Un 85% de la población global no consume suficientes omega-3, esenciales para el desarrollo fetal y la salud genera (Imagen Ilustrativa Infobae)

El mundo enfrenta una crisis silenciosa relacionada con la deficiencia de omega-3, un grupo de ácidos grasos esenciales que desempeñan un papel crucial en la salud cerebral, cardíaca y metabólica. Este problema no se limita a decisiones dietéticas individuales; es consecuencia de una compleja interacción de factores ambientales, industriales y nutricionales que amenazan la disponibilidad de estos nutrientes vitales.

Según un informe de Muy Interesante, cambios como el deterioro de las cadenas alimenticias marinas y la alteración en la composición de las dietas actuales, influyen significativamente en la reducción del acceso a omega-3.

Un estudio liderado por el Dr. Timothy Ciesielski, de la Case Western Reserve University, destaca que el 85% de la población mundial consume niveles insuficientes de omega-3. “Este desafío no es solo nutricional, sino una amenaza a escala planetaria que exige medidas estructurales”, subraya el informe. Esta falta se relaciona con graves problemas de salud como parto prematuro, depresión y enfermedades cardiovasculares.

Importancia de los omega-3 para la salud

Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 son fundamentales para regular la inflamación y apoyar funciones críticas del sistema nervioso, el corazón y el metabolismo. Estudios recientes confirman que su consumo regular puede reducir el riesgo de afecciones cardiovasculares y mentales, así como influir positivamente en el desarrollo fetal.

No obstante, alcanzar las cantidades adecuadas globalmente sigue siendo un reto que requiere atención urgente.

Los suplementos de omega-3 no son una solución sostenible ante las barreras económicas y ecológicas existentes (Imagen Ilustrativa Infobae)

Hoy, las dietas industrializadas presentan un desequilibrio preocupante entre omega-3 y omega-6, prevaleciendo estos últimos en una proporción de hasta 20 a 1. “Reestructurar las bases de nuestra dieta actual es esencial para restablecer este balance”, alertan los especialistas.

Este exceso de omega-6, principalmente de aceites vegetales procesados, interfiere con las funciones de los omega-3, reduciendo sus beneficios para la salud y promoviendo procesos inflamatorios crónicos.

Cambio climático como amenaza nutricional

El estudio de Ciesielski resalta cómo el cambio climático, al afectar la producción de fitoplancton —base de la cadena alimentaria marina—, disminuye la disponibilidad de omega-3 en el ecosistema marino.

Con el aumento de las temperaturas oceánicas y fenómenos como la acidificación del agua, se exacerban los desafíos para la obtención de fuentes dietéticas de omega-3, lo que convierte al calentamiento global en una amenaza directa ecológica y nutricional.

Los contaminantes marinos, incluidos metales pesados y microplásticos, comprometen la calidad del omega-3 disponible, lo que reduce su eficacia y puede anular sus beneficios protectores. “El calentamiento global está transformando la nutrición en un problema de sostenibilidad planetaria”, advierten los investigadores.

Panorama global del consumo de omega-3

Promover fuentes sostenibles y accesibles de omega-3 es crucial para enfrentar la crisis de salud global y planetaria (Imagen Ilustrativa Infobae)

El escenario global muestra una gran disparidad en el consumo de omega-3, con muchos países por debajo de los niveles recomendados para prevenir enfermedades como la depresión o para llevar a término un embarazo saludable. Esto resalta la necesidad de políticas que promuevan un consumo equitativo de estos nutrientes esenciales.

A pesar de la popularidad de los suplementos de omega-3, el estudio advierte que no son una solución viable a gran escala, principalmente debido a barreras económicas y ecológicas, y la falta de regulaciones eficaces en muchos países. En cambio, se promueven soluciones sostenibles como el manejo adecuado de pesquerías y el desarrollo de fuentes alternativas de omega-3.

Un problema de salud global y planetaria

Con las enfermedades inflamatorias y metabólicas en aumento, la crisis de los omega-3 demanda una respuesta coordinada que aborde tanto la salud individual como la sostenibilidad del planeta.

Reconociendo que la salud humana está intrínsecamente ligada a la del planeta, el estudio hace un llamado a reorientar nuestras prácticas hacia una nutrición sostenible y equitativa.

El cambio climático disminuye la producción de fitoplancton, impactando la disponibilidad de omega-3 en los océanos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este panorama demanda esfuerzos colectivos de reguladores, consumidores y productores para avanzar hacia una salud nutricional que respete y proteja nuestro entorno natural. “Asegurar el acceso sin contaminantes a omega-3 es crucial para la prevención de enfermedades”, enfatiza el informe.