La recuperación de la economía, impulsada por la desinflación, la estabilidad cambiaria y la reducción del índice de riesgo país, se detuvo de manera abrupta ante la aceleración del clima electoral, lo cual recrudeció la incertidumbre y profundizó las dudas en el mercado sobre la solidez del plan económico.
Esta situación provocó incrementos tanto en los tipos de cambio como, especialmente, en los encajes y tasas de interés, generando un freno y posterior caída del crédito de corto plazo dirigido tanto a las pyme como a las familias.
El disparador fue la aprobación en el Congreso de un paquete de medidas fiscales con fundamentos sociales -aumento de subsidios y ajuste de haberes jubilatorios-, pero sin fuentes de financiamiento genuinas distintas a subir impuestos, incrementar la deuda pública o reanudar la emisión monetaria, lo que pondría en riesgo el equilibrio de las finanzas públicas, logrado desde el primer mes de gobierno.
En este contexto, Infobae entrevistó a Walter Morales, economista especializado en micro y macroeconomía, presidente y estratega de Wise Capital, para analizar el actual escenario y sus perspectivas a corto y mediano plazo.
— ¿Cómo evalúa el estado actual de la economía?
— La economía transita un período de ajuste que busca restablecer el orden interno. En estos momentos, atraviesa una etapa de adaptación ligada a la consolidación fiscal y la desinflación. A esto se suma el contexto electoral, donde el Gobierno implementa políticas destinadas a sostener el ancla fiscal, procurar la continuidad de la desinflación y evitar una escalada del dólar.
“El Gobierno implementa políticas destinadas a sostener el ancla fiscal, procurar la continuidad de la desinflación y evitar una escalada del dólar”
Tradicionalmente, la volatilidad del dólar marca los escenarios de incertidumbre en años electorales, por lo que el oficialismo intenta preservar la estabilidad y evitar que se diluyan los avances obtenidos. La inflación, que había alcanzado un pico de 211% anual en 2024, registró una notable disminución hacia un valor esperado para 2025 de 27%. Asimismo, la obtención de superávit fiscal -ausente durante años- contribuyó a una mejora en el índice de riesgo país.
Persisten, no obstante, asuntos pendientes como la reconstrucción de reservas en el BCRA, el empleo y la reducción de la pobreza. Sectores como el agro, fundamentales para la economía, permanecen deprimidos, y el esquema cambiario de bandas propuesto por el Gobierno muestra signos de pérdida de control.
La preferencia por el dólar, especialmente en contextos inciertos, vuelve a tomar fuerza. La inquietud se agrava ante el estancamiento de la actividad y la ausencia de incentivos vinculados a la denominada dieta monetaria.
— ¿Considera que la macroeconomía del país es lo suficientemente sólida para afrontar la volatilidad de tasas de interés, el dólar y las posibles consecuencias en el PBI?
— La solidez aún resulta insuficiente. Se avanzó en materia fiscal y en la contención de la inflación, dos variables fuertemente interrelacionadas y sensibles a shocks externos. El contexto internacional, como la debilidad global del dólar tras la asunción de Donald Trump, jugó a favor del gobierno, pero la arquitectura local de bandas continúa siendo vulnerable. La decisión oficial de posponer compras en el mercado muestra la fragilidad del esquema.
También pesa una deuda muy elevada, que restringe el margen de maniobra, a pesar del apoyo transitorio del FMI. El acceso al financiamiento externo sigue vedado porque Argentina permanece como mercado “standalone”.
Respecto a las tasas de interés, la absorción de pesos disparó valores récord: de 29,3% anual en enero se escaló a más de 60% en la actualidad, mientras el crédito productivo se deteriora.
La llegada de las elecciones de medio término complejiza aún más el panorama, dificultando la recuperación del tejido productivo y pronunciando el riesgo de un impacto adverso sobre la actividad agregada.
— Algunos especialistas afirman que el equipo económico está enfocado casi exclusivamente en contener la inflación, sin reparar en daños colaterales. ¿Está de acuerdo con esa perspectiva?
— La inflación es el eje central, pero el abordaje integra metas como el déficit fiscal cero, la limpieza del sistema monetario y la desregulación, todo con un costo social elevado. Resulta complejo emitir un juicio completamente negativo: el Gobierno heredó no sólo una montaña de deuda, sino también una estructura estatal sobredimensionada, y adoptó decisiones controvertidas como el desarme de las LEFI (Letras Fiscales de Liquidez a un día de plazo) y la gestión del ajuste.
— ¿Fue desacertada la decisión del equipo económico de cancelar las LEFI antes de las elecciones, para evitar instrumentos de liquidez a 1 día?
— No la calificaría tanto como desacertada sino apresurada y poco planificada. El Gobierno optó por eliminar el control de la tasa de interés sin ofrecer alternativas para la liquidez bancaria, lo que llevó a que buena parte de ese excedente buscara refugio en dólares, un proceso que debió evitarse. Posteriormente, la implementación de encajes, licitaciones y otras medidas buscó extinguir pesos para contener la demanda de dólares.
“El Gobierno optó por eliminar el control de la tasa de interés sin ofrecer alternativas para la liquidez bancaria, lo que llevó a que buena parte de ese excedente buscara refugio en dólares, un proceso que debió evitarse”
El daño es severo: a la volatilidad de tasas se sumó una turbulencia creciente en el mercado cambiario, conformando un escenario de mayor exigencia para quienes deciden quedarse en pesos y no emigrar hacia la divisa norteamericana.
— En la actualidad, ¿el aumento de las tasas de interés de las cauciones impacta realmente en el resto del mercado, o debe entenderse como un fenómeno coyuntural y aislado de la economía real?
— El efecto es tangible, fundamentalmente porque la tasa de caución funciona como termómetro de liquidez y riesgo en el sistema financiero. El encarecimiento del fondeo a muy corto plazo se traduce en mayor volatilidad e incertidumbre, elevando los costos del crédito y deteriorando la rentabilidad de los fondos, con un fuerte impacto sobre la economía real.
— Con el déficit fiscal en cero, ¿cree que es acertado que el equipo económico fije la cantidad de dinero en circulación o sería preferible que intervenga regulando la tasa de interés?
— Dentro de la estrategia oficial para reducir la inflación, fijar la base monetaria sin emitir para financiar el déficit fiscal tiene sentido, pero su impacto se diluye si la confianza en el sistema financiero es débil o si las expectativas permanecen desancladas.
Sin avances en productividad y sin reservas robustas, la herramienta directa debería ser la tasa de interés, ya que afecta de manera rápida y precisa el costo del crédito. Este mecanismo es habitual en la banca central contemporánea.
— Algunos analistas sostienen que el tipo de cambio no flota debido a las restricciones para ciertas operaciones empresariales y la obligación de liquidar dólares en el BCRA. ¿Comparte este diagnóstico? ¿Qué impacto tiene esto sobre empresas y familias?
— El tipo de cambio flota dentro de bandas que, con el tiempo, podrían convertirse en un régimen flotante pleno. Resulta imprescindible eliminar todas las restricciones impuestas a las empresas, lo que facilitaría un marco más transparente y competitivo para las cotizaciones y la dinámica de la divisa. La ausencia de una liberación total genera mayor volatilidad cambiaria que la deseable.
“Las restricciones cambiarias que persisten reducen la competitividad empresarial frente a sus pares internacionales, incrementan los costos y encarecen bienes y servicios”
Las restricciones reducen la competitividad empresarial frente a sus pares internacionales, incrementan los costos y encarecen bienes y servicios, tanto para empresas como para familias. Su levantamiento impulsaría inversión, integración global y confianza institucional.
— Durante el gobierno de Macri, el enfoque fue gradualista para bajar el déficit fiscal y la inflación. ¿Es posible que la política de shock actual termine mostrándose similar al gradualismo?
— Ambos esquemas privilegian la apertura comercial y el achique del sector estatal. El gradualismo de Macri fracasó al no lograr una reducción efectiva del déficit fiscal: la política de endeudamiento, las falencias en el ajuste estatal, la inflación desbordada y la sequía de dólares agudizaron la crisis, acentuada por subas de tasas externas y el colapso de instrumentos como las Lebac.
El actual Gobierno dejó de lado el enfoque gradual y apostó por un ajuste radical y desregulación con déficit cero inmediato, medidas correctas de alto costo social. Si la reactivación de la economía no es suficiente, el peso de la deuda puede convertirse en un problema serio. El resultado depende del manejo de los pasivos y de la recuperación de la actividad.
— ¿Observa tendencias o “modas” en las preocupaciones de los economistas, como lo fueron el cepo, el atraso cambiario, las reservas negativas, el acuerdo con el FMI o las tasas de interés?
— El punto más inquietante es el escenario post electoral: se impone observar si se consolida el equilibrio fiscal y si la inflación continúa reduciéndose. Las tensiones cambiarias, que inciden directamente en los agentes económicos, se mantienen en el centro de la agenda nacional.
— Próximamente el Gobierno presentará los lineamientos del Presupuesto 2026, aunque muchos economistas señalan que actualmente se gestiona sin pautas por la falta de tratamiento del Presupuesto 2025 en el Congreso. ¿Cuál es su análisis al respecto?
— El Presupuesto próximo, se presentará el 15 de septiembre, anticipa un superávit primario de entre 1% y 1,5% del PBI, incluyendo mayores transferencias a las provincias. Con una economía estancada, resulta difícil sostener una recaudación adecuada para este objetivo. La normalización del crédito será clave para el crecimiento.
“Con una economía estancada, resulta difícil sostener una recaudación adecuada para sostener el superávit fiscal. La normalización del crédito será clave para el crecimiento”
El plan presupuestario prevé un estricto control del gasto, requisito indispensable para mantener el compromiso fiscal, aunque su aprobación en el Congreso probablemente requerirá concesiones políticas. Todo dependerá de la habilidad para negociar.
— ¿Cuáles son sus expectativas para el tercer año de gestión de Javier Milei?
— La expectativa destaca la necesidad de normalización, especialmente en el plano microeconómico, donde falta avanzar. El Gobierno actuó con rapidez en la reducción del gasto público, pero ahora urge bajar la incertidumbre respecto de las decisiones futuras y fomentar la inversión privada, el empleo y el consumo sostenido. El esquema debe apuntalar la recaudación y el fortalecimiento de reservas. En el frente de la deuda, los desafíos serán relevantes y requerirán combinaciones con privatizaciones para asegurar los pagos.
— ¿Podría compartir una reflexión final sobre el rumbo económico de Argentina y los desafíos que aún enfrenta?
— El camino apunta a una economía más integrada, capaz de robustecer la producción y elevar sustancialmente las exportaciones genuinas de sectores clave como energía, minería y agro. Los mercados siempre sienten cierta inquietud, en particular ante la incertidumbre y los obstáculos. Los desafíos principales se centran en el pago de los pasivos, la reconstrucción social, la garantía de estabilidad política y la continuidad en la baja de la inflación junto a un tipo de cambio controlado.