El quirófano se convirtió en una interfaz entre lo tangible y lo digital. Por primera vez en Argentina, un equipo de cirujanos operó asistido por tecnología de realidad aumentada.
El escenario fue el Hospital Italiano de Buenos Aires, que integró este sistema visual inmersivo al instrumental médico, con el objetivo de elevar la precisión, optimizar la comunicación clínica y mejorar la experiencia de quienes atraviesan una intervención quirúrgica.
La innovación, desarrollada íntegramente por la Sección de Cirugía Asistida por Computadora (CAS) del Departamento de Informática en Salud y el Departamento de Cirugía, marcó un punto de inflexión. Por primera vez, el cuerpo humano fue abordado no solo desde lo anatómico, sino también desde su proyección tridimensional en tiempo real.
El procedimiento consiste en procesar imágenes de tomografía y resonancia magnética para crear una reconstrucción tridimensional del área a tratar. Esa información se transfiere luego a unas gafas o anteojos de realidad aumentada, con las que los cirujanos pueden ver la estructura interna del cuerpo como si la piel fuera transparente.
Esta visualización holográfica no es estática: puede rotarse, manipularse y superponerse al campo quirúrgico. La herramienta permite localizar tumores, huesos y órganos con una precisión antes reservada al bisturí, pero sin incisión.
La novedad, sin embargo, no se limita a la mejora técnica. Uno de los ejes del desarrollo fue facilitar la colaboración entre equipos médicos dispersos geográficamente. Con dos gafas conectadas, distintos profesionales de la salud pueden observar exactamente lo mismo, intercambiar indicaciones en tiempo real, marcar zonas críticas y señalar estructuras directamente sobre la proyección.
Según explicó el doctor Lucas Ritacco, coordinador de la Sección CAS, “la implementación de las gafas de realidad aumentada representa un avance significativo en la colaboración interdisciplinaria, ya que permite a los especialistas compartir una misma visión tridimensional del paciente en tiempo real, independientemente de su ubicación.
Esto no solo optimiza la planificación quirúrgica, sino que también mejora la comunicación entre cirujanos, radiólogos e ingenieros biomédicos, abriendo nuevas posibilidades para la formación y la asistencia remota en procedimientos complejos”.
El futuro en el que vivimos
Las primeras operaciones realizadas con esta tecnología en el Hospital Italiano incluyeron resecciones de tumores en estructuras óseas como tibia, maxilar inferior y pared costal, además de intervenciones sobre el riñón. La experiencia de los equipos médicos mostró que la planificación tridimensional redujo la incertidumbre, mejoró la localización de las lesiones y permitió preservar estructuras sanas sin comprometer márgenes oncológicos.
Uno de los casos pioneros fue una nefrectomía parcial laparoscópica. El equipo de urología, liderado por los doctores Juan Cruz Liyo y Sebastián Tirapegui, utilizó las gafas para planificar con mayor precisión la resección.
“Esta nueva tecnología nos permitió planificar la cirugía con más precisión por lo que pudimos preservar mayor cantidad de tejido renal sano: un gran beneficio para el paciente”, indicaron.
La expansión del uso de esta herramienta abarca cada vez más especialidades. En cirugía maxilofacial, los doctores María Gabriela Nassif y Facundo Zamar guiaron la colocación de una prótesis temporomandibular gracias a la proyección anatómica del rostro. El sistema mostró la relación exacta entre el hueso y la prótesis antes de que se realizara el abordaje quirúrgico.
En cirugía oncológica ortopédica, el doctor José Ignacio Albergo relató una experiencia similar: “Como cirujanos, siempre buscamos herramientas que mejoren la precisión y la seguridad de nuestros procedimientos, y la RA parece ser uno de esos cambios revolucionarios en la cirugía oncológica. En los casos en que la hemos utilizado, nos permitió la superposición de imágenes en tiempo real sobre el campo quirúrgico, logrando una visualización en 3D, y facilitando la identificación del tumor y su relación con estructuras críticas”
Y agregó: “Es sin dudas un avance importante para el planeamiento de las cirugías. Tampoco quiero dejar de mencionar otro impacto significativo en la educación médica, ya que permite a los residentes y cirujanos en formación practicar procedimientos de una manera virtual antes de intervenir en pacientes reales. Esto no solo mejorará la curva de aprendizaje, sino que también contribuye a estandarizar y perfeccionar técnicas quirúrgicas”.
El interés por explorar las posibilidades clínicas y pedagógicas llevó a sumar a la Sección de Cirugía Oncológica Pediátrica. Allí, el doctor Pablo Lobos remarcó que el modelo 3D mejora la precisión y reduce los márgenes de error en cirugías delicadas: “El uso de las gafas en el quirófano es un avance que promete ser muy útil para lograr incisiones más pequeñas y una precisión quirúrgica mayor”.
La herramienta también se convirtió en un puente entre el lenguaje médico y el entendimiento del paciente. En el área de Cabeza y Cuello, el doctor Juan José Larrañaga incorporó estas imágenes en la consulta postoperatoria para mostrarle a un paciente los resultados tras una fractura de órbita. La posibilidad de encender y apagar estructuras anatómicas a través de hologramas permitió una conversación más clara, precisa y empática.
Más por descubrir, más por experimentar
El desarrollo actual es resultado de más de una década de trabajo en cirugía asistida por computadora. Sin embargo, el proceso no terminó. El Hospital Italiano ya proyecta nuevas combinaciones entre las gafas y otros sistemas de navegación óptica. La meta es que el profesional pueda ver superpuestos en el campo quirúrgico los planos de corte, trayectorias de tornillos y referencias anatómicas en tres dimensiones. Es decir, transformar la proyección en una guía quirúrgica activa y personalizada.
Uno de los responsables técnicos del proyecto, el ingeniero Ángel Ávila Ventre, recordó cómo comenzó la exploración: realizaron pruebas para detectar las limitaciones de los dispositivos actuales, buscaron aplicaciones reales y consultaron con los equipos médicos sobre la utilidad práctica. “Nos sorprendió descubrir que los resultados que logramos con nuestras pruebas no difieren demasiado de lo realizado en otras partes del mundo, tales como China o Estados Unidos, lo que también nos permitió confirmar que las limitaciones que encontramos son inherentes al estado actual de esta tecnología”, afirmó.
El camino no fue improvisado. Lucas Ritacco conoció las gafas en un congreso en Groningen, Holanda, y se formó en un curso específico en Hong Kong. Allí tuvo acceso al marco teórico y comparó distintos modelos, con el objetivo de elegir la opción más adecuada para adaptarse al entorno quirúrgico argentino. Esa decisión no solo contempló la calidad técnica del dispositivo, sino también su integración con los sistemas ya disponibles en el Hospital, la capacitación del equipo y la posibilidad de escalar el uso de forma sustentable.
Los resultados tempranos mostraron que esta integración tecnológica no solo es posible, sino también útil. En un contexto en el que la medicina se complejiza y la precisión quirúrgica es cada vez más determinante, sumar capas de información visual sin interrumpir el flujo del procedimiento es una ventaja competitiva que impacta directamente en la seguridad del paciente.
El Hospital Italiano no se limitó a incorporar una herramienta. Construyó un modelo de trabajo interdisciplinario en el que confluyen cirujanos, ingenieros, radiólogos y desarrolladores. La realidad aumentada dejó de ser una promesa para convertirse en una interfaz quirúrgica concreta, con aplicaciones clínicas, pedagógicas y comunicacionales. La medicina proyecta, literalmente, una nueva dimensión.