La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) publicó una revisión científica sobre la relación entre el consumo de alcohol y las enfermedades del corazón. El documento cuestiona los supuestos beneficios del consumo moderado y advierte sobre los riesgos vinculados al aumento de la presión arterial, el accidente cerebrovascular, la insuficiencia cardíaca y las arritmias.

La declaración científica fue difundida a través de la revista Circulation, órgano oficial de la AHA, y se basa en una extensa revisión de estudios observacionales, ensayos clínicos aleatorizados, análisis genéticos y nuevas herramientas de monitoreo digital. Aunque durante décadas se especuló con un posible efecto protector del consumo leve de alcohol —entre una y dos copas al día—, los datos actuales plantean un panorama más matizado.

(Imagen Ilustrativa Infobae)

La asociación entre el consumo de alcohol y las enfermedades cardiovasculares es compleja y controvertida. Décadas de investigación han dado lugar a recomendaciones inconsistentes y mensajes contradictorios”, señala el documento.

La Organización Mundial de la Salud, por su parte, ya había advertido que “ningún nivel de consumo de alcohol es seguro para la salud”. Según la AHA, los beneficios atribuidos a niveles bajos de ingesta podrían explicarse por sesgos metodológicos o diferencias no controladas en las poblaciones analizadas.

La AHA concluyó que los profesionales de la salud deben promover hábitos preventivos basados en evidencia sólida: actividad física, alimentación equilibrada, control del peso y abstinencia de tabaco. Frente al alcohol, la advertencia es clara: no hay certeza de que una o dos copas al día representen un beneficio real para el corazón.

Qué dice la AHA sobre el alcohol y las enfermedades del corazón

El informe de la AHA destaca la relación entre el alcohol y enfermedades como hipertensión, ACV y arritmias (Imagen Ilustrativa Infobae)

Hipertensión arterial

Menos de dos copas al día no modifica significativamente la presión arterial, pero a partir de tres bebidas se observa un patrón bifásico: descenso inicial durante las primeras 12 horas, seguido de un aumento sostenido entre las 12 y 24 horas posteriores. Un metaanálisis con 2.865 participantes mostró que quienes consumían seis copas diarias y las reducían a la mitad presentaban una disminución media de 5,5 mm Hg en la presión sistólica. Las mujeres mostraron mayor sensibilidad a estos cambios.

Enfermedad coronaria

Los estudios que analizaron el riesgo de infarto de miocardio encontraron que hasta seis copas semanales no modifican el riesgo de forma significativa. Sin embargo, a partir de siete copas por semana, la probabilidad de enfermedad coronaria comienza a aumentar. Un análisis adicional mostró que el supuesto efecto protector desaparece en personas con antecedentes de atracones, incluso si el consumo promedio semanal es moderado.

Los adultos jóvenes que beben en exceso presentan signos tempranos de daño vascular, hipertensión y mayor riesgo de ACV (Imagen Ilustrativa Infobae)

Accidente cerebrovascular

El consumo leve a moderado —hasta dos copas por día— se asocia con una reducción del 8% al 10% en el riesgo de ACV isquémico. Pero el consumo de tres o más copas diarias aumenta la probabilidad de todos los tipos de accidente cerebrovascular, incluido el hemorrágico. Un estudio global que evaluó a 600.000 bebedores actuales halló que por cada aumento de 100 gramos de alcohol semanales (equivalente a una copa diaria), el riesgo de ACV se incrementó en un 13% para el tipo isquémico y en un 17% para la hemorragia intracerebral.

Arritmias

Existe una relación lineal entre el alcohol y la fibrilación auricular. Estudios con sensores transdérmicos y electrocardiogramas de 48 horas detectaron que los episodios de arritmia pueden activarse en las horas posteriores al consumo. En pacientes con antecedentes de esta condición, la abstinencia redujo de forma significativa la carga de fibrilación. No se ha identificado un umbral seguro: incluso una copa diaria puede representar un riesgo en personas predispuestas.

Las mujeres y personas con ciertas variantes genéticas son más vulnerables a los efectos nocivos del alcohol (Imagen Ilustrativa Infobae)

Muerte súbita

Algunos estudios observacionales sugieren que una copa al día podría reducir el riesgo de muerte súbita, pero los resultados no son concluyentes. Por el contrario, el consumo excesivo se vincula con un mayor riesgo, posiblemente por mecanismos relacionados con la miocardiopatía alcohólica, el infarto o la alteración del ritmo cardíaco.

Insuficiencia cardíaca

Los datos disponibles indican que menos de cinco copas semanales no modifican el riesgo de insuficiencia cardíaca. Sin embargo, a partir de 21 copas semanales, la probabilidad de desarrollar esta enfermedad aumenta un 50%, según un estudio con datos de 19 países. En pacientes con daño estructural previo, cinco copas semanales fueron suficientes para agravar la disfunción ventricular.

Miocardiopatía alcohólica

El consumo sostenido de alcohol puede provocar una dilatación del ventrículo izquierdo y una disminución de la fracción de eyección. Aunque se estima que este daño aparece con más de siete copas al día durante varios años, un estudio reciente identificó disfunción cardíaca con apenas cuatro copas semanales. Las mujeres y quienes tienen variantes genéticas específicas presentan mayor vulnerabilidad.

Cuánto es una bebida estándar y por qué importa

La definición de bebida estándar varía entre países y complica la comparación de estudios sobre alcohol y salud (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una bebida estándar contiene, en promedio, 14 gramos de etanol en Estados Unidos. Esto equivale a una lata de cerveza (355 ml), una copa de vino (148 ml) o una medida de licor como vodka o ron (44 ml). A nivel internacional, la cantidad varía entre 8 y 20 gramos por unidad, lo que complica la comparación entre estudios y regiones.

Comprender esta medida es clave para interpretar correctamente los niveles de consumo considerados de bajo, moderado o alto riesgo. Además, el tipo de bebida, el momento del día, la presencia de alimentos y factores individuales como el sexo, el metabolismo hepático y la genética influyen en la respuesta fisiológica al alcohol. “Las recomendaciones han sido específicas para cada sexo debido a las diferencias en el metabolismo, el volumen de distribución y la progresión de ciertas enfermedades inducidas por el alcohol”, señala la publicación.

Factores que modifican el riesgo: sexo, edad y estilo de vida

La OMS advierte que no existe un nivel seguro de consumo de alcohol para la salud general, no solo cardiovascular (Freepik)

El impacto del alcohol sobre la salud cardiovascular no es uniforme en todas las personas. Variables como el sexo, la edad, el metabolismo y los hábitos de consumo pueden modificar el riesgo asociado a una misma cantidad de alcohol ingerida.

Las mujeres presentan concentraciones más altas de alcohol en sangre que los hombres cuando consumen dosis equivalentes. Esto se explica por diferencias en la proporción de agua corporal y en el metabolismo gástrico, que es más eficiente en varones. Además, estudios recientes señalan que la progresión de ciertas enfermedades inducidas por el alcohol, como la miocardiopatía, puede acelerarse en mujeres con niveles de consumo más bajos y durante períodos más cortos.

El tipo de bebida, el momento de consumo y factores individuales influyen en la respuesta al alcohol (Imagen ilustrativa Infobae)

En adultos mayores, los efectos del alcohol pueden intensificarse por cambios en la función hepática y renal, menor volumen de distribución y mayor consumo de medicamentos. Un informe de la AHA indicó que entre los adultos de 50 a 80 años que bebieron durante el último año, uno de cada cuatro consumió seis o más copas en una sola ocasión. Esta población también presenta mayor riesgo de interacciones entre alcohol y fármacos cardiovasculares, incluidos antihipertensivos y anticoagulantes.

En la población joven, el principal patrón de riesgo es el consumo en atracones. Diversos estudios revelan que adolescentes y adultos de entre 18 y 30 años que beben en exceso muestran signos tempranos de daño vascular, como disfunción endotelial, rigidez arterial y elevación de la presión sistólica. A largo plazo, estos efectos pueden aumentar la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular o desarrollar hipertensión antes de los 40 años.

Por último, factores socioeconómicos, patrones culturales y el contexto del consumo también inciden. El consumo de alcohol con alimentos, por ejemplo, puede amortiguar su absorción y reducir su impacto inmediato en la presión arterial. En cambio, los patrones de consumo compulsivo y el uso recreativo sin control suelen asociarse con un mayor riesgo cardiovascular. La evidencia también muestra que en personas de nivel socioeconómico más bajo, los efectos negativos del alcohol tienden a ser más pronunciados, en parte por la coexistencia de otras condiciones de salud no tratadas o por menor acceso a servicios médicos.