La multiorgasmia femenina responde tanto a una base biológica como a factores psicológicos y relacionales

“A partir de los cincuenta años, mi vida sexual comenzó a ponerse interesante”, escribió la filósofa Esther Díaz. La frase no figura en una novela erótica ni en un manual de autoayuda, sino en su ensayo Una filosofía de la vejez, donde la sexualidad aparece como motor vital, espacio de resistencia y posibilidad de reinvención. “Para mí lo que mata el deseo no son los años, lo que mata el deseo son los prejuicios sociales”, planteó en una entrevista reciente a Infobae. Y abrió el debate al señalar que, en su caso, el deseo no solo no murió: a partir de los 50 —según contó— se volvió multiorgásmica.

¿Qué significa ser multiorgásmica? ¿Es una capacidad alcanzable por cualquier mujer? ¿Cómo se transforma el deseo con el tiempo? ¿Y qué tan ciertas son las ideas que vinculan el envejecimiento con el apagamiento del placer? Dos sexólogos consultados por este medio dieron respuestas precisas, desde una mirada clínica y científica, para comprender el modo en que la sexualidad madura y se expresa con plenitud en la adultez.

Qué significa ser multiorgásmica

La multiorgasmia depende del flujo sanguíneo en la pelvis y del deseo, regulado por testosterona y estrógenos, según Beatriz Literat (Freepik)

La multiorgasmia femenina —es decir, la posibilidad de experimentar más de un orgasmo en una misma secuencia sexual— tiene una base fisiológica, pero no se reduce a ella. “La capacidad multiorgásmica en realidad sí es una capacidad biológica porque depende de la cantidad de sangre que entra en la pelvis femenina durante la etapa de excitación sexual y también del deseo sexual”, explicó la médica sexóloga clínica del departamento Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico, Beatriz Literat (MN 50294).

La excitación sostenida y el nivel hormonal —particularmente de testosterona y estrógenos— son elementos fundamentales. Sin embargo, no alcanzan por sí solos. “Una mujer que se asume con una condición sexual plena, puede aprovechar esa situación. Con un compañero que tenga esa apertura mental, también puede ser multiorgásmica, sin duda”, señaló Literat, aunque advirtió que no siempre esa potencialidad se activa: “Si el cerebro propio, o el de la pareja, o el estrés, o la ansiedad interfieren, aunque biológicamente esté preparada, no va a poder alcanzar los multiorgasmos”.

La sexualidad después de los 40: experiencia, autonomía y placer

“La mejor edad de la sexualidad es a partir de los 40”, afirmó Literat, por la experiencia acumulada y la libertad emocional (Imagen ilustrativa Infobae)

A partir de los 40 años —coinciden los especialistas— las condiciones para una sexualidad más plena empiezan a consolidarse. “La mejor edad de la sexualidad es precisamente a partir de los 40 años, porque las mujeres no comenzaron todavía el climaterio y además tienen una experiencia sexual interesante que comenzó a partir de los 20”, planteó Literat, quien enfatizó la idea de una sexualidad inteligente.

En esta etapa, muchas mujeres ya atravesaron la crianza, el trabajo intensivo, y alcanzaron una madurez que les permite elegir, conocer su cuerpo y priorizar su propio deseo. “Se convierte en una mujer sexualmente inteligente, que sabe cómo, que sabe cuándo, que se conoce a sí misma y que puede elegir y seleccionar su pareja, sus momentos”, describió la sexóloga.

Desde la perspectiva del médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin (MN 74794), algo similar ocurre: “Después de los 40 es posible vivir el sexo con más plenitud valiéndose de la experiencia. En estas etapas las mujeres están más duchas en pedir lo que les gusta y guían a los hombres para obtener mayor placer”.

Qué cambia con la edad: cuerpo, hormonas y contexto

La caída hormonal en la menopausia puede afectar el deseo, pero no lo elimina. Las funciones bajan, no desaparecen (Canva)

El paso del tiempo deja huellas en el cuerpo. En las mujeres, la caída de estrógenos durante la menopausia puede afectar la lubricación y generar dolor en las relaciones. En los hombres, la disminución de testosterona puede provocar irritabilidad, apatía o pérdida de deseo. Pero, según Ghedin, la idea de que la fisiología sexual queda anulada con la edad es un mito.

“Las funciones bajan, no desaparecen”, aclaró el sexólogo, quien recordó que incluso los estudios demuestran continuidad del deseo y la actividad sexual. Uno de los más relevantes fue publicado en The New England Journal of Medicine y reveló que el 73% de las personas entre 57 y 75 años había tenido algún tipo de actividad sexual en el último año. “La sexualidad en la madurez está siendo cada vez más abierta de lo que pensamos”, agregó Ghedin.

Más allá del cuerpo: prejuicios, cultura y vínculos

La disminución hormonal con la edad afecta la sexualidad, pero no determina la pérdida del deseo (Imagen Ilustrativa Infobae)

La sexualidad no es una función aislada del cuerpo, sino una construcción biopsicosocial, como insistió Literat: “La sexualidad no es solamente lo que pasa en una cama. Tenemos que pensar en lo que pasa en nosotros y en lo que pasa en relación con la persona con la que estamos”. Por eso, el deseo está sujeto a muchos más factores que los hormonales. En la misma línea, según Ghedin, intervienen variables psicológicas, sociales, relacionales y hasta de autoestima.

Un estudio realizado en 2019 por la Universidad de Zúrich mostró que los factores biológicos no son los principales determinantes de los problemas sexuales en mujeres mayores de 40 años. En cambio, influyen más el estado anímico, la autoimagen corporal y la calidad del vínculo de pareja. “La creencia de que los cambios biológicos son la causa principal de los problemas sexuales se llevó todas las de ganar, con las implicancias que eso conlleva, como naturalizar el problema o pensar que es irreversible”, señaló Ghedin en relación con el estudio.

Deseo sexual y salud mental en la madurez

El 73% de las personas entre 57 y 75 años tuvo alguna actividad sexual el último año, según un estudio citado por los expertos
(Imagen Ilustrativa Infobae)

Las personas de entre 30 y 40 años también enfrentan desafíos. Según Ghedin, la ansiedad ocupa un lugar central en esa etapa. “La ansiedad encuentra un espacio privilegiado en nuestra vida personal y de relación, sobre todo en la franja etaria que va de los 30 a los 40 y en aquellos que quieren consolidar un proyecto de pareja”, dijo. Para las mujeres, ese momento también suele estar marcado por presiones externas, cargas de cuidado y una sexualidad interrumpida por demandas ajenas.

Literat propuso naturalizar la consulta sexológica como parte del cuidado integral de la salud. “Las consultas sexológicas son fisiología pura, se trata de entender una función y saber manejarla”, explicó. Y comparó: “Es lo mismo que no ir al nutricionista o no ir al deportólogo cuando uno quiere iniciar actividad física. Necesitan recibir información que los ayude a conocer mejor la función y aprender a utilizarla de forma saludable y plena”.

Sexualidad en la vejez: política, estética y resistencia

El deseo sexual en la vejez existe: “Lo que lo mata no son los años, sino los prejuicios”, dijo la filósofa Esther Díaz

La mirada de Esther Díaz introdujo una dimensión filosófica y política en la discusión. “Yo a los 40 años cerré el negocio del sexo”, le dijeron varias mujeres mayores en sus conferencias. Pero para ella, esa renuncia no obedece a una pérdida fisiológica, sino al viejismo social, al rechazo cultural hacia los cuerpos envejecidos que aún desean. “Hay un asco, un rechazo a que sigamos gozando”, denunció.

En su libro, Díaz recuerda cuando tenía que mentir su edad para evitar el desprecio: “Tuve que aprender a mentir porque sin verme, sin conocerme, directamente me discriminaban”. La sexualidad, en su caso, persistió como fuente de vitalidad y libertad: “El deseo no desaparece. Para mí lo que lo mata son los prejuicios sociales”.

También resaltó que la vejez, como categoría, es una construcción cultural reciente: “Recién el siglo XX inventó los geriátricos. Recién empezó a haber medicina especial para las personas mayores”. Para Díaz, esa invención vino acompañada de exclusión y estigmatización: “Somos el apéndice de la familia. Se inventa un lugar para encerrar a las personas por la edad que tienen”.

El deseo no desaparece, se transforma

A partir de los 40 años, se consolida una sexualidad más plena gracias al autoconocimiento y la autonomía, coinciden los especialistas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Con el correr de los años, la sexualidad cambia: puede haber vaivenes, ritmos diferentes, necesidades nuevas. “La sexualidad puede durar hasta el último día de la vida. No tiene por qué disminuir, va a modificarse”, sostuvo Literat. Y agregó: “No es lo mismo el aparato digestivo a los 20 que a los 60, pero eso no quiere decir que deje de funcionar. Lo mismo pasa con la sexualidad”.

Ghedin, en la misma línea, recordó que el placer sexual sigue siendo un estímulo poderoso en la adultez: “Refuerza la confianza, el humor y es un incentivo para generar proyectos. La sexualidad en la madurez está presente, solo hay que adaptarla a los cambios fisiológicos y anímicos que suceden en esta etapa de la vida”.

Más allá del rendimiento, más allá de los cuerpos jóvenes y los modelos hegemónicos, lo que permanece es la posibilidad de vivir el deseo como una expresión vital. Con nuevas formas, nuevas búsquedas, nuevas condiciones. Pero con la misma potencia transformadora de siempre.