Cepillarse los dientes no solo protege la salud bucal: también tiene un impacto en todo el organismo y previene enfermedades.
Para entenderlo desde el comienzo, hay que saber que el cepillado combate la placa bacteriana, una biopelícula compuesta por bacterias que se forma sobre los dientes. Al higienizar la boca, esas bacterias se eliminan y se evita que afecten tanto a la cavidad oral como al resto del cuerpo.
¿Qué disminuye esto? La posibilidad de caries dentales y de enfermedades como la gingivitis y la periodontitis, que no es poca cosa. El cepillado combate el mal aliento, también llamado halitosis, y ayuda a prevenir las manchas en los dientes, aportando un impacto estético.
Todo esto es lo odontológico, pero insisto: no es solo la boca, es todo el cuerpo.
Existe otra cuestión importante. Está comprobada la asociación entre la falta de higiene dental y la enfermedad cardiovascular. Existen publicaciones en todo el mundo, avaladas por la American Heart Association, que demuestran que las personas que no cuidan su boca ni se lavan bien los dientes pueden desarrollar enfermedades periodontales, como gingivitis o periodontitis, aumentando así el riesgo de enfermedades cardiológicas.
Incluso, cuando tenemos un paciente que va a someterse a una cirugía cardíaca, en los estudios prequirúrgicos siempre evaluamos la salud bucal.
Las bacterias que están en la boca por gingivitis o por falta de higiene pueden pasar a la sangre y afectar las válvulas cardíacas.
Con qué frecuencia lavarse los dientes
¿Cuál es la frecuencia recomendada? Cepillarse dos veces al día como mínimo, durante al menos dos minutos cada vez, y utilizar hilo dental.
Cómo influye la alimentación en la formación de caries
La caries dental representa la enfermedad no transmisible más frecuente en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su impacto no se limita a la salud oral, ya que puede generar dolor, infecciones y, en situaciones severas, llevar a la extracción del diente.
Tratar la caries implica una carga considerable para los sistemas de salud. En los países industrializados, representa entre el 5 y el 10% de los presupuestos sanitarios y constituye una de las principales causas de hospitalización infantil, especialmente en naciones con altos ingresos.
La alimentación juega un rol fundamental en el desarrollo de la caries. Los azúcares libres son el factor dietético principal. Las bacterias bucales metabolizan estos azúcares, produciendo ácidos que desmineralizan el esmalte y la dentina.
Entre las fuentes habituales de azúcares libres se encuentran las bebidas azucaradas, los jugos de fruta, los dulces, las golosinas, los cereales azucarados y los productos de pastelería.
La recomendación de la OMS consiste en limitar la ingesta de azúcares a menos del 10% del aporte energético diario, y señala que una reducción por debajo del 5% ofrece una protección adicional contra la caries. Esta medida resulta clave para preservar la salud dental a lo largo de toda la vida.
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario” (Ed. Planeta, 2019), “Recetas para vivir mejor y más tiempo” (Ed. Planeta, 2025), entre otros.