Cuando el frío las ventanas se cierran, los ambientes se sellan y los artefactos se encienden. Adentro, en muchas casas, el calor vuelve habitables las habitaciones, pero también puede ocultar una amenaza que no se ve, no se huele y no duele. El monóxido de carbono circula en silencio: no da señales, no deja rastro, pero se acumula en el aire y reemplaza al oxígeno en la sangre. Cada año, con la llegada del invierno, los hospitales reciben nuevos casos. No hay explosiones ni fugas ruidosas.
Según especialistas consultados por Infobae, se trata de un gas tóxico, inodoro e incoloro que se produce por la combustión incompleta de materiales carbonados, y cuyas consecuencias pueden ir desde síntomas leves hasta la muerte.
El “asesino invisible”: qué es el monóxido de carbono
“El monóxido de carbono se origina por la combustión incompleta de productos carbonados”, explicó a Infobae el doctor Francisco Dadic, médico toxicólogo del Hospital Durand y director de Toxicología de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública. “Casi todos los elementos de uso cotidiano tienen moléculas de carbono en su composición”, detalló.
Este gas está presente tanto en calefones, estufas y termotanques defectuosos como en braseros, fogatas en interiores o incluso en gases industriales y gases de escape de vehículos. Su peligro radica en que es imperceptible al sentido humano: “Es incoloro, inodoro y no irritante”, advirtió Dadic. Además, posee una afinidad por la hemoglobina 250 veces superior al oxígeno, lo que le permite desplazarlo en la sangre y provocar asfixia celular.
La doctora Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga y expresidenta de la AOCBA, agregó en una nota reciente con Infobae: “Se lo conoce como el ‘asesino silencioso’ o ‘gran simulador’. Puede estar dentro de la casa sin que nadie lo advierta, salvo que se instalen detectores de monóxido en lugares estratégicos”.
Por su parte, el doctor Ramiro Heredia, especialista en medicina interna del Hospital de Clínicas José de San Martín de la Universidad de Buenos Aires, sostuvo a Infobae que es el monóxido de carbono “es un gas letal que no tiene ni color, ni olor, ni sabor“. En nuestro país, señaló, que es una zona de clima templado, con estaciones más o menos diferenciadas, “la mayor incidencia se da en épocas de invierno, principalmente al inicio de la temporada. En países en que los climas, por ejemplo países nórdicos, el clima es más parecido durante todo el año. Su distribución es a lo largo de los 12 meses”.
En nuestro país las intervenciones de carbono empiezan a tomar repercusión con los primeros fríos. “Tratamos de quedarnos adentro, en lugares cerrados, muchas veces mal ventilados y encendemos calefactores o distintos dispositivos para calentarnos, que no han sido usados durante un tiempo, que no han sido debidamente probados o chequeados por un eh profesional”, explicó Heredia.
Síntomas, diagnóstico y riesgo para la salud
Los síntomas son variables y dependen de la concentración y el tiempo de exposición. Según Dadic, pueden incluir: “Cefalea, vómitos, dolores musculares, fatiga, convulsiones, hemorragias, insuficiencia renal, infarto, insuficiencia respiratoria, paro respiratorio y muerte”. También existen cuadros de intoxicación crónica por exposición reiterada: “Dolor de cabeza crónico, somnolencia diurna, trastornos del habla, del aprendizaje, paranoia y psicosis”.
Cuevas añadió que en muchos casos los síntomas se confunden con cuadros gripales. “El riesgo aumenta en personas con anosmia, porque no logran identificar el cuadro de intoxicación”, explicó. Además, advirtió que los grupos de riesgo incluyen a niños, personas mayores, embarazadas y pacientes con afecciones cardíacas o pulmonares.
El tratamiento y la importancia de la prevención
“El tratamiento es con oxígeno a la mayor concentración posible y de forma inmediata”, explicó Dadic. En algunos casos puede ser necesaria la internación en cámara hiperbárica. Pero todos los especialistas coinciden en que la mejor herramienta es la prevención.
“Los artefactos más peligrosos son los de cámara abierta, que toman el oxígeno del ambiente y liberan los gases hacia el interior”, advirtió Cuevas. “Todas las intoxicaciones por monóxido de carbono son evitables si se cumplen medidas básicas de control y ventilación”.
Cuatro errores frecuentes que pueden costar la vida
Existen errores comunes que cometen las personas en invierno y que pueden favorecer una intoxicación.
1. Encender artefactos sin revisión previa. “Un artefacto de gas en mal estado puede tener fugas invisibles o generar combustión deficiente. No alcanza con ver que encienda”, alertó a Infobae el especialista en detección y reparación de fugas, Juan Ignacio Argüello. “La revisión anual por un gasista matriculado es indispensable”, sumó.
2. Tapar rejillas de ventilación: “Con el frío, muchas personas bloquean las rejillas para evitar corrientes de aire. Esto es gravísimo, porque esas rejillas permiten la renovación de oxígeno y la salida de gases tóxicos”, sostuvo el experto.
3. Ignorar el color de la llama. La llama debe ser completamente azul. Si es amarilla, naranja o roja, indica combustión incompleta y puede estar generando monóxido.
4. Usar el horno para calefaccionar: “Es una práctica muy riesgosa. Los hornos no están diseñados para calefacción continua. Usarlos de esa manera aumenta las probabilidades de intoxicación”, dijo Argüello.
Recomendaciones para un hogar seguro
Las claves para evitar intoxicaciones por monóxido de carbono, según los expertos, son:
- Realizar una revisión anual de todos los artefactos.
- No tapar rejillas de ventilación.
- No usar el horno ni hornallas para calefaccionar.
- Verificar que la llama sea azul.
- Instalar detectores de monóxido.
- Dejar siempre 10 a 15 centímetros de ventana abierta, incluso con frío.
Ante la percepción de un leve olor sospechoso o la posibilidad de una fuga de gas, muchas personas optan por no intervenir de inmediato. Sin embargo, cualquier señal —por mínima que resulte— debe ser atendida sin demora. Existen hoy soluciones tecnológicas capaces de localizar y corregir escapes con rapidez y sin necesidad de romper superficies. La reciente actualización de la Norma NAG-203, validada por ENARGAS, permite aplicar selladores específicos en conexiones roscadas con pérdida, evitando intervenciones estructurales.
“El monóxido de carbono no tiene olor. Si se siente olor a gas, no es monóxido, sino butano o propano al que se les agregó mercaptano”, recordó Dadic. “Pero si se sospecha una fuga, hay que actuar de inmediato: abrir puertas y ventanas, apagar artefactos y acudir a un centro médico”, concluye Cuevas.
“Ante la sospecha, primero ventilar el lugar -recomienda Heredia. “Segundo, retirar las personas de ese lugar expuesto y tercero, llamar al servicio de emergencias. Todo paciente que sospecha de intoxicación por monóxido de carbono tiene que ser atendido en el servicio de emergencias, donde va a permanecer probablemente hasta mejorar los síntomas y normalización de los valores de lo que se llama carboxihemoglobina, que es el porcentaje de hemoglobina circulante, que es la principal proteína de la sangre, los glóbulos rojos que interactúa y se encuentra unida al monóxido de carbono».
Y cierra “Todo elemento que usamos para calefaccionar debería tener una salida al exterior para que sea más seguro ventilar periódicamente el lugar donde estamos. Por más que haga frío, es importante mantener algún tipo de ventilación, que no solo nos protege contra la intoxicación por monóxido de carbono, sino que también nos disminuye el riesgo de contraer infecciones respiratorias, principalmente virales, tan frecuentes en esta época. Lo aprendimos muy bien con el COVID“.