el corazón”.
Beneficios metabólicos y musculares
Más allá del fortalecimiento general, el sprint contribuye a acelerar el metabolismo y aumentar el gasto calórico incluso en reposo. Esta modalidad de entrenamiento involucra múltiples grupos musculares, lo que puede prevenir la pérdida de masa muscular con el paso del tiempo.
Diversas investigaciones citadas por el medio británico demostraron que los sprints son más eficaces que la carrera de resistencia para preservar la densidad ósea en atletas mayores.
La implicancia muscular también tiene impacto en otros deportes. La práctica regular de sprint mejora el rendimiento en disciplinas como el ciclismo o la natación, donde la explosividad y el control del cuerpo son factores determinantes.
Preparar el cuerpo antes de acelerar
Incorporar sprints a una rutina sin la preparación adecuada puede generar lesiones. Por eso, expertos en velocidad recomendaron realizar un calentamiento específico.
Jonas Dodoo, entrenador de velocidad de élite, aconsejó comenzar con ejercicios pliométricos, definidos como “movimientos cortos y rápidos que permiten que los músculos alcancen su máxima fuerza rápidamente”. Entre los ejemplos que menciona están los saltos agrupados, los saltos al cajón y los saltos en cuclillas.
Von Zitzewitz enfatizó la importancia de activar los flexores de la cadera antes de correr rápido. Ejercicios como las elevaciones de rodilla, las patadas en el trasero y las zancadas ayudan a preparar esta zona.
La entrenadora le comentó a The Times que “mucha gente tiene flexores de cadera perezosos. Esto les impide adelantar la rodilla al correr, así que conviene estirarlos”.
Cómo incorporar velocidad de forma segura
Una vez que el cuerpo está activado, se pueden integrar ejercicios que trabajen la técnica del sprint. Von Zitzewitz propuso saltar con una pierna, manteniendo la otra rodilla elevada como forma de estimular los músculos utilizados en la aceleración.
Para quienes ya corren con frecuencia, correr cuesta arriba o con peso (por ejemplo, con una mochila ligera) puede servir de transición antes de realizar sprints a máxima velocidad. Estas variantes replican la inclinación hacia adelante que exige el movimiento explosivo.
También sugirió un esquema básico de entrenamiento por intervalos: “Durante 20 segundos, corre al 90 % de tu esfuerzo máximo. Luego, camina durante un minuto y 40 segundos para recuperarte”.
Este patrón puede ajustarse con el tiempo, siempre respetando los tiempos de recuperación, que resultan esenciales para evitar la acumulación de ácido láctico, que se genera cuando los músculos trabajan intensamente sin suficiente oxígeno, causando fatiga y ardor muscular temporal.
Postura y técnica durante la carrera
Además de la intensidad, la postura corporal cumple un rol clave en el sprint. Dodoo detalló los aspectos fundamentales: “Lo ideal es que la cabeza y el cuello estén alineados con las caderas, ligeramente inclinados hacia adelante y con la parte media del pie en contacto con el suelo”.
Los brazos deben moverse hacia arriba y hacia abajo, sin cruzarse, y las palmas mantenerse relajadas, “como si te estuvieras limpiando las manos en los bolsillos”, describió a The Times. Para lograr esa ejecución, es importante mantener el torso activado, los hombros bajos y una respiración constante.
Una práctica semanal con grandes efectos
Por su impacto físico, el sprint no debería practicarse con demasiada frecuencia. El entrenador de velocidad recomendó hacerlo una vez por semana, enfocado en la calidad del movimiento.
Antes de acelerar el ritmo, sugirió trabajar primero en la técnica a velocidades más bajas y fortalecer grupos musculares específicos como las caderas, los isquiotibiales y las pantorrillas. “A veces hay que ir despacio para ir rápido”, afirmó.
Según The Times, la incorporación regular de sprints puede traducirse en mejoras significativas en la condición física general, así como en un mejor desempeño en diversas actividades deportivas y de la vida diaria.