La imagen, breve y fuerte por lo inédita, pero también por lo simbólica, se dio anoche, en la parroquia San José de Flores, repleta de feligreses dolidos por la muerte de su pastor, el papa Francisco, fallecido en la mañana del lunes. La vicepresidenta Victoria Villarruel, hija de militares y defensora de la “memoria completa” sobre lo ocurrido en los años setenta, se saludó con Adolfo Pérez Esquivel, dirigente de la organización de derechos humanos Paz y Justicia y Premio Nobel de la Paz en 1980, en reconocimiento por su lucha contra la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983.
La primera confirmación del “protocolar” apretón de manos corrió por cuenta del arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, quien ofició la misa en memoria del papa Francisco, y en dos entrevistas radiales ratificó que el saludo existió. En el mismo sentido, y en diálogo con LA NACION, el diputado nacional kirchnerista Leandro Santoro, afirmó que fue él quien se acercó primero a la vicepresidenta, y que como estaban ubicados al lado de Pérez Esquivel, ella extendió luego el saludo hacia el veterano dirigente de derechos humanos, que ha criticado duramente a Villarruel por lo que considera su “defensa” de los “genocidas” del denominado Proceso de Reorganización Nacional.
“Yo me eduqué con Raúl Alfonsín, y finalmente no dejaba de ser un velorio. La saludé y también lo hizo Pérez Esquivel”, contó Santoro, para quien era “lógico saludarse” como lo hicieron, en el momento del saludo final, al término de la ceremonia religiosa. El diputado, candidato a legislador porteño por el peronismo-kirchnerismo en un dura disputa contra Pro y La Libertad Avanza, recordó que justamente hoy se cumplen cuatro décadas del juicio a los integrantes de las primeras tres Juntas Militares, durante el gobierno radical, en 1985. Un juicio reivindicado por todo el arco democrático que sectores cercanos a la vicepresidenta, y miembros del oficialismo, aún cuestionan.
En otra de las postales de distensión, Santoro y Pérez Esquivel saludaron a la periodista Belén Ludueña, esposa del jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, ubicada una fila más adelante en la misa.
No se trató, por cierto, de una noche más para Villarruel. Y no sólo porque se la vio compungida por la muerte del papa Francisco, sino porque-además de los saludos con opositores y dirigentes de derechos humanos-recibió abucheos cuando salía de la parroquia, rodeada de policías y en el breve trayecto que la separaba del auto oficial. Cerca de la vicepresidenta evitaron hacer comentarios sobre los saludos con opositores, y sólo minimizaron los incidentes, al afirmar que se trató de un “grupito minúsculo” que la agredió verbalmente.
“Sólo recogimiento y acompañar a los católicos y al pueblo argentino en el dolor que sentimos por la pérdida de nuestro Santo Padre. Solamente quiero hablar hoy de lo que fue el papa Francisco. Lo demás lo dejamos para otro momento”, dijo a los periodistas mientras ingresaba a la parroquia en la que Jorge Bergoglio se formó como religioso.
En Balcarce 50, fuera de micrófono y a tono con el momento de duelo, también calificaron de “desubicados” a quienes insultaron a Villarruel, en otra muestra de distensión en medio de la notoria frialdad que signa el vínculo entre la vice y el presidente Javier Milei.
Diferencias
Las diferencias entre Villarruel y Pérez Esquivel son públicas y notorias, desde hace tiempo. “Es cierto que hubo guerrilla e hicieron una serie de atentados, pero esos son delitos, no son crímenes de lesa humanidad. Lo que hizo la dictadura cuando asumió el Estado fue atacar a todos los sectores sociales, incluso a niños, y esos sí son crímenes de lesa humanidad”, afirmó Pérez Esquivel en noviembre de 2023, antes del ballotage en el que la fórmula Milei-Villarruel derrotara a la encabezada por Sergio Massa. Además de negar el número de 30.000 desaparecidos, Villarruel reivindica el accionar militar en la “guerra” contra “el terrorismo” durante los años de plomo en el país.
“Yo planteé que, si estamos recordando al padre de todos, qué lindo regalarle entre todos un momento de unidad, respetando la diversidad”, dijo García-Cuerva ayer, en diálogo con Carlos Pagni por LN+.
En el momento del saludo de paz, cuando los fieles se saludan con quienes tienen al lado, con la idea de que no queden rencillas entre las personas antes de recibir la eucaristía, Villarruel y Pérez Esquivel se saludaron. Toda una postal de distensión, sólo atribuible al respetuoso recuerdo en común hacia el Papa argentino.