Un compuesto químico hallado principalmente en el chocolate negro ha sido vinculado a un envejecimiento biológico más lento, según un estudio reciente. Se trata de la teobromina, un alcaloide relacionado estructuralmente con la cafeína, conocido popularmente por su toxicidad en animales como los perros, pero cuyas propiedades en humanos comienzan a despertar el interés científico.
Según revela New Scientist, investigadores del University College London y del King’s College London analizaron esta sustancia en el marco del estudio TwinsUK, que incluyó a 500 mujeres. El objetivo era evaluar la relación entre los niveles de teobromina en sangre y ciertas marcas epigenéticas en el ADN —modificaciones químicas que no alteran la secuencia genética pero sí su expresión—, utilizadas como un indicador de la edad biológica.
Un hallazgo replicado en otra población europea
La principal conclusión fue que las personas con mayor concentración de teobromina en sangre tendían a mostrar una edad biológica inferior a la cronológica, según explicó Jordana Bell, del King’s College London.
Para reforzar los resultados, el equipo replicó el análisis en una muestra independiente de 1.160 individuos provenientes del estudio KORA, realizado en Alemania. En este segundo grupo, los investigadores encontraron la misma asociación, lo que incrementa la solidez del hallazgo.
Medición directa y limitaciones en el origen de la sustancia
A diferencia de otros estudios que se basan en cuestionarios dietéticos o autoevaluaciones, esta investigación utilizó mediciones bioquímicas directas de la sustancia en sangre, lo cual reduce sesgos de reporte. Sin embargo, esta precisión trae consigo un inconveniente: los investigadores no pueden asegurar la fuente exacta de la teobromina detectada.
“La teobromina también puede derivarse, aunque en cantidades mínimas, de la degradación de la cafeína”, explicó Ramy Saad, del University College London. Aun así, aclaró que el principal origen dietético de esta molécula es el cacao, especialmente los productos con alto contenido de sólidos de dicho ingrediente.
Cautela frente a los efectos del chocolate
Tanto Bell como Saad enfatizaron que los resultados no deben interpretarse como una invitación a consumir grandes cantidades de chocolate negro. Si bien es más rico en teobromina, su composición incluye también azúcares y grasas saturadas, cuyos efectos sobre la salud podrían contrarrestar cualquier beneficio potencial del compuesto.
“Hay muchos componentes en el chocolate negro, con efectos tanto positivos como negativos”, advirtió Saad. Por su parte, Bell reconoció que el equipo no cuenta con los recursos necesarios para realizar estudios clínicos adicionales, lo que limita el avance hacia una comprensión más profunda de los mecanismos implicados.
¿Efecto exclusivo de la teobromina?
Uno de los puntos críticos pendientes de resolver es si el beneficio observado se debe exclusivamente a la teobromina o si esta actúa en conjunto con otros compuestos presentes en el chocolate.
Según Michael Wink, de la Universidad de Heidelberg —autor de una investigación previa en gusanos que mostró un aumento en la longevidad tras la exposición a teobromina—, el chocolate contiene numerosos polifenoles con capacidad antioxidante, que podrían estar jugando un papel relevante.
“No sabemos si el efecto es atribuible exclusivamente a la teobromina o a una sinergia con otros componentes”, reconoció Saad. En este sentido, el artículo de New Scientist subraya que la interacción entre múltiples sustancias dentro de un alimento complejo como el chocolate podría ser clave para entender sus efectos fisiológicos.
Un campo prometedor pero sin conclusiones definitivas
Uno de los referentes en el estudio del envejecimiento epigenético, Steve Horvath, creador del método usado para calcular la edad biológica en este estudio, celebró los resultados aunque con prudencia. “Refuerza mi compromiso con el chocolate negro, pero prefiero una versión keto sin azúcar”, comentó. Su testimonio refleja el tono general del trabajo: prometedor, pero lejos de ser una recomendación definitiva.
Por el momento, el estudio se suma a la creciente literatura científica que investiga cómo ciertos alimentos o nutrientes pueden influir en los procesos moleculares del envejecimiento. Sin embargo, los propios autores subrayan que aún no existen evidencias suficientes como para aconsejar cambios dietéticos basados en estos hallazgos.