Los habitantes de las denominadas “zonas azules” del planeta, regiones donde se concentra el mayor número de centenarios, comparten un patrón alimentario revelador: existen seis tipos de alimentos que prácticamente han eliminado de sus dietas diarias.
Esta estrategia nutricional, respaldada por décadas de investigación sobre longevidad, podría ser una de las claves para alcanzar los 100 años con salud y vitalidad.
Las zonas azules representan cinco regiones originales del mundo donde las personas viven más tiempo y con mejor salud que en cualquier otro lugar: Okinawa en Japón, Cerdeña en Italia, Nicoya en Costa Rica, Icaria en Grecia y Loma Linda en California.
A estas se sumó recientemente Singapur, aunque algunas ubicaciones perdieron esta designación debido a la modernización y la adopción de patrones alimentarios occidentales.
“Los centenarios son estudiados comúnmente para entender qué factores del estilo de vida pueden conducir a la longevidad y al envejecimiento saludable“, explicó Amy Davis a Real Simple.
Dan Buettner, productor de la serie documental de Netflix ganadora del Emmy “Live to 100: Secrets of the Blue Zones” y fundador de Blue Zones, añadió que “las personas en las zonas azules tradicionalmente consumen dietas que son principalmente de alimentos integrales y basadas en plantas“.
La filosofía alimentaria de los centenarios
Los expertos identificaron similitudes en el estilo de vida de estos grupos que probablemente contribuyen a su impresionante longevidad, con el equilibrio y la moderación como pilares fundamentales.
Davis señaló que “a menudo siguen la regla 80/20, eligen alimentos ricos en nutrientes la mayor parte del tiempo y disfrutan de alimentos menos nutritivos con moderación, todo mientras mantienen movimiento diario, cultivan una comunidad fuerte y creen en su propósito personal».
La dieta en las zonas azules se basa en tubérculos, frutas, verduras, legumbres, granos integrales, nueces y aceite de oliva, con un consumo moderado de vino. Sin embargo, Buettner afirmó a Real Simple que “evitar ciertos alimentos contribuye a niveles más bajos de enfermedades crónicas asociadas con las dietas modernas”.
Los 6 alimentos que evitan los centenarios
1) Granos refinados
“La harina blanca y el pan altamente procesado son raros en las zonas azules, mientras que los granos integrales son favorecidos por los centenarios“, indicó Buettner.
Aunque productos como arroz blanco, pan y cereales refinados abundan en la dieta global, su valor nutricional es bajo. Al eliminar el salvado y el germen de los granos integrales, se pierde la mayor parte de sus nutrientes esenciales, como fibra, grasas saludables, vitaminas B y E, minerales y compuestos beneficiosos, que favorecen la salud digestiva, cardíaca, metabólica e inmunológica.
2) Carne roja
Otro alimento que no se encuentra frecuentemente en la dieta de un centenario es la carne roja. Davis explicó que “ciertos alimentos son evitados por los centenarios, tanto por razones de disponibilidad como de salud. Por ejemplo, el pescado puede ser más fácil y barato de consumir en áreas costeras que la carne roja“.
Buettner confirmó que “la carne roja se consume con poca frecuencia”. Además de ser ambientalmente costosa y de producción intensiva en recursos, distitnas investigaciones encontraron que el consumo de esta opción proteica se asocia con mayor riesgo de cáncer de colon y enfermedades cardíacas.
3) Alimentos empaquetados
Es muy improbable encontrar una despensa llena de alimentos empaquetados en el hogar de una persona longeva. “Estos alimentos no son parte de las dietas tradicionales de centenarios y contienen conservantes, sabores artificiales y azúcar excesiva”, explicó Buettner.
Los alimentos ultraprocesados que se encuentran frecuentemente en estos empaques atractivos se asocian con mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, síndrome del intestino irritable, depresión y cáncer, según una revisión de Nutrients de 2020. Otro estudio 2022 descubrió que estos alimentos se asocian con riesgo elevado de deterioro cognitivo y demencia en adultos mayores.
4) Lácteos
Buettner también mencionó que los productos lácteos de vaca raramente se encuentran en las dietas de quienes viven en zonas azules. Aunque los productos lácteos pueden ofrecer proteína, calcio, fósforo y a veces vitamina D y probióticos, también pueden ser ricos en grasa saturada y colesterol dietético.
Estas grasas son controvertidas, ya que algunas investigaciones las asociaron con mayor riesgo de enfermedades cardíacas, mientras que otras no encontraron esta conexión. A pesar de este dilema, el hecho de que las personas longevas tiendan a consumir cantidades mínimas de lácteos resulta revelador.
5) Dulces azucarados
Aunque en una dieta longeva pueden incluirse todo tipo de alimentos, incluso dulces, la clave está en la moderación. “Aparte de postres ocasionales en contextos especiales, las bebidas y bocadillos azucarados no son parte regular de sus dietas”, señaló Buettner.
Davis coincidió y explicó que “las gaseosas, bebidas energéticas y jugos endulzados usualmente se evitan, ya que ofrecen poco valor nutricional y mucha azúcar añadida”.
Este tipo de azúcar es un conocido agente proinflamatorio, cuyo consumo excesivo y sostenido se vinculó con un mayor riesgo de enfermedades crónicas como cáncer, patologías cardíacas, obesidad, diabetes tipo 2, deterioro cognitivo y trastornos hepáticos.
6) Carnes procesadas
Finalmente, es muy raro presenciar a quienes viven en zonas azules consumir grandes cantidades de carnes procesadas. “Las carnes altamente procesadas, como salchichas, panceta y hot dogs, inusualmente son parte de su dieta, probablemente debido en parte a sus vínculos con enfermedades cardíacas y cáncer», comentó Davis.
Estas opciones no solo son muy altas en grasa saturada y colesterol dietético, sino que también están cargadas de conservantes y aditivos, son los nitratos promotores de enfermedades los más preocupantes. De hecho, la Organización Mundial de la Salud clasificó estos productos cárnicos procesados como alimentos carcinógenos del Grupo 1.
La evidencia sugiere que la longevidad excepcional de los centenarios no se debe únicamente a la genética, sino a patrones alimentarios sostenidos a lo largo del tiempo que priorizan alimentos integrales y minimizan productos procesados.
La filosofía de moderación y equilibrio que caracteriza a estas poblaciones demuestra que la clave no está en restricciones absolutas, sino en decisiones alimentarias conscientes que favorecen la salud a largo plazo.