Nacer por cesárea altera la flora intestinal del recién nacido y afecta su sistema inmune - (Imagen Ilustrativa Infobae)

La reciente investigación del estudio My Baby Biome reveló resultados significativos sobre la salud intestinal de los bebés en Estados Unidos.

Según los hallazgos publicados en Communications Biology, el 25% de los bebés estadounidenses de entre uno y tres meses presentaban una deficiencia de Bifidobacterium, una bacteria considerada esencial en el desarrollo temprano. Esta carencia fue especialmente notable en lactantes nacidos por cesárea, entre quienes alcanzó un 35%, frente a un 19% de los nacidos por parto vaginal.

Estos datos mostraron cómo la falta de bacterias intestinales beneficiosas en los primeros meses de vida podría influir directamente en la salud infantil, incrementando el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles como el asma, alergias y eczema.

El papel del microbioma intestinal en la salud temprana

El 25% de los bebés analizados presentaron una carencia microbiana relevante - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Se estableció que el microbioma intestinal infantil es clave no solo en la formación del sistema inmunitario, sino también en la protección contra enfermedades metabólicas, infecciones gastrointestinales e inflamación.

Las bifidobacterias, que conforman uno de los primeros grupos bacterianos colonizadores del intestino humano, estuvieron asociadas a efectos positivos para la salud a largo plazo. Sin embargo, el análisis de 412 bebés representativos de la diversidad demográfica en Estados Unidos demostró que existía un déficit generalizado de estas bacterias consideradas esenciales.

Datos de seguimiento a largo plazo ampliaron la perspectiva y sugirieron que la falta de bifidobacterias detectables en los bebés podría estar vinculada al desarrollo de atopia, una predisposición genética a sufrir enfermedades alérgicas.

Actualmente, se estima que hasta el 40% de la población global experimenta algún tipo de alergia ambiental, ya sea al polen, polvo, ácaros o caspa de animales. Además, en las últimas décadas se observó un aumento constante en las afecciones alérgicas diagnosticadas en la infancia, desde síntomas leves como el goteo nasal, estornudos y picor ocular, hasta manifestaciones graves de eczema y alergias alimentarias, capaces de provocar shock anafiláctico.

La exposición temprana a bacterias buenas podría prevenir alergias en la niñez - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Factores que inciden en la diversidad del microbioma

La investigación destacó que el incremento de enfermedades no transmisibles suele comenzar durante los primeros mil días de vida —esto es, desde la gestación hasta los dos años—.

Los científicos señalaron que, si bien factores ambientales y cambios en el estilo de vida tuvieron influencia, las alteraciones en el microbioma intestinal desempeñaron un papel central. En concreto, la pérdida de cepas beneficiosas de Bifidobacterium repercutió negativamente en el desarrollo inmunitario temprano y en la salud futura.

Se identificaron múltiples factores que pudieron modificar la diversidad del microbioma intestinal en los bebés: el tipo de parto (cesárea o vaginal), la forma de alimentación (lactancia materna o sustitutos) y la exposición a antibióticos, entre otros.

Estas condiciones se relacionaron con problemas de salud posteriores, incluyendo alergias, enfermedades autoinmunes y obesidad. Hasta la fecha, la mayoría de estudios estadounidenses sobre flora intestinal infantil contaron con muestras pequeñas y no reflejaron la diversidad de la población del país.

El déficit de bifidobacterias en bebés estadounidenses podría marcar su salud para toda la vida - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Características y hallazgos del estudio My Baby Biome

Con el propósito de superar esta limitación, My Baby Biome se concibió como un estudio longitudinal a siete años, con datos representativos a nivel nacional tanto del microbioma intestinal como de los compuestos metabólicos microbianos.

El análisis observó que, en los bebés nacidos por cesárea, las bacterias beneficiosas resultaron desplazadas con frecuencia por bacterias potencialmente patógenas, que consumen los oligosacáridos de la leche materna, un componente fundamental para la formación del microbioma del lactante.

De forma adicional, los microbiomas ricos en Bifidobacterium mostraron menos genes resistentes a los antimicrobianos y causantes de enfermedades, junto con perfiles metabólicos considerados más favorables.

Los investigadores remarcaron que, pese a que el concepto de disbiosis —el desequilibrio en la comunidad microbiana— sigue siendo discutido, la fuerte correlación observada entre la composición del microbioma y la salud infantil sugirió que la ausencia de estas cepas clave constituyó una verdadera disbiosis durante los primeros años de vida.

Estos hallazgos abren la puerta a nuevas líneas de investigación sobre alternativas y estrategias para favorecer la presencia de bifidobacterias durante la infancia, con el objetivo de mejorar la salud inmunitaria y disminuir la incidencia de enfermedades no transmisibles en las nuevas generaciones.